Seguridad no garantizada

El cine independiente norteamericano (el indie, como es conocido entre iniciados) sigue aportando, de vez en cuando, algunas perlas. Esta Seguridad no garantizada no es una obra maestra, pero sin duda tiene elementos más que apreciables que la hacen muy interesante. Planteada como una investigación periodística sobre un suelto en la sección de anuncios por palabras, en el que un individuo busca un acompañante para viajar en el tiempo, la historia se articula sobre el grupito enviado por el periódico para la indagación de lo que pueda haber de verdad, o de chaladura, en el anuncio de marras, con su reportero de colmillos retorcidos y los dos becarios (chico y chica) que le acompañan, más el individuo que puso el reclamo.

Pero pronto iremos descubriendo que todos tienen en el armario más de lo que parece: la chica, en realidad la protagonista de la historia, parece huir de sí misma y, desde luego, de la edad adulta en la que se siente tan a disgusto, una vez muerta su madre y con toda la pinta de ser un patito feo inverso: de cisne juvenil pasó a patoso pato al hacerse mayor. El periodista, un tipo que parece haberlo hecho todo, un cínico redomado, encontrará sin embargo lo más parecido al amor en una antigua novia que, por un tiempo, le hará reencontrarse con aquel muchacho apenas veinteañero que aún creía en todo, que aún pensaba que todo era posible. El otro becario, un chico hindú que (es cierto) tiene parecido, al menos en cuanto a tipología del rol, con el personaje de esa misma etnia de la serie televisiva The Big Bang Theory, carece de valor para poder afrontar las relaciones sentimentales, sexuales, con las chicas. En cuanto al responsable del anuncio, en principio parece un pelanas, un tipo que sestea trabajando en un supermercado. Para avanzar en el reportaje periodístico, la chica se acercará a él simulando estar interesada en acompañarle en el viaje en el tiempo; tendrá que pasar por algunas pruebas, pero poco a poco entre ambos empieza a existir una complicidad auténtica…

Seguridad no garantizada te gana por lo delirante de su leit motiv, este mentecato que está imbuido de la certeza de que puede viajar en el tiempo; el Hombre Racional, ese ser reflexivo que anida en nosotros y nos separa de los tiempos de magia y brujería en los que estábamos más cerca del animal que de la persona, pretenderá, desde su supuesta superioridad mental, desvelar la chaladura del pequeño memo que presume haber descubierto algo así como la Piedra Filosofal: moverse en el tiempo como el que se mueve en una habitación, al arbitrio de su capricho. Pero, claro está, por encima de esa historia que parece principal, cohabitan las otras, las que terminan haciendo de este pequeño filme una obra entrañable: la chica que deberá decidir entre ser un borrego más en un mar de borregos o dar el salto a lo imposible; el hombre maduro que tras vislumbrar la prístina gloria del regreso al paraíso se encastillará en su amargura, en su rutina de cínico irredento; el joven polluelo que aprenderá que la vida está fuera de los bytes, por muy importantes que estos puedan ser hogaño.

Colin Trevorrow, el director, tiene aún una escuálida carrera como cineasta, y casi siempre la ha hecho de la mano de su cuate, el guionista Derek Connolly; ambos ruedan, cuando se escriben estas líneas, Jurassic World, el nuevo episodio de la serie de los dinosaurios de Steven Spielberg, con un presupuesto de 150 millones de dólares, algo así como doscientas veces lo que les costó hacer esta Seguridad no garantizada. Trevorrow no es un director estiloso, pero sí tiene cierta capacidad de imaginación y, sobre todo, se le da bien contar historias humanas, aunque sea rebozadas de temáticas fantásticas. Ojalá que el maelstrom que supone rodar un blockbuster de estas dimensiones no se trague el talento de este director y su guionista de cámara. Ojalá…