CINE EN PLATAFORMAS
[Esta película forma parte de la Sección “Queer” del ATLÀNTIDA MALLORCA FILM FEST’2024. Disponible en Filmin por tiempo limitado]
“La homosexualidad es ilegal según los Artículos 214 y 217 del Capítulo 21 del Código Penal de Nigeria y puede ser penado con más de 14 años de reclusión en una penitenciaria. El norte de Nigeria es islámico y extremadamente conservador. De acuerdo con la ley Shari'a, la cual se aplica en esta zona del país, castiga el coito anal entre hombres con 100 latigazos (para hombres solteros) y con unos años de prisión y hasta con la pena de muerte por lapidación para los hombres casados… La hostilidad pública contra las relaciones homosexuales es generalizada en Nigeria, un país en gran parte conservador de más de 180 millones de habitantes, dividido entre un norte predominantemente musulmán y un sur predominantemente cristiano.” (Extracto del artículo de Wikipedia titulado “Diversidad sexual en Nigeria”).
Con el panorama descrito en este texto, parecía claro que una película de temática LGTBI en Nigeria era tan difícil como encontrar alguien que no sea un cabeza hueca en un mitin de Trump… Cuando supimos de la existencia de este film de kilométrico título, All the colours… (permitan que apocopemos, por aquello de la economía del lenguaje…), nos sorprendió su mera existencia, y la verdad es que, una vez visto, se entiende un poco mejor esa simple existencia, y lo difícil que ha debido ser montar este modesto pero sin duda agradable proyecto.
Babatunde Apalowo (Ogbagi Akoko, 1986) es un guionista, director y montador nigeriano afincado desde hace tiempo en el Reino Unido. Hasta ahora la mayoría de sus créditos lo son como guionista, mientras que sus films como director todavía son pocos, un corto titulado A place of happiness (2017), rodado en su país natal, con temática también propia de Nigeria, y este su primer largo de ficción, de tan poético título, All the colours of the world are between black and white (literalmente, “todos los colores del mundo están entre el negro y el blanco”), que consiguió el premio Teddy (que galardona al mejor film de temática “queer”) en la Berlinale.
La historia se ambienta en nuestros días en Lagos, la populosísima capital “de hecho” (la “de derecho” es Abuya) de Nigeria; conocemos a Bambino, al que sus escasos amigos llaman Bambi, de profesión “rider”, motorista que lleva todo tipo de mercancías de un lado a otro de la ciudad en su vehículo, empleado en una empresa a la que reclama, por así habérselo prometido en su momento, dejar la calle para pasar a un puesto administrativo en la misma. El hombre es insistentemente presionado por una vecina y amiga, Ifeyinwa, para acostarse juntos; la chica está prometida con otro hombre, pero está claro que al que quiere es a Bambi. Pero este no parece estar interesado en ella. Un día, el hombre conoce a un fotógrafo, Buwa, y entre ambos parece nacer una buena amistad, o quizá otra cosa, aunque ninguno de los dos, especialmente Bambi, querrá dar un paso más allá…
Conforme a la represión legal a la que está sometida la (evidentemente) clandestina comunidad LGTBI en Nigeria, la película es castísima. De hecho, la relación entre los dos hombres no llega ni a un beso en pantalla, ni casi a contacto físico alguno, más allá de que Bawa vaya en algún momento de “paquete” en la moto de Bambi, o de las escenas en las que el primero cuida del segundo tras un accidente de tráfico y procede a lavarlo pudorosamente con una toallita. Por supuesto, es lógico y natural, teniendo en cuenta la actitud duramente represiva del gobierno ante esa forma distinta de amar. El director, Babatunde (que a veces firma como Tunde) Apalowo, cuenta que la inspiración le vino en la universidad, en su país natal, cuando presenció cómo agredían salvajemente a su compañero de habitación por su (supuesta o real, da lo mismo) homosexualidad. También ha contado Apalowo las dificultades que tuvieron para el rodaje, dado el tema, desde las complicaciones para encontrar actores que se prestaran a rodar esos personajes, por miedo a lo que podría sucederles en su carrera y en su vida, hasta la persecución que la propia Policía realizó en ocasiones contra los miembros del rodaje.
Dicho esto, habrá que decir que All the colours… es una sin duda bienintencionada película que vale en buena medida más por su propia existencia que por sus valores artísticos, sin que ello signifique que esté desprovista de ellos. En este sentido, presenta la película una filmación en buena medida estándar y convencional, con una cámara permanentemente estática, sin movimiento alguno, aunque parece evidente que hay en ello una decisión artística, buscando el director más el mensaje que se quiere transmitir, de tolerancia y de lucha contra la (autor)represión, que intentar dejar una impronta, un sello personal como director, como creador.
Formalmente, como decimos, la película tiene una narración clásica, sencilla, sin extravagancias, con una fotografía en buena medida bastante convencional, pero sin que sea una filmación acartonada, porque la historia fluye y se sigue bien, aunque es cierto que tiene algunos baches de ritmo, provocados casi siempre por problemas de guion, alargando algunas escenas como las de las permanentes dudas que manifiesta Bambino sobre su relación (o no) con Bawa, lo que se entiende dado el problema ambiental y legal al que se enfrentan las relaciones gais en Nigeria, pero que en cine debería tener una plasmación más sintética, menos extendida sin necesidad.
Estamos entonces ante una película muy humilde, con apenas cuatro o cinco localizaciones interiores, pocos actores y un look en el que se ve que no ha sobrado el dinero precisamente. Hay momentos incluso que parecen delatar que se han hecho muy pocas tomas, quizá incluso una única toma por plano, lo que confirmaría la modestia del empeño, quizá también su rodaje cuasi clandestino; por supuesto, esas circunstancias, y las adversidades sufridas hasta llevar a buen puerto el film, no solo no juegan en su contra sino que nos ganan sin remisión.
Quizá su mayor valor sea precisamente lo que nos cuenta, y desde donde lo cuenta; en ese sentido, Apalowo, a pesar de la sobriedad narrativa, presenta en su film algunas soluciones artísticas que nos parecen interesantes, como el hecho de que todos los personajes que no sean Bambi, Bawa o Ifeyima, o bien no aparecen en escena (están filmados tras una pared que no deja verlo, como el jefe de Bawa al principio, o al otro lado de la puerta de la casa que éste abre cuanto una vecina llama para pedirle dinero prestado), o bien aparecen desenfocados, o de espaldas, buscando así el director nigeriano concentrar su historia en esos tres personajes, decirle muy gráficamente al espectador que se centra en ellos, y que quiere que el público también lo haga, que los demás no importan, son elementos accesorios prescindibles. También es interesante la utilización de la profundidad de campo, a través de la cual veremos hasta tres escenas de homofobia ambiental callejera, todas ellas protagonizadas por grupos de jóvenes que, al fondo del plano en el que vemos a Bambi, vejan a otro chico supuestamente gay, llegando en la tercera a tomarla violentamente con nuestro protagonista cuando se desvela públicamente su posible homosexualidad. Otras escenas simbólicas son más pedestres, como aquella en la que Bawa le dice a Bambi, evidentemente con un doble sentido, que no tenga miedo de atravesar un puente bamboleante en lo que parece uno de los parques de Lagos.
Esforzada película, entonces, esta All the colours… y valiente, y necesaria, porque hay que recordar la poderosa influencia del cine en la sociedad; también en la nigeriana, a la que evidentemente va dirigida fundamentalmente este film; aquí en Europa, o en Estados Unidos y Canadá, o en Australia o Japón, puede parecer un ejercicio de ursulinas, pero hay que tenerlos cuadrados (perdón por la grosería) para hacer una película como ésta en un país en el que, como hemos visto en la introducción, ser gay es sinónimo de ser un criminal.
Correcto trabajo del trío protagonista, muy interiorizado y, suponemos, con más miedo que siete viejas por lo que pueda suponer para sus carreras en el futuro; también para ellos nuestro chapó, sobre todo por su valentía al afrontar estos personajes, a pesar de que hayan de comportarse de una forma tan extremadamente mojigata.
(23-07-2024)
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