El thriller es un género muy raro en la cinematografía iraní. Quizá porque en una teocracia como el estado islámico persa se entiende que no existe el crimen como tal, o existe en cantidades mínimas, con esa mirada “angelical” con la que todo régimen despótico quiere hacer comulgar a su sociedad, como si ya estuvieran en el Paraíso con las 72 vírgenes, o las que sean (ellas se tienen que conformar con un varón, no sabemos si también virgen...).
El caso es que el (por lo demás) pujante cine iraní de directores como Asghar Farhadi, Jafar Panahi (éste rodando desde la clandestinidad, con más valor que el Guerra), Majid Majidi, Mohammad Rasouluf, Massoud Bakhshi, entre otros, está bastante escaso, como decimos, de thrillers, en especial los que se suelen llamar policíacos. Pues esta La ley de Teherán es una muestra de ese (allí) exótico cine que en Occidente es, por supuesto, de lo más común. Y lo cierto es que, en contra de lo que podría suponerse, el resultado es más que airoso, por no decir otro adjetivo más elogioso.
Teherán, en nuestros días. El comisario Samad Majidi es un duro policía encargado de perseguir el crimen; ha tenido problemas familiares, con divorcio de la esposa incluido, por mor de su dedicación abusiva a su trabajo. Está ferozmente determinado a encontrar a uno de los grandes capos del narcotráfico en Irán, Nasser Khakzad, para lo que no duda en utilizar m ...
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Disponible en Movistar+ y HBO Max.
Bob Pop (nacido Roberto Enríquez Higueras; Madrid, 1971) es un polifacético personaje del ámbito cultural que se desempeña sobre todo en los medios escritos (columnista, crítico, bloguero…), pero también en los audiovisuales (guionista, actor, colaborador de programas…). Tiene una ya apreciable lista de títulos literarios publicados, desde su inicial De cuerpo presente, que data de 1998. En España se ha hecho popular gracias sobre todo a sus intervenciones en varios de los programas de Andreu Buenafuente, como En el aire y Late motiv.
La vida de Bob Pop, a la vista de esta serie autobiográfica, Maricón perdido, ciertamente es una vida que había que contar. Fundamentalmente porque presenta la nada fácil existencia de los niños y adolescentes que, en la España de los años ochenta y noventa, se daban cuenta de su orientación homosexual y tenían que lidiar con todos los escenarios en contra: en el caso del protagonista, el Roberto de 12 años y el de 17, con un padre fieramente intolerante y machista, y una madre “pava”, como decimos en mi tierra, que no se enteraba (o no se quería enterar, más probablemente…) de las señales que desesperadamente le enviaba su hijo; en su entorno colegial, con los típicos abusadores que se cebaban con él por su desvalimiento y su evidente pluma; pero también después, cuando se inicia en su etapa de relaciones sexuales, en saunas “de ambiente” donde será engañado, ...
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Tras las (numerosas) películas de estos últimos doce meses que han tratado temáticas LGTBI desde la normalidad, con la naturalidad de aceptar plenamente la diversidad sexual, sobre lo que hemos hablado en la anterior entrega del díptico, este segundo capítulo lo vamos a dedicar a las películas que hablan de situaciones de represión sobre las personas homo en sus muy distintas formas, una represión que puede ser interior (el miedo a salir del armario, un clásico) o exterior (la sociedad que estigmatiza, el estado que criminaliza).
Nos parece relevante decir que el número de películas que hablan de este afrentoso asunto, la represión de la libertad sexual, es bastante inferior, como comentamos en el anterior capítulo, a aquellas que ya dan una imagen de normalidad del fenómeno LGTBI.
Es oportuno también indicar que, mientras que en los países que hemos dado en llamar “occidentales”, estas películas sobre represión antigay están ambientadas en tiempos pasados, por ejemplo para denunciar ignominiosas leyes pretéritas de países supuestamente democráticos, en otros estados no encuadrables en esa denominación ese tipo de denuncia se suele realizar sobre hechos que suceden hoy, ahora, en esas otras áreas geográficas que no gozan de una libertad sexual plena.
Así, entre los primeros, los que denuncian execrables leyes a ...
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