Enrique Colmena
Robert Redford es, seguramente, el último de los grandes de la generación clásica de Hollywood. Más joven que Paul Newman, con el que compartió guapeza y varios títulos míticos ("Dos hombres y un destino", ""El golpe"), Redford es un poco el Bécquer del cine americano; como el poeta sevillano, que fue un romántico tardío, cuando ya todos los escritores eran realistas, el actor californiano es un clásico vivo que nada tiene que ver con la nueva hornada de estrellas norteamericanas, desde Tom Cruise a Kevin Costner.
Redford, de actualidad por su protagonismo en "Una vida por delante" ("An unfinished life"), de Lasse Hallström, tiene tras sí una ya larga y ciertamente provechosa carrera en varias facetas: como actor, por supuesto, en la que ha destacado por su carácter de galán ajeno a las reglas, en filmes como "Tal como éramos" o "ÍIacute;ntimo y personal", pero también con incursiones en cine más comprometido (dentro de lo que cabe: estamos en Hollywood, y allí no juegan con las cosas de comer...), en películas como "El candidato", "Los tres días del Cóndor" o "Todos los hombres del presidente". Ha procurado frecuentar, como intérprete, obras que giren en torno al ecologismo, el etnicismo o el respeto a la naturaleza, como en "Las aventuras de Jeremiah Johnson", "El jinete eléctrico" o "Memorias de África", componiendo generalmente un personaje de evidente y viril belleza masculina pero con un pasado oscuro que le confiere un poso de amargura.
Como director, aparte de su debú en "Gente corriente", su carrera ha estado generalmente marcada por una preocupación por lo natural, el contacto con el campo y la fauna, en una toma de conciencia ecologista "avant la lettre", en filmes como "El río de la vida", "El hombre que susurraba a los caballos" y "Un lugar llamado Milagro". Su preocupación por la honestidad le hizo también dirigir "Quiz Show. El dilema", sobre un caso verídico de engaño en un concurso USA de los años sesenta.
Mención aparte para su faceta como productor, con títulos como la reciente "Diarios de motocicleta", actividad que entronca con la de dinamizador del cine independiente norteamericano, como creador del Sundance Institute para formación y descubrimiento de nuevos valores, y del prestigioso Festival Sundance, donde se da cita anualmente lo más granado de los cineastas mundiales de nuevo cuño.
Así que este en otro tiempo "sex symbol" es hoy día, sobre todo, un clásico viviente que ha hecho mucho por el cine, no sólo como actor sino, sobre todo, como director, productor y descubridor de nuevos talentos. Además, ya parece que se ha dado cuenta de que no puede seguir haciendo de galán, y en "Una vida por delante" ejerce de viejo con todas sus consecuencias. Bien está saber qué se es, y no intentar prolongar artificialmente las etapas de la vida.