Serie: La peste

El cineasta andaluz Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971) tiene tras de sí una ya más que interesante carrera: descubierto para el cine al filo del cambio de siglo con El factor Pilgrim (2000), codirigida con Santi Amodeo, una comedia muy divertida e inteligente a vueltas con “el quinto Beatle”, después iniciaría, ya en solitario, una carrera que buscaba su propia voz: con El traje (2002) ensayó la dramedia social con inmigrante de por medio; sin mucho éxito, al menos confirmó sus dotes creativas, lo que fue una buena noticia. Ratificó sus virtudes como cineasta con la también social (y tan desesperanzada) 7 Vírgenes (2005), que le pone por primera vez en el mapa nacional, al ser nominado a siete Goyas, aunque solo Jesús Carroza (un sorprendente actor aficionado de inusual intuición artística) consiguió el suyo. Con su siguiente film, After (2009), Alberto da un giro en su carrera y disecciona a tres cuarentones que no quieren dejar de serlo, una suerte de radiografía de Peter Pan que, en una primera visión, presentaba aparentes errores de guion, pero cuya revisión sorprendió por la madurez de la propuesta, por la enorme intensidad emocional. Ambientado en la Sevilla previa a la Expo’92, Grupo 7 (2012) fue el primer ensayo de Rodríguez con las claves del thriller, con buena mano en cuanto a la impecable factura, aunque nos pareció que la historia chirriaba; de nuevo una segunda revisión nos hizo encontrar cosas que parecían no estar (pero, por supuesto, estaban...) la primera vez: la relación entre el policía que interpreta Antonio de la Torre y la yonki a la que intenta salvar, encarnada por Lucía Guerrero, era oro (cinematográfico) puro.


Con La isla mínima (2014) Alberto ingresa ya definitivamente en el Olimpo de los cineastas consagrados, con un thriller sucio y muy físico, hábilmente ambientado en los arrozales de la sevillana Isla Mayor, un paisaje extraño, casi onírico, en un film percutante y comprometido, que conseguiría 10 Goyas, entre ellos el correspondiente a Javier Gutiérrez, que comenzó a despuntar como el gran actor que siempre fue (aunque no nos habíamos enterado hasta entonces...). Ese éxito se revalidó con su siguiente película, El hombre de las mil caras (2016), en el que Alberto retrató a Francisco Paesa, el trilero de altos vuelos que estafó a otro pícaro de marca mayor, Luis Roldán, en un film con un guion que era una auténtica filigrana, exquisitamente cincelado por él y por su cuate habitual en estas lides, Rafael Cobos.


Con La peste, Rodríguez y Cobos afrontan su primera serie como creadores (como director Alberto ya grabó algunos episodios de la serie histórica Hispania), en este caso para Movistar+. Y lo cierto es que el empeño no se ha podido salvar mejor. Vista en una primera instancia en su estreno en 2017, lo cierto es que las condiciones de emisión en aquel momento dejaron bastante que desear: la copia disponible entonces era en exceso oscura, con diálogos a menudo ininteligibles, circunstancias que los medios y las redes se encargaron de airear como si fuera culpa de Alberto y Rafael, lo que no era el caso; una segunda visión posterior, ya en condiciones normales, nos ha permitido apreciar en toda su grandeza este thriller “de época”, esta intriga de casi 300 minutos de duración, divididos en seis episodios de alrededor de 50 cada uno.


La historia se inicia con un recorrido por las chabolas extramuros de Sevilla; acompañamos a Luis de Zúñiga, un inteligente arribista que, sin ser hidalgo, ha conseguido llegar a una desahogada posición económica a base de habilidad, picardía y nulos escrúpulos. Zúñiga va con una cohorte de sirvientes y con Monardes, médico de la ciudad, hombre docto, lo más parecido a un científico moderno de la época; visitan una chabola en la que el médico, tras revisar un cadáver, confirma que ha muerto de peste. Zúñiga decide entonces que no se cierre la ciudad, sobornando generosamente a los que deberían informar a las autoridades, para acaparar trigo y que, cuando ello ocurra, él pueda estar en la mejor situación. Paralelamente, Mateo Núñez, librepensador e impresor que tuvo que huir de la ciudad cinco años atrás, perseguido por la Inquisición, es requerido por un albacea para que saque de Sevilla a Valerio, un adolescente, hijo bastardo de su amigo Germán Larrea, recientemente fallecido. A partir de ahí, con la peste desatándose en la ciudad, Zúñiga y Mateo, amigos de antiguo, se verán involucrados, de diversa forma, en una intriga que resultará determinante en la vida de ambos y en la de la propia Sevilla...


La peste es un armonioso fresco histórico contado en clave de thriller, pero con aditamentos de otros géneros y refrescado por temáticas actuales, muy adecuadamente adaptadas a la época para que no chirríen. Así, entre las distintas tramas que se articulan e interseccionan con la central (la búsqueda por parte de Mateo del autor de varias muertes alevosas que aparecen con ilustraciones e inscripciones de la Biblia protestante, en una investigación encargada por el prelado al mando de la Inquisición), una de ellas presentará un inequívoco sesgo feminista (¡a finales del siglo XVI!), perfectamente imbricada en la serie, la de una mujer, viuda, artista que no puede firmar con su nombre, y cuya fábrica textil no puede tampoco dirigir por su condición femenina, una mujer adelantada a su tiempo que se enfrentará a los prejuicios (in)morales de la época, y que habrá que sortear, con talento y mano izquierda, las prohibiciones abyectas de una sociedad acérrimamente machista. Pero también habrá lugar para la denuncia de la religión como instrumento para ejercer el Poder, y para las maniobras de la plutocracia para enriquecerse mientras el pueblo se muere de hambre o de enfermedad, o de ambas cosas.


Serie bellísimamente fotografiada, admirablemente ambientada en una Sevilla que los sevillanos no reconocemos (y a la vez sí reconocemos, no tanto en sus calles como en sus gentes: siguen siendo los mismos...), está cuidada hasta el máximo detalle, pero sin alardear de esa ambientación, sino que esta se imbrica en la serie como un elemento más, como un intérprete inanimado en una historia en la que un clamoroso error de atrezzo podría “sacar” al espectador de la intriga, lo que, afortunadamente, no sucede nunca.


Se ha criticado la visión que se da de la ciudad, aludiendo a la suciedad, la cochambre ambiental, la ruindad moral de una Sevilla que los clásicos del lugar tienen sacralizada como si la urbe siempre hubiera sido como en nuestros tiempos: pero la acción se desarrolla a finales del XVI, hace más de cuatro siglos, cuando cualquier parecido entre aquella sociedad y la actual es mera coincidencia. El trabajado guion, que se advierte exhaustivamente documentado, muestra esa Sevilla que las mentes biempensantes quieren creer que no existía; pero sí, existía...


Gran trabajo interpretativo; además del protagonista, un estupendo Pablo Molinero que “es” Mateo Núñez, y sobre el que pivota toda la historia, nos gusta mucho Manolo Solo, cuyo prelado al mando de la Inquisición da auténtico, genuino miedo, así como Paco León, en su primer papel “serio”, en un personaje al que confiere sutiles matices. Patricia López Arnaiz está muy bien en su papel de artista y persona libre, relegada a la irrelevancia por su condición de mujer; entre los secundarios, toda una pléyade de los grandes actores de reparto andaluces, desde Antonio Dechent a un Manuel Morón cuyo personaje parece inspirado en el Fagin dickensiano de Oliver Twist, pasando por Paco Tous o Jesús Carroza.


 


La peste - by , Nov 20, 2019
5 / 5 stars
Admirable thriller “de época”