CRITICALIA CLÁSICOS
No deja de ser chocante que. a pesar de la coincidencia de idioma, el cine que se hace en países sudamericanos hispano hablantes no llegue con frecuencia a nuestro país, si bien en los últimos años ese problema se va atenuando. Y en esa tendencia tiene siempre protagonismo la cinematografía de Argentina, desde sus comienzos la más potente y pujante del subcontinente sureño. De ello podría dar fe el veterano Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, donde los films porteños están tantas veces presentes... y muchas de ellas acaparando premios. O en un ámbito muy lejano (en todos los sentidos) como es la IMDb estadounidense, que tiene editada una lista de nada menos que 50 realizadores de dicha cinematografía, empezando con la A, de Adolfo Aristaráin... para luego alargar la relación hasta 63 directores, de momento...
Y decíamos bonaerense en nuestro título porque la cinta que hoy comentamos en cuestión tiene una protagonista que vive en el Gran Buenos Aires, que se convierte en provincia, y hace que se define "porteño" solo como término relacionado con el casco antiguo, céntrico, de la gran capital. Allí, en ese otro extrarradio, conocemos a una niña y luego mujer, alias La Raulito o La Pelada, cuyo verdadero nombre era María Ester Duffou (1933-2008), hija de padre alcoholizado y madre enferma, para la que la vida se convirtió desde chica en un deambular por reformatorios, casas de acogida, hospicios, institutos psiquiátrico ...
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Arthur Conan Doyle, con su personaje Sherlock Holmes, ideó un personaje que creó escuela, el hombre (o mujer...) de extraordinaria perspicacia que, con la simple aplicación de su inteligencia, es capaz de desentrañar los más abstrusos crímenes. Por supuesto, no es el único detective que se caracteriza por tales virtudes: recuérdense, por ejemplo, a los agathachristianos Hércules Poirot y señorita Marple, o el simenoniano Maigret, pero Holmes (con permiso de su ilustre antecedente, el Auguste Dupin de Poe) es, probablemente, el arquetipo inicial de ese detective casi omnisciente, un producto típico del racionalismo finisecular europeo, que buscaba explicar el mundo (para la ocasión, el desvelamiento del crimen de turno) a través de la ciencia, siendo su arma fundamental la deducción.
Conan Doyle ha dado munición para que el cine y la televisión se harten: desde 1900, tempranísima fecha de un corto en el que aparece por primera vez el personaje, la IMDb censa más de 350 títulos inspirados en obras de sir Arthur, la inmensa mayoría relacionadas con Sherlock. Por supuesto, con una cantidad tan enorme de títulos, a vueltas con Holmes se ha hecho de todo. El “boom” de las plataformas, especialmente tras la pandemia del COVID-19, ha facilitado que se hagan aún más ficciones sobre el rol conandoyleano, a veces pillándolo bastante por los pelos, como es el caso...
Esta serie de 6 capítulos (aunque ya hay grabada una segunda temporada con igual número de episodios) parte de la idea de que el ficticio personaje Sherlock Holmes hubiera tenido descendencia, lo que nos permite conocer, en la Francia actual, a Charlie Holmes, su cuarentona bisnieta, que vive con su abuelo, Georges, que fue policía (siguiendo la estela investigadora de su padre, se supone...). Charlie tiene un plomazo dado ...
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14-06-2025
[El lector interesado en la figura de Charles Chaplin puede consultar también en Criticalia los artículos 1616/2016: 400 AÑOS (VI). Cervantes / Quijote/ Quijotismo. Chaplin / Charlot/ Charlotismo, del que es autor el profesor Rafael Utrera Macías, y A propósito de “El Gordo y el Flaco”: las estrellas del cine cómico mudo en el sonoro (I). Laurel & Hardy, Keaton, Chaplin, original del autor de este artículo]
Con motivo del centenario de La quimera del oro, estrenada en 1925, Movistar+ dedica uno de sus canales temporales a mostrar la obra cinematográfica de Charles Chaplin, uno de los nombres indiscutibles del llamado Séptimo Arte, mayormente como creador de un arquetipo humano (el pequeño Charlot, en España y otros países de Europa, o Charlie, en Estados Unidos) a la altura de Don Quijote, Don Juan, Hamlet o Montecristo, un personaje universal ficticio que, como los citados (y otros más, por supuesto) nos define como seres humanos. Pero, por supuesto, Chaplin fue mucho más que aquel pequeño vagabundo de pantalones bombachos, zapatones como barcos, mínimo bombín, bigotillo como de mosca y bastón arqueado: agotado el personaje, Charles supo dar el salto a otras historias, otras películas, en las que también daría muestra de su genio, aunque parece evidente que lo más fresco de su creación estuvo vinculado a aquel insignificante personajillo que, en realidad, era un gigante humano.
Hay que decir, en honor a la verdad, que Movistar+ peca de hiperbólico al anunciar su canal temporal como “Todo Chaplin”, porque en realidad no es así. A ver, es cierto que están todos los largos que dirigió, desde El chico (1921) (que con sus 68 minutos ya se puede considerar como tal) hasta La condesa de Hong Kong (1967), casi medio siglo después. Pero los cortos dirigidos por Chaplin, desde 1914 en el que se inició como realizador, alcanzan la cuantiosa cifra de 57, mientras que Movistar+ ofrece en su canal “Todo Chaplin” solo 7…
Así que, por supuesto, bienvenido este canal temporal, que estará disponible en el dial 18 de la parrilla de Movistar+ desde el 12 de junio hasta el 6 de julio de este 2025, pero, ciertamente, no es &ldquo ...
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