Estreno en Filmin.
El cine georgiano, a la chita callando, está en los últimos años generando una serie de películas ciertamente interesantes: Mandarinas (2013), In bloom (2013), Corn Island (2014) y Solo nos queda bailar (2019), entre otros títulos, nos han presentado una cinematografía pujante, variada, con cineastas con apreciables historias que contar y que saben hacerlo bien. En el caso de Beginning estamos también ante una película distinta, ciertamente perturbadora, que no ha dejado indiferente a nadie. Su directora, Dea Kulumbegashvili (Oriol, Ucrania, 1986), se ha formado en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y está claro que ha aprovechado a fondo esa excelente educación.
La acción se desarrolla en nuestros días, en un pueblecito de la república de Georgia. Allí asistimos a un oficio religioso en un “salón del reino” de la comunidad de Testigos de Jehová del lugar. El lugar se va llenando de fieles, mujeres, hombres y niños; cuando el orador, David, está hablando sobre el episodio bíblico de Abraham y el sacrificio de su hijo Isaac, un cóctel molotov es lanzado dentro del recinto, provocando la histeria general de los concurrentes. No hay víctimas, pero los daños han sido cuantiosos: el llamado salón del reino ha quedado reducido a cenizas. Conocemos a David, el orador y líder de la congregación, y a su esposa Yana, que fue actriz pero dejó su profesión para casarse con su marido, y que ejerce como catequista de los niños. El matrimonio tiene un hijo como de 8 años, Giorgi. Yana es visitada por alguien que se presenta como policía mientras su marido está fuera, en Tiflis, intentando conseguir que se reconstruya el templo de la comunidad. El policía busca persuadir a Yana para que haga desistir a su marido de la denuncia, pero la entrevista pronto deriva en un tremendo episodio de acoso...
Tiene Beginning la rara cualidad de ser desasosegante: en un cine actual cada vez más estandarizado, más plastificado, esa cualidad alc ...
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Disponible de forma gratuita en RTVE Play.
Roberto Santiago (Madrid, 1968) es un director de cine que, además, se desempeña también en otras variadas facetas creativas, todas ellas dentro de lo que podríamos llamar artes narrativas: novelista, guionista, dramaturgo, realizador de televisión. En cine tuvo su momento de gloria en los primeros años de este siglo XXI, con varias comedias como El penalti más largo del mundo y El club de los suicidas, que gozaron de cierta popularidad, aunque tampoco eran nada del otro mundo artísticamente hablando. Tras publicar su primera novela para adultos (en el campo infantil tiene ya una larga carrera), con el título de Ana, editada por Planeta, RTVE, en comandita con dos productoras españolas (DeAPlaneta, del grupo regido por la familia Lara, y Tornasol Media, la sección catódica del grupo productor dirigido por Gerardo Herrero y Mariela Besueivsky) y una alemana (ZDF Enterprises), acometen su adaptación a una miniserie de 6 capítulos, esta Ana Tramel. El juego.
La historia transcurre en nuestros días. Conocemos a Ana Tramel; quien fuera prestigiosa abogada penalista, sin embargo, atraviesa por una época nefasta: adicta a los calmantes y al alcohol, se gana la vida de mala manera recurriendo multas de tráfico en el bufete de una amiga; su vida empeora aún más cuando le comunican que su hermano Alejandro, con el que cortó su relación años atrás, ha sido acusado del asesinato del director del casino Gran Castilla. Ana, tras dudar qué hacer, decide encargarse de la defensa de su hermano, aunque los indicios son abrumadores en su contra. Se entera entonces ...
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El estreno en salas de cine de Alcarràs, la notable película de Carla Simón ganadora del Oso de Oro de Berlín, 39 años después de que lo ganara el anterior cineasta español que lo logró, Mario Camus, ha traído consigo el derribo de algún mito urbano de nuestros días, como el de que el cine independiente (caso de Alcarràs) ya no vende en cines, sino que ese es predio exclusivo de los “blockbusters” de Marvel et alii; porque la película de Simón, en su tercer fin de semana en exhibición en España, continúa en el “top 3”, en el podio de honor de los films más taquilleros en todo el territorio nacional.
Pero Alcarràs también nos permite definir lo que nos parece está conformando ya una especie de movimiento artístico, o cultural, o simplemente cinematográfico, lo que podríamos llamar (a falta de otro nombre mejor) un Neorealisme Català, un Neorrealismo Catalán.
Porque Alcarràs, o así nos lo parece, participa junto a otra serie de películas de producción catalana de una serie de características que nos hacen pensar en la existencia de una confluencia temática, estética, generacional, emocional, una confluencia que podría justificar esa etiqueta de Neorealisme Català. Esas características, sin ánimo exhaustivo, serían: se trata de un cine mayoritariamente (aunque no monográficamente) realizado por mujeres; las temáticas son rabiosamente de nuestro tiempo, exclusivas del siglo XXI, con frecuencia impensables en la pasada centuria vigésima, ya sea por la heterodoxia de las relaciones sexuales (por ejemplo, con una mirada muy natural hacia el lesbianismo), como por la importante influencia de la tecnología de nuestro tiempo; formalmente son películas sin alambiques, con una puesta en escena que podríamos llamar invisible; sus temas son fundamentalmente la pareja y sus alrededores, aunque también se tocan las historias intergeneracionales; la mirada de los personajes es, casi siempre, la de la gente joven o muy joven, con mucha frecuencia mujeres, sobre ellas giran a menudo las historias; su tratamiento dramático ap ...
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