Rafael Utrera Macías

Entre 1959, realización de Los golfos, y 1963, filmación de Llanto por un bandido, Carlos Saura manejó distintos libros ajenos y esbozó diferentes argumentos que se quedaron en proyectos o que, a lo largo del tiempo, se fueron transformando en otras opciones. Es el caso de Peppermint frappé (1967), basada en una idea del realizador, esbozada en breve sinopsis que, posteriormente, se fue transformando en el guion definitivo en virtud de las aportaciones de los guionistas Angelino Fons y Rafael Azcona, unidos al director como miembros del equipo Querejeta, productor de la película.

Fue el historiador francés Marcel Oms quien, tras una entrevista con el director español, en 1966, después del estreno de La caza, escribió sobre el inmediato proyecto de Saura que se llamaría Peppermint frappé. Esta conversación aporta datos relevantes sobre la procedencia literaria y el origen de esta película: el interés de Saura por el personaje de Unamuno y, más concretamente, por su obra “Abel Sánchez”.  En 1960, Carlos Saura y Mario Camus escriben un guion titulado “La boda” que está basado en “Abel Sánchez”. El trabajo no pasaría de proyecto, pero, sin duda, el director aragonés, tenía las suficientes notas sobre situaciones y personajes que, antes o después, encajarían en otros contextos de películas diferentes.

El historiador citado recoge las admirativas palabras del realizador sobre el pensador vasco: “Unamuno es un hombre formidable y contradictorio”. Y recuerda dos frases suyas: “Odia a tu prójimo como a ti mismo” y “La envidia ha nacido en España”, expresiones ingeniosas que poseen un gran fondo de verdad, en opinión del cineasta. Con el tiempo, “La boda” quedaría en proyecto, aunque partes de su armazón, rasgos de personajes y otros elementos de fuera o de dentro de la temática evolucionarían hacia títulos diferentes. Oms denomina “la trilogía de la pareja” al grupo formado por Peppermint frappé, Stress es tres, tres y La madriguera. El personaje de Geraldine Chaplin en cada una de ellas se enfrenta a tres retratos de hombres insatisfechos: un radiólogo, un arquitecto y un ingeniero. Personajes sociológicamente próximos, envueltos en situaciones conflictivas, donde finalmente se produce la muerte. El investigador francés estima que Saura “va a acceder al corazón mismo de su propia obsesión: según Unamuno, dilucidar el proceso de la envidia como rasgo específicamente español”.



La huella de Abel Sánchez en Peppermint frappé

Veamos seguidamente la huella dejada por la novela en la película, con nombres o elementos que se utilizan de modo idéntico o semejante: la mujer de Abel / Pablo se llama, en ambos casos, Helena; Antonia, la esposa de Joaquín, “su misión era la de una enfermera”: en la película es Ana y esa es su profesión en la clínica del médico; la reducción del sustantivo Antonia en favor de Ana debe entenderse por el gusto de Saura por este nombre como se evidencia en Ana y los lobos, Cría cuervos o Mamá cumple cien años. Respecto al título de la película, esa bebida donde se combina la menta con el hielo machacado, parece sacada de la novela, donde el autor utiliza una y mil veces términos que pertenecen a su campo semántico o guardan relación con la misma por alguna cualidad principal. Veamos algunos ejemplos de la novela: “…esa fama creciente era como una granizada desoladora”; “sentí como si el alma toda se me helase. Y el hielo me apretaba el corazón”; “mi alma toda congelada en aquel odio. Y un hielo tan cristalino…”; “el corazón garrapiñado en hielo agrio…”; “…me sentí peor que un monstruo... como si no fuese más que un pedazo de hielo…”; “…llegó a su casa también febril, pero con una especie de fiebre de hielo…”; “entre ella y su Joaquín había… una cristalina y transparente muralla de hielo…”.  En la película, se bebe "peppermint" en varias ocasiones y, al final, será, con la mezcla mortal, el causante del trágico desenlace. El hielo es objeto imprescindible para la formación de la bebida. Julián, muy al día en tecnología diversa, tiene la correspondiente trituradora de hielo y, cuando esta falta, lo envuelve en un paño para trocearlo. La envidia por la mujer ajena; el odio a la pareja por no poder conseguirla, modifica los comportamientos de Joaquín y toma la decisión que conduce al precipicio.



El radiólogo provinciano llamado Julián

Saura inicia el análisis en profundidad de la burguesía española fijándose en individuos representativos de la misma y analizando sus comportamientos. Ahora, el personaje es este radiólogo provinciano, solitario, maniático, católico, reprimido sexual que colecciona para su deleite recortes de revistas ilustradas dedicadas a moda femenina donde las modelos son oscuros objetos de deseo y sus atuendos y coloretes funcionan como fetiches que, acaso, algún día pueda aplicárselos a alguna mujer cercana. Julián divide su tiempo entre la rutinaria profesión (médico radiólogo) desempeñada en su consulta, y un chalet donde, con la última tecnología, se instala en confortable descanso; allí combina la cultura, musical y literaria, con fantasías eróticas de "voyeurista" que se ceban en las imágenes del huecograbado.

La llegada de Elena y el impacto causado en Julián supondrán una ruptura con su monotonía habitual y el deseo inalcanzable de poseer a la esposa de Pablo, su viejo amigo. Ana, su enfermera, será la sustituta de la mujer ajena y la suplente de la misma; el parecido entre ambas, facilitará al médico la sustitución de una por otra y la utilización de la cosmética de la primera aplicada a la segunda. El asesinato entendido como una de las bellas artes sólo deja provisionalmente una prueba del delito, pero la astuta Ana, única testigo de los hechos, la habrá sometido a la prueba del fuego. Desde este momento es ya la dueña absoluta de la situación.

Frente a la narrativa más funcional y lineal de sus películas precedentes (Los golfos, Llanto por un bandido, La caza), Peppermint… se sitúa en la filmografía de Saura como una película bastante más compleja en función de variados elementos oníricos e imaginativos. Entre una realidad cotidiana y otra aparente realidad se sitúa la vida de este obseso sexual que recurre a la muerte ante la imposibilidad de conseguir el original y tener que crear la copia. La envidia, transformada en odio, y el deseo convertirán en asesino a un Caín llamado Julián.

La película ganó el Oso de Plata en el Festival de Berlín (1968). El equipo de Elías Querejeta comienza a funcionar artísticamente como ningún otro lo había hecho en su época. Al tiempo, supuso la madurez creativa y narrativa de su director, así como su reconocimiento internacional.


Otras adaptaciones de las obras de Unamuno al cine
La tía Tula

Si Abel Sánchez, de Carlos Serrano de Osma, se tiene por modelo de seguimiento cinematográfico respecto del original literario, La tía Tula, de Miguel Picazo, supone tomar a la novela como un punto de arranque para derivarla hacia otros derroteros más concretos en los que el realizador había puesto su interés; manejando una forma distanciada respecto del texto original, el realizador organiza la estructura y la relación entre personajes de forma bien distinta y, cuestión fundamental, traslada la acción desde principios del siglo XX a la época contemporánea a la realización de la película, la década de los sesenta. Lo que para Don Miguel (Unamuno) era evidente admiración para con su personaje, para el otro Miguel (Picazo), el suyo (interpretado por Aurora Bautista) es concebido y resuelto con evidente sentido crítico y, ello, haciéndolo extensivo al contexto social, en el más amplio sentido del término: lo familiar, lo religioso, lo político. En palabras de Román Gubern, Unamuno vio en Tula un caso admirable de renuncia, mientras que Picazo la vería como un caso de represión y androfobia.

Para ver cómo se valoraba a Unamuno en estos años sesenta por parte de las estructuras del oficialismo franquista, ofrecemos el escrito de la Comisión de Censura referido al guion, tal como figura en el dossier oficial de la película:
“Guion de espoleta retardada, película con riesgos. No hacer propaganda de nuestro “original” D. Miguel, ya que si sólo dos de sus obras están incluidas en el Índice (de Libros prohibidos), también es verdad que el Santo Oficio puso en guardia contra los errores y peligros de sus restantes obras. No aprobar hasta después de finalizada. Que se corte toda insinuación visual en el informe de Juanita y que no se haga propaganda de la novela de D. Miguel (…). No hay valores positivos. Morbosidad y egoísmo es lo que respira todo su desarrollo”.

Para un minucioso detalle de la recepción de la película pueden verse nuestros comentarios en Criticalia titulados Miguel Picazo y Dios. Viaje, en flash-back, alrededor de su tía Tula (I y II)

Ilustración: José Luis López Vázquez y Geraldine Chaplin en Peppermint frappé.


Próximo capítulo: Unamuno: frente al cine, contra el cine, en el cine (V). Dos “novelas ejemplares”: “Nada menos que todo un hombre” y “Dos madres”. Una versión de “Niebla” mal llamada Las cuatro novias de Augusto Pérez