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“La familia de Carlos IV” es una de las obras más representativas del pintor Francisco de Goya correspondiente a su etapa como “pintor de corte”. En este cuadro, pintado hacia 1800, aparte de los reyes, Carlos IV y María Luisa de Parma, aparecen varios infantes, Francisco de Paula, María Teresa, entre otros, así como el príncipe Fernando y su esposa, María Antonieta. De cada uno de ellos, el artista hizo diversos bocetos para, posteriormente, pintar los retratos individuales, posando cada uno en tiempos distintos, a fin de no someter al grupo, formado por una docena de personas, a estáticos posicionamientos y gesticulaciones poco soportables para niños y adultos. El propio pintor aparece, en el fondo de la parte izquierda, pintando, de modo semejante a como Velázquez lo hizo en el cuadro “Las meninas”.
Más de dos siglos después de que Goya pintara a la familia del rey Carlos (IV), Félix Viscarret filmó, en 2017, a la familia de Carlos (Saura) en un documental titulado Saura(s); la productora “Pantalla Partida” quiso conformar una serie que se titularía “Cineastas contados”; al parecer, todo quedó en intento.
El escenario elegido para el desarrollo de los hechos fue la propia casa de Carlos Saura y, sobre todo, el estudio donde habitualmente trabajaba, ya fuera dibujando, ya escribiendo. Una gran mesa acoge los utensilios favoritos del cineasta, lápices, pinceles, fotos, cachivaches sin misión y sin destino, aunque de gran valor afectivo para su propietario. En este revoltijo de objetos múltiples destacan, como naturalezas muertas, un sinfín de cámaras fotográficas, antiguas y modernas, pequeñas y grandes, enteras o despiezadas, que se erigen sobre lo demás por ser objetos vinculados al artista como un elemento más de su cuerpo, siempre colgadas de su cuello, siempre centradas sobre su pecho, de donde se elevan, para ascender a la altura del ojo y fotografiar lo fotografiable, de manera que, poco después, pasen a convertirse en nuevas piezas de eso que se ha dado en llamar “fotosaurios”. La semipenumbra que invade el espacio parece revertir hacia un tiempo propio, sólo suyo, sólo del artista, que gravita sobre todo lo demás. Dos ...
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ESTRENO EN NETFLIX.
David Bermejo es un guionista español que comenzó su andadura profesional con dos series míticas de la televisión española, las “sitcom” 7 vidas y Aida, en las que actuó como dialoguista, para convertirse ya en guionista principal de la también humorística serie Los hombres de Paco. Curiosamente, cuando ha pasado a controlar ya todo el proceso creativo, se ha decantado claramente por las historias de intriga, por argumentos de thriller, en los que ha conseguido éxitos apreciables como Luna. Los misterios de Calenda y, sobre todo, la notable Vivir sin permiso. Ahora, también bajo los auspicios de la poderosa Mediaset, propietaria en España de TeleCinco, presenta esta Entrevías que ha vuelto a reeditar, en la cadena de Berlusconi, el éxito de su anterior serie, y también de nuevo ha sido comprada por Netflix.
La serie consta en principio de 2 temporadas de 8 capítulos cada uno, si bien cuando se escriben estas líneas ya está anunciada una tercera temporada de igual número de episodios.
Si Vivir sin permiso tuvo a Aitor Gabilondo como creador y a David Bermejo como el “primus inter pares” de los guionistas, ahora, en esta nueva producción de Alea Media (también participada por Mediaset), Gabilondo pasa a ser productor ejecutivo y Bermejo creador, en una feraz dupla que se está demostrando muy interesante.
La serie arranca en nuestros días, en Madrid, en el populoso barrio de Entrevías, en el distrito de Puente de Vallecas. Entrevías es uno de los muchos barrios creados en la capital de España al abrigo de la explosión demográfica que tuvo lugar en Madrid durante el siglo XX, cuando gran parte de la población rural de las provincias limítrofes, pero también de otros puntos del país, emigraron a la llamada Villa y Corte, en busca de nuevas perspectivas de bienestar para sus modestas familias. Con el tiempo, como es normal, el barrio ha ido evolucionando y ahora en él viven muchos emigrantes de otros países, especialmente hispanoamericanos, árabes y asiáticos. En ese contexto, conocemos a Tirso, un sesentón largo, excapitán del ejército español, ya jubilado, que vive solo en la casa familiar en Entrevías, donde regenta un anticuado negocio de ferretería. Es un auténtico gruñón, un metomentodo, un tipo insoportable que en un momento dado se autocalifica como un “cabronazo de la vieja escuela”, o, como lo describe otro personaje, un “papel de lija”. Está harto de ...
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Celebrada la nonagésimo quinta ceremonia de los Premios Oscars, los galardones por antonomasia del cine, lo cierto es que su resultado nos parece que viene a confirmar un giro que se viene produciendo en la Academia de Hollywood (valga como sinécdoque del cine norteamericano, por supuesto) desde hace algunos años hacia el audiovisual que se hace al Este de Estados Unidos (entendido ello de forma lata: desde Nueva York para acá, todo es “el Este de Estados Unidos”...), ejemplificado hace tres años con el Oscar a Mejor Película (y otras tres estatuillas más) a la surcoreana Parásitos, pero ahora haciéndolo incluso dentro de la propia Norteamerica pero fijando el foco en ciudadanos americanos de etnia asiática, como es el caso de Todo a la vez en todas partes, clarísima ganadora de la gala, con 7 Oscars, entre ellos los principales: Película, Dirección (Daniel Kwan, chinoamericano nacido en Massachusetts, y Daniel Scheinert, paliducho caucásico, ambos firmando como Los Daniels), ...
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