Enrique Colmena
Ha transcurrido más de un siglo desde que España perdió Cuba, pero la fascinación por la que fuera la Joya de la Corona persiste en todo su esplendor. En cine, sin ir más lejos, se sigueb haciendo películas conjuntamente, aunque con frecuencia la coyunda sea más bien de los dineros españoles con los actores y técnicos cubanos. Ahora mismo coinciden cuatro filmes rodados en la isla caribeña pero con financiación hispana. Como si quisieran representar todo el universo de cine que se hace entre los dos países, son de muy distinto pelaje: desde la comedia esperpéntica de "Un rey en La Habana" (opera prima como realizador del cómico Alexis Valdés), con cachondas suplantaciones de personalidad, siempre en busca del euro perdido, hasta el drama más bronco y áspero en "90 millas" (dirigido por Francisco Rodríguez, pero otra vez con Valdés a la cabeza del reparto, esta vez con un personaje mucho más dramático), donde se cuenta la dura peripecia de un grupo de cubanos en busca del oropel de Miami, intentando atravesar la distancia geográfica del título para alcanzar Eldorado que después resultará no ser tanto. Entre ambas, como un drama que habla más de la íntima elección de aquello en lo que cada uno cree (pero de nuevo con españolitos forrados haciendo cantos de sirena: qué mal parados salimos, generalmente, los ciudadanos de España, en estas películas...), "Habana Blues", el segundo largometraje del lebrijano Benito Zambrano, con músicos cubanos que se debaten entre la perspectiva de un futuro de razonable prosperidad fuera de su tierra o no prostituirse pero quedarse en su isla con un porvenir incierto. Por haber hay hasta un thriller, "Hormigas en la boca", lamentable ejercicio de cine negro a la caribeña realizado por el en otro tiempo estimulante Mariano Barroso.
No son las únicas: hay una larga tradición ya de cine reciente hecho con los billetes de España y los paisajes y los artistas de Cuba: "Guantanamera", "Lista de espera", "El cuarteto de Cuba"... y así por decenas. No es mal maridaje, porque el cine español refresca sus ideas (que falta le hace) y el cubano ingresa sus euros (que tampoco le viene nada mal). Así que, ciento siete años después de la pérdida de la joya de la corona, la hemos recuperado, aunque sea sólo como exótico paisaje para nuevas historias que contar...