Enrique Colmena

La nonagésima primera edición de los Premios de la Academia de Hollywood, vulgo Oscar, se cerró con un reparto de estatuillas de lo más variado, no solo en cuanto a que los premios, efectivamente, han estado muy repartidos, lejos de los años en los que algún film se alzaba con un buen puñado de ellos, sino también por la apreciable ampliación de los premiados de minorías (porque en el cine, extrañamente, también siguen siéndolo) tales como afroamericanos, mujeres e hispanos, entre otros.

De esta forma, a falta de un ganador claro, podría establecerse un empate entre Green Book, que para eso se ha hecho con los Oscar a Mejor Película, Actor de Reparto (Mahershala Ali) y Guion Original, y Roma, que se ha llevado el de Mejor Película en Habla No Inglesa, Dirección y Dirección de Fotografía (estos dos últimos para Alfonso Cuarón). Y todo ello teniendo en cuenta que, si se contabiliza solo el número de estatuillas acaparadas, la ganadora debería de ser Bohemian Rhapsody, que se ha llevado los correspondientes a Actor Protagonista (Rami Malek), Montaje, Mezcla de Sonido y Montaje de Sonido, pero su cualidad de, en su mayoría, galardones técnicos (vulgo “de pedrea”), le hace quedar capitidisminuida como supuesta ganadora...

Green Book no nos parece ningún disparate como ganadora ex aequo (aunque es cierto que, a nuestro juicio, había películas mejores), pues su historia de amistad, antirracismo y acercamiento de opuestos está hecha con sutileza y buen tino, en una historia basada en hechos reales en la que se consigue una apreciable empatía de los dos protagonistas (que parecieran reproducir una versión libérrima de la en su momento famosa –y oscarizada— Paseando a Miss Daisy, en este caso “Paseando a Mister Shirley”) con el público. Mejor nos parece Roma (nada que ver con la capital de Italia, sino con un barrio de clase media del D.F., el Distrito Federal de México), una de las más interesantes (a fuer de cinematográfica, a pesar de su origen supuestamente televisivo) propuestas del año, un film sobre la cotidianidad de las cosas simples, tamizadas por el recuerdo de su director, Alfonso Cuarón, que es uno de los niños protagonistas, en un film transido de verdad y de realidad, rodado con una elegancia y una clase superlativas, y que ha obrado el raro milagro de que en los últimos seis años, cinco directores mexicanos (dos de ellos, Alejandro González Iñárritu y el propio Cuarón, por partida doble, más nuestro gordo favorito, Guillermo del Toro) hayan conseguido la estatuilla al mejor realizador, para escarnio del tocayo del Pato Donald, también conocido como “el Pesado del Muro”, que, ¡oh, calamidad!, es el actual inquilino del Despacho Oval.

Del resto de los premiados citaremos las tres candidaturas técnicas que se ha llevado Black Panther, primera película de superhéroes que consigue una nominación a Mejor Película (lo que confirma que los tiempos cambian, y no precisamente para mejor...), en concreto a Diseño de Producción, Diseño de Vestuario y Música Original. Las otras películas se han tenido que conformar con una única estatuilla, como es el caso de La favorita, el film del griego Yorgos Lanthimos que se puede reputar como la gran perdedora de la gala, al estar nominada a diez Oscar y llevarse solo uno, en este caso para la egregia (nunca mejor dicho...) Olivia Colman como Mejor Actriz Protagonista, aunque ciertamente podría haber sido perfectamente para Glenn Close, que suma ya 7 nominaciones sin que nunca le toque. Un Oscar ha ido también para la mediocre El blues de Beale Street, premiando a Regina King como Mejor Actriz de Reparto, galardón que parece un tanto exagerado si tenemos en cuenta que competía, entre otras, con las eximias Rachel Weisz y Emma Stone en La favorita, y con la no menos buena Amy Adams en El vicio del poder.

Esta última ha sido precisamente también otra de las grandes perdedoras: Vice, que es su título original, estaba nominada a 8 estatuillas, y se ha tenido que conformar solo con una, la de Mejor Maquillaje y Peluquería, por supuesto más que merecido (recuérdese el trabajo hecho con Christian Bale para convertirlo en Dick Cheney, aparte de los 30 kilos engordados “ad hoc” por el actor). Spike Lee por fin se ha llevado un Oscar real, no honorífico como ocurrió en una edición anterior; su guión adaptado para Infiltrado en el KKKlan (qué horrible título español, la mare de Deu) se hizo con la preciada estatuilla y propició la anécdota de la gala al soltar un sonoro “motherfucker” cuando se lo entregó Samuel L. Jackson. Los dos últimos films que se han llevado un Oscar de pedrea cada uno han sido Ha nacido una estrella, la nueva versión del clásico de Hollywood, ópera prima como director del actor Bradley Cooper, que ha conseguido el de Mejor Canción Original (para Lady Gaga –también coprotagonista--, además de otros compositores), y First Man (El primer hombre), sobre el primer alunizaje de la Historia, un film de Damien Chazelle que, para nuestro gusto, era bastante mejor que la mayoría de las películas candidatas, pero se tuvo que conformar con el (obvio) Oscar a los Mejores Efectos Visuales.

Volviendo al comienzo, quizá el premio a Mahershala Ali como Mejor Actor de Reparto por Green Book pueda parecer excesivo, teniendo en cuenta que ya el año pasado lo ganó por Moonlight, y que entre los nominados estaba un estupendo Sam Rockwell en su papel de presidente idiota en Vice; también en el caso de Mejor Actor Protagonista pudiera discutirse que Rami Malek (por cierto, de etnia egipcia, otra muestra de diversidad), con su rol de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody, fuera realmente el mejor, cuando hemos tenido los grandes trabajos de Christian Bale en El vicio del poder, de Bradley Cooper en Ha nacido una estrella, e incluso de Viggo Mortensen en Green Book.

En definitiva, unos Oscar que pasarán a la Historia por la ausencia de presentador (cosa no vista desde hacía varias décadas), con lo que nos hemos ahorrado una buena ración de chistes malos y solo aptos para connaisseurs; por lo repartido de sus premios, que ha hecho que no exista un ganador claro; por la diversidad de sus galardonados, con nutrida representación negra, hispana y femenina (en este último caso no solo en los premios de interpretación, sino también en las categorías técnicas, donde hasta ahora escaseaban); y, por supuesto, por la irrupción de películas producidas por (y exhibidas exclusivamente en) plataformas digitales en las categorías premiables, como Roma, e incluso La balada de Buster Scruggs, el hermoso, crepuscular western de los hermanos Coen, también candidata a 3 Oscar, aunque se fue de vacío. Y es que los tiempos en el cine –lo decíamos antes-- están cambiando a marchas forzadas...


Ilustración: Alfonso Cuarón, con las tres estatuillas conseguidas por su película Roma.