CINE EN PLATAFORMAS
ESTRENO EN MOVISTAR+. Disponible también en Apple TV.
Paola Cortellesi (Roma, 1973) es una actriz italiana de ya larga trayectoria que ha debutado en la dirección con esta sin duda estimulante Siempre nos quedará mañana, que ha sido la gran triunfadora en las taquillas itálicas en el pasado 2023, con más de 5 millones de espectadores y más de 36 millones de euros de recaudación. Y ciertamente, viendo la película, se entiende el éxito de público, y también el de crítica, porque Cortellesi inicia con muy buen pie su andadura como directora con cosas que decir y, además, sabiendo decirlas de una forma muy cinematográfica.
Roma, a mediados de 1946: el país, derrotado en la Segunda Guerra Mundial, con Mussolini descabalgado del poder y ejecutado por los partisanos en 1945, está ocupado por las potencias aliadas, singularmente Estados Unidos. La sociedad italiana, en buena medida, está hundida en la miseria por una guerra devastadora. En ese contexto conocemos a Delia, casada con Ivano, quien la maltrata, humilla y desprecia constantemente; el matrimonio, de mediana edad, tiene tres hijas, una chica, Marcella, ya casadera (de hecho, está “tonteando” con Giulio, hijo de los ricos y estirados propietarios de una próspera cafetería) y dos niños varones, todavía pequeños (y rigurosamente insoportables en sus constantes peleas...). Delia saca su casa adelante con una multitud de pequeños trabajos, que complementan el sueldo del marido, pero éste siempre la ningunea por todo. Los malos tratos de Ivano contra Delia son conocidos en el barrio, pero nadie hace nada. Accidentalmente, Delia ayuda a un soldado norteamericano de las fuerzas de ocupación, William, quien se siente en deuda con ella y le dice que, si necesita algo, no dude en decírselo. Cuando Giulio y Delia van a formalizar el compromiso, con visita de la estirada familia de él a la pobre morada de la de ella, los acontecimientos empiezan a desencadenarse...
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ESTRENO EN MOVISTAR+.
Alauda Ruiz de Azúa (Baracaldo, 1978) es una directora y guionista vasca que se dio a conocer a nivel nacional fundamentalmente a partir de Cinco lobitos (2022), un drama en torno al tema de la maternidad, asunto recurrente en las nuevas generaciones de cineastas españoles, que fue multipremiado (3 Goyas, 3 Feroz, 2 Platinos, 2 Forqués, además de 7 galardones en el Festival de Málaga, entre otros laureles), aunque, sinceramente, a nosotros no nos llegó demasiado. Alauda, a la desprejuiciada manera de las nuevas hornadas audiovisuales, no le hace ascos a filmar productos comerciales alimenticios, y en esa clave debe entenderse su posterior largo, Eres tú (2023) (nada que ver con la famosa canción de Mocedades...), empeños tipo “pane lucrando” que, evidentemente, le permiten otros proyectos mucho más ambiciosos, como esta intensa miniserie, Querer.
La serie consta de 4 capítulos, cada uno de ellos denominados con un verbo en infinitivo: Querer, Mentir, Juzgar, Perder. La acción se desarrolla en Bilbao, en nuestros días. Conocemos a Miren, una mujer alrededor de los cincuenta años, con su abogada, Paula; ambas se disponen a ir a una comisaría de la Ertzaintza (la Policía autonómica vasca) a interponer una denuncia contra el marido de Miren, Íñigo, con el que lleva 30 años casado, por un delito de violación continuada. La mujer hace esto mientras el marido ha emprendido un viaje de trabajo y no volverá, en principio, hasta el día siguiente; Miren vuelve a su casa, prepara las maletas para marcharse, pero entonces llega el esposo; el congreso al que iba se ha cancelado, así que ha vuelto inesperadamente al hogar. Miren, incapaz de decirle que lo ha denunciado y que se va a marchar, le sigue la corriente, hasta que, aprovechando la primera ocasión que se le presenta, se marcha prácticamente con lo puesto, incluso olvidando las llaves de la casa a la que se traslada (la modesta vivienda de su madre, recientemente fallecida). No pudiendo por ello entrar en ese piso, Miren marcha a la casa que su hijo estudiante universitario Jon comparte con otros colegas, y duerme allí. Al día siguiente va con Jon a casa de su otro hijo, Aitor, casado y con un niño de corta edad, y le cuentan lo que ocurre. Pero Aitor no ve con buenos ojos lo que le cuenta su ama (madre en euskera), y llama a su aita (padre en euskera) para que a ...
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En artículo precedente, a raíz del estreno de la primera parte del musical Wicked, glosamos las películas de acción real (es decir, sin incluir las de animación) que habían llevado a la pantalla, de forma estricta o libre, el que podríamos denominar “universo Oz”, el mundo mágico y de fantasía, pero con tanta correlación con cuestiones de la vida real, que creó L. Frank Baum a partir de su seminal novela El maravilloso mago de Oz, publicada en 1900.
En ese artículo hablamos de las pelis que se habían rodado entre el período 1910 a 1966. En esta segunda entrega lo haremos con las que incidieron en ese universo Oz entre 1971 y 1990.
La primera de las películas que vamos a comentar entraría claramente en la sección de adaptaciones exóticas... y no es para menos, porque resulta que es una producción turca (de la época tutelada por los militares en el país). Su título internacional fue Turkish The Wizard of Oz (1971), con lo que parecía evidente que era una versión del libro pero adaptada a la sociedad turca de la época. El título original, “Aysecik ve Sihirli Cüceler Rüyalar Ülkesinde”, vendría a ser algo así como “Aysecik y los enanos mágicos en el país de los sueños”, a pesar de lo cual cuentan las crónicas de la época que fue una adaptación bastante fiel al original de Baum, aunque Dorothy se llamara Aysecik y el Espantapájaros apareciera como un estereotipo gay con pluma. Dirigió Tunç Basaran, realizador de larga y variada carrera, y del papel de la turca Dorothy llamada Aysecik se encargó Zeynep Degirmencioglu, que fuera niña prodigio durante los años sesenta y ya en los primeros setenta afrontó una etapa como adolescente que terminaría poco después, en 1975, al casarse (esto era bastante frecuente en la época...).
Pero para versión rara, rara, rara (gracias, Papuchi...), sin duda, la que hizo el británico John Boorman con Zardozleer más