Pelicula:

CINE EN SALAS

Rafael Cobos (Sevilla, 1973) se ha hecho un nombre en cine desde hace ya bastantes años, esencialmente como coguionista de Alberto Rodríguez en películas como 7 vírgenes, La isla mínima, El hombre de las mil caras, Modelo 77 y Los Tigres, además de en la serie La peste, habiéndose desempeñado él mismo como “showrunner” (concepto que engloba a creador, guionista y productor, lo que vendría a ser un “autor total”) de la continuación de esa serie, La peste: La mano de la Garduña. Es verdad que Cobos también ha escrito o coescrito guiones para otros cineastas, como Ali, para Paco R. Baños, Toro, para Kike Maíllo, y Las gentiles, para Santi Amodeo; pero lo cierto es que, hasta hace poco, pensar en Cobos era pensar solo en la pareja artística de Alberto Rodríguez.

Pero desde hace unos años Cobos ha iniciado su propia carrera como director, una carrera que es todavía escasa en títulos aunque con indicios de interés, como demostró en la serie El hijo zurdo, un estimable acercamiento a la figura del adolescente sociópata, dentro de una familia a la vez disfuncional y rica. Ahora reincide, ya bajo la fórmula del largometraje de cine, con este Golpes, donde de nuevo incide en el tema de la familia, un tipo de familia esquinada, como ya lo era en El hijo zurdo, y que aquí, en su primera película, será también el tema principal, aunque adornado con los ropajes del thriller.

La historia se inicia en los años cuarenta, en la postguerra española. Conocemos a Sabino y Migueli, dos niños que viven en un pueblo cercano a Sevilla; Sabino es unos años mayor que Migueli, y guarda un sordo rencor hacia su padre, un maquis refugiado en el monte, siempre perseguido por la Guardia Civil. Cuando el hombre es finalmente abatido y enterrado en un lugar ignoto, los niños serán criados por unos tíos de Galicia, aunque Migueli, rebelde por naturaleza, se escapa en cuanto tiene edad para ello, dedicándose al robo como profesión, por lo que pronto resulta encarcelado. Ya a principios de los años ochenta, en la prisión, se entera del sitio donde está sepultado su padre, y, al cumplir su condena, decide comprar el terreno para exhumarlo y darle un entierro digno. Para ello concibe la idea de dar varios “golpes” (de ahí, al menos en primera instancia, el insulso título de la peli…), en bancos, casinos, etc., para conseguir los 9 millones de pesetas que le exige el dueño del terreno para vendérselo. Sabino, entre tanto, se ha convertido en un bragado policía que anhela jubilarse para irse a vivir al sur de Portugal, su El Dorado, pero para ello su jefe le exige que capture a su hermano, que se ha convertido en el enemigo público número uno con sus salvajes atracos, en los que derrocha brutalidad a espuertas. Aparte de eso, Sabino se duele calladamente porque sabe que su mujer, Rosa, cada día está más lejos de él, y no tardará en marcharse…

Cobos, ciertamente, no es un estilista: su cine es, todavía -atención al adverbio…- desaliñado; le falta personalidad, resultando un tanto pedestre como director. Cabría imaginar qué habría hecho su cuate Alberto Rodríguez con este guion, seguramente una película bastante mejor; pero hay que tener en cuenta que Rafael lleva dos telediarios dirigiendo, y esto no se aprende de hoy para mañana… Por lo demás, y como decíamos, su peli va (de nuevo, como El hijo zurdo) de la importancia de la familia, en lo que parece va a ser su tema recurrente como director, cuando tiene las manos libres para expresar aquello que le (pre)ocupa. Una visión de la familia en principio bastante desalentada (en ambos audiovisuales inicialmente lo es), en estructuras familiares desquiciadas, bien por el efecto narcotizante del dinero y el poder, en la serie, o, como aquí, por la disociación fraternal (dos hermanos, cada uno a un lado de la ley), que finalmente convergerá de nuevo, de forma ciertamente imprevista y traumática. 

Esa peculiar mirada al siempre poliédrico universo familiar (que lo aguanta todo, incluso clanes desestructurados como el que aquí se plantea: hermanos separados por su posición ante la ley, pareja en trance de demolición…) es, probablemente, una de las mayores virtudes de la película, que obviamente las tiene, más allá de que, formalmente, suponga un cierto paso atrás respecto a El hijo zurdo. También parece que otro de los temas recurrentes en su obra va a ser el desprecio hacia los ricos: Cobos, en la serie, a la familia protagonista, millonetis y poderosa, nada más que le falta escupirle a la cara, y aquí a los ricachones que van al casino los presenta a todos con una pinta de arrogantes, engreídos y altaneros que tira de espaldas…   

Gusta Cobos de los simbolismos en pantalla, a veces demasiado gráficos y evidentes, como en la inesperada visita de Migueli a la casa de su hermano, situando en una escena a los dos a ambos lados de un larguero vertical en la terraza, como escenificando visualmente la separación entre ambos, por si no nos habíamos dado cuenta… Gusta también Cobos de los cultismos, como ya vimos, por ejemplo, en su guion de Toro, donde tiraba nada menos que de Edipo… aquí lo encontramos en la obsesión de Migueli por exhumar a su padre de la fosa sin nombre en la que está sepultado para enterrarlo “como se merece”, debidamente identificado, en lo que nos parece una variante de la Antígona de Sófocles, cuando la protagonista de la tragedia arrostre la ira de su tío, el rey Creonte, al enterrar a su hermano Polinices, al que el monarca había condenado a no recibir tierra. Nos parece bien este tipo de recursos de corte culto, porque ciertamente no estamos precisamente sobrados de ellos, en una época en la que el personal de a pie lo único griego que conoce es el yogur ídem… También muy interesante, en otra forma de cultismo (un cultismo popular), es la reiterada utilización de la famosa canción del grupo Triana “Tu frialdad”, que viene al pelo sobre la relación cada vez más distante de la mujer de Sabino.

Menos atractivo nos parece el tono desaforado que Cobos imprime a las escenas de atracos a bancos y casinos, con una brutalidad ciertamente impostada, que suena a falsa; aunque la banda de la que se rodea Migueli (¡vaya director de cásting nefasto que sería…!) es una panda de tarados, no parece demasiado de recibo esa brutalidad sin venir a cuento… aún más cuando, según se nos dice repetidamente, Migueli era una especie de epígono de Robin Hood, y lo de robar a los ricos para dárselo a los pobres (ellos eran pobres de solemnidad, por eso se lo quedaban…) no conlleva agredir salvajemente a empleados y clientes del banco…

La película está rodada en Sevilla, pero sin ánimo de hacer un “cine de postalitas”. De hecho, se utilizan algunos escenarios con sentido distinto al suyo natural, como la fachada del Teatro Lope de Vega como supuesto casino de juego. 

En resumidas cuentas, estamos ante un thriller social, algo pesado, que confirma el talento de Cobos como guionista (los diálogos son buenos, creíbles), pero con intermitentes caídas de ritmo narrativo, en una película impremeditamente feísta, con una ambientación de los años ochenta que queda un tanto pobre.

Los actores están dejados a su albur; lo que pasa es que tanto Luis Tosar como Jesús Carroza (improbables hermanos, por cierto: aquí los directores de cásting no han estado muy finos…) son buenos actores y sacan adelante sus personajes razonablemente bien. En esto Cobos debería tomar nota de su amigo Alberto Rodríguez, que es un excelente director de actores.


(06/12/2025)


 


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101'

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Golpes - by , Dec 06, 2025
2 / 5 stars
Thriller social sobre la importancia de la familia