Serie: Entre tierras

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Atresmedia hace ya algunos años que ha encontrado un filón en las series turcas, tipo Secretos de familia, Tierra amarga, Mi hija, etcétera, que le han dado excelentes resultados de audiencia. Sin embargo, en el caso de esta Entre tierras, lo que ha hecho la cadena del grupo Planeta ha sido comprar los derechos de la miniserie de 3 capítulos La sposa (2022), producto de la italiana RAI 1, y hacer su propia versión, una versión más amplia, ensanchando las líneas argumentales hasta triplicar el metraje, pasando a estos 10 capítulos de los que consta la serie española, que se puede considerar una adaptación libre del formato itálico, y así está reconocido en los créditos finales de la misma.

La serie se inicia en un pueblo de la costa de Almería, en 1967. Allí conocemos a María, una chica de 28 años que es el precario sostén económico de su modesta familia, tras la muerte años atrás del padre. La familia está compuesta además por la madre y dos hermanos (chico y chica, Guillermo y Luisa), menores que María. El pueblo se convulsiona cuando llega un tipo con un Mercedes, Ramón, un sesentón manchego que pretende convencer (con ayuda del alcalde del pueblo) a la familia de María para que la hija menor, Luisa, acceda a un casamiento por conveniencia, marchándose a la explotación agrícola del viejo, en Guadalajara. La chica se resiste, aunque la madre, a la que se le ofrece una existencia para ella y su prole sin dificultades económicas, finalmente accede. Pero María no puede consentir eso y decide ser ella la que se case, para evitar a la hermana tan mal trago. María tiene un novio que se marchó a Alemania años atrás y del que nunca más supo, a pesar de que de vez en cuando lo llama, infructuosamente. La ceremonia de boda se celebra enseguida, y ahí María descubre que el novio no es el sesentón Ramón, sino que este actúa como mandatario para una boda por poderes con su sobrino Manuel...

La serie Entre tierras ha sido encargada a la veterana productora privada Boomerang, entre cuyos créditos se pueden encontrar algunas ficciones televisivas tan populares como la longeva El secreto de Puente Viejo, y otras que incluso han gozado de prestigio crítico, como El tiempo entre costuras. Aquí, lo diremos pronto, tampoco han estado a su mejor nivel. No es que la serie esté mal hecha: es un producto profesional, digno, pero es como si sus autores supieran que tampoco es que aspiraran a otra cosa que a entretener un rato a la audiencia, bien de la televisión convencional, bien de las plataformas en las que finalmente desembocaría. Vamos, que no pretendía ser una obra de arte. El problema de este tipo de productos que se saben meros pasatiempos es que se incurra (como nos tememos que ha pasado aquí) en la desidia, en el trabajo puramente artesanal, pero tampoco sin matarnos, que no es eso...

Efectivamente, nos parece que la serie es bastante acartonada y tópica, con una filmación estándar y poco personal, habiéndose encargado de la realización de los capítulos Humberto Miró, María Togores (4 episodios cada uno) y Pablo Guerrero (2 episodios), que ya han trabajado juntos en otros proyectos. Pero es que el material de partida era evidentemente muy elemental, muy básico, con una evidente vocación de culebrón, como a la turca o incluso a la sudamericana, con todos los tópicos de los culebrones: hijos bastardos que no sabían que lo eran, adulterios, embarazos no deseados y con sospecha de que el padre era el menos indicado... en fin, las recetas clásicas de este tipo de producto evidentemente comercial, pero que no tiene intención de hacer otra cosa que no sea entretener y ser olvidada inmediatamente. Por supuesto, es una intención perfectamente legítima, pero también lo es el hecho de que de esta forma no tiene más recorrido, no tienen más función que proveer de recursos económicos a los que intervienen en su filmación, técnicos y artistas, aportar audiencia a las cadenas o plataformas que lo emitan, y un rato de superficial entretenimiento para públicos poco exigentes.

Es cierto que hay algunas referencias cinéfilas evidentes, y quizá eso sea una de las pocas cosas estimables que se pueden decir de esta Entre tierras. Por ejemplo, parece que uno de los modelos en los que se han inspirado muy libremente los guionistas (bien los españoles, bien los itálicos de la serie original) pudiera ser el clásico Cumbres borrascosas, no tanto la novela original de Emily Brontë como la versión cinematográfica que hizo William Wyler en 1939, buscando esa atmósfera un tanto lúgubre, aunque sea en Guadalajara, bastante lejos (geográfica, pero también conceptualmente) de los páramos ingleses en los que se desarrollaba la obra bronteana. Pero también nos parece que, sobre todo, hay una evidente influencia de otro clásico, Rebeca (1940), de Hitchcock, con esa presencia permanente y casi ectoplásmica de la anterior esposa (aquí llamada Llanos) y la no menos ominosa presión del equivalente al ama de llaves, aquí llamada Justa, aparentemente una mujer muy recta y estricta, pero en la realidad un personaje que, digámoslo ya, es de los más interesantes de la trama, una viuda secretamente enamorada del señorito, Manuel, el amargado sobrino de Ramón, con el que mantiene una tórrida relación de puro sexo, aunque para Justa sea, evidentemente, mucho más...

Pero, al margen de esos guiños cinéfilos, lo cierto es que estamos ante un melodrama bastante elemental, una intriga banal sobre la habitual maldad de los que tienen mucho dinero: nada nuevo bajo el sol, con el clásico cacique de libro, que ordena sobre la vida, e incluso sobre la muerte de la gente que tienen la mala suerte de estar bajo su férula. En ese sentido, el villano que compone Juanjo Puigcorbé (de vuelta a la actuación tras su paso por la política, de la que al parecer ha salido escaldado) es un malo un poco de opereta, bastante unidimensional.

Aparte de la trama central, con la protagonista casada a su pesar con un hombre amargado con el que (se intuye desde el principio) al final tendrá una relación de amor plena, algunos capítulos desarrollan otras líneas argumentales paralelas, como la de los episodios en los que se destapa lo que sucedió con Llanos, la anterior esposa de Manuel, que tienen un tono más de thriller, con su asesino que hay que descubrir, etcétera. También se ha hablado de cierta apariencia como de wéstern moderno, aunque la verdad es que es difícil encontrar esa huella en la serie, como no sea, aparentemente, en algunos de los escenarios del pueblo de Almería donde se inicia la trama y a donde, recurrentemente, volverá María, la protagonista.  

Hay, es cierto, una buena utilización de los paisajes costeros almerienses, así como una entonada selección de canciones de la época, aunque alguna de ellas, como Abre la puerta, niña, del grupo Triana, es bastante posterior (1975) a la fecha en la que se desarrollan los hechos de la serie (1967, según se indica al comienzo del primer capítulo). Sin embargo, la música compuesta expresamente para Entre tierras por Andrelo Prado nos parece muy endeble, convencional, ramplona, serviría para esta serie o para cualquier otra.

Como andaluz, resulta molesto que no se haya cuidado el tema de los acentos: así, la protagonista, María, y su novio, José, ambos supuestamente andaluces, hablan con un acento castellano que tira de espaldas (en este contexto, se entiende), mientras que el resto de los supuestos almerienses, en mayor o menor medida, intentan acercarse a un cierto acento andaluz.

Actoralmente hablando, Megan Montaner siempre se esfuerza en sacar adelante sus papeles: desde que protagonizó El secreto de Puente Viejo, esta oscense se ha convertido en una solvente intérprete, mayormente de dramas, donde consigue su mayor nivel, por su notable intensidad dramática. A Unax Ugalde (el marido por poderes), sin embargo, lo vemos un tanto perdido, al menos en la primera parte de la serie, en la que tiene que aparentar ser un hombre sin norte tras la desaparición de la esposa de la que estaba muy enamorado. Puigcorbé, como decimos, un tanto tópico en su personaje de cacique con más mala leche que la Bruja de Blancanieves y la Madrastra de Cenicienta juntas. La mejor, Begoña Maestre, que hace una Justa en la que se puede reconocer la influencia del ama de llaves de Rebeca, pero también el desatado furor uterino de la Luisa de Amantes (1991), de Aranda.


Entre tierras - by , Apr 28, 2024
1 / 5 stars
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