Serie: Matlock

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De 1986 a 1995 se emitió en Estados Unidos, primero a través de la cadena NBC y después de la ABC, la serie Matlock, creada por el entonces muy en boga Dean Hargrove (el creador de Columbo, para situarnos), una serie de corte judicial que constó de 9 temporadas, con un protagonista, Andy Griffith, muy popular en su país, que encarnaba el personaje de Ben Matlock, un abogado encargado de defender a acusados que parecen más que sospechosos, aunque al final se descubría siempre que no era así, gracias a las dotes jurídicas y perspicacia del picapleitos protagonista. 

Ahora, prácticamente treinta años después, se ha hecho este “spin-off” o secuela, que no está demasiado claro qué es exactamente, en la que se imagina a una abogada ya muy veterana (septuagenaria larga…), Madeline Matlock, que se presenta como si hubiera estado en aquel mítico bufete (solo que aquí a sexo cambiado, claro, como es el signo de los tiempos). Conocemos a Matlock de entrada viendo cómo utiliza su vejez para hacerse invisible para otros y conseguir información que le valdrá para conseguir sus fines. De esta forma Matty, como es conocida por todos, consigue introducirse en un prestigioso bufete neoyorquino donde da muestras de una notable inteligencia, penetración psicológica y sagacidad, cualidades que pueden ser muy útiles para la compañía de abogados. Pero la entrañable Matty esconde un secreto: se llama Madeline Kingston, y se ha infiltrado en el bufete para descubrir al responsable de que su hija muriera años atrás de una sobredosis de medicamento, al ser adicta a un opioide sobre la que esa empresa echó un manto de silencio durante años; si eso no hubiera sido así, Matty y su marido, Edwin, no habrían perdido a su hija; ahora ambos tienen la tutela del hijo de ésta, Alfie, de 12 años. Con sus artimañas y siempre jugando con su edad, Matty se hace pronto con la confianza de los dirigentes del bufete, desde Olympia a Julian, esposos pero también adversarios en la carrera profesional dentro de la empresa, y de Howard (conocido como Senior), padre de Julian y máximo dirigente del despacho… Matty tendrá que descubrir quién ocultó la nocividad del opioide y, con ello, causó indirecta pero criminalmente la muerte de su hija y de otros muchos pacientes que se engancharon al medicamento creyendo que era inocuo, cuando en realidad era inicuo…

La serie consta de una primera temporada de 19 capítulos, estando ya anunciada una segunda. Cada episodio es autoconclusivo en cuanto a un caso que el bufete defiende, ya sea de forma onerosa o, en algunos casos, pro bono (gratis para personas que no tienen recursos para pagar la minuta del bufete), pero mantiene siempre la línea argumental principal, en la que Matty Matlock (o sea, Kingston) busca pistas que le encaminen hacia quien realizó la abyecta maniobra que tantas muertes conllevó. 

La creadora de la serie es Jennie Snyder Urman, de todavía corta carrera y no especialmente distinguida, habiendo sido guionista de alguna película como Algo prestado y de un par de series como Jane the virgin. Lo cierto es que la serie, sin ser nada del otro jueves, resulta agradable de ver, a lo que sin duda contribuye de forma decisiva el carisma de una Kathy Bates que hace toda una creación de su personaje. Bates, que domina todos los resortes de la interpretación, se ha comprometido tanto con esta producción que incluso ha participada como productora ejecutiva, asegurándose así cierto control de la parte creativa.

Aunque quizá demasiado tecnicista en su aspecto jurídico (lo que hace que a veces el espectador se pierda con la jerga leguleya), la serie ciertamente se deja ver con agrado, con cierto tono de humor sutil, siempre a vueltas con el edadismo, sacándole bastante partido a esta circunstancia, que la protagonista juega astutamente a su favor. En este sentido, es evidente que es una serie ingeniosa, que cae irremediablemente simpática, en especial por el personaje central, auténtico motor del audiovisual.
 
Juega la serie con frecuencia con la (supuesta o real, a veces no queda claro…) falta de pericia digital de Matlock, como una de sus presuntas carencias profesionales que harán que sus colegas, o bien la infravaloren, sintiéndose superiores (y perdiéndose con ello, claro…), o bien se sientan llamados a servirles de cicerones cibernéticos. En este sentido, es verdad que con cierta frecuencia la trama resulta un tanto artificiosa, y tampoco ayudan los diálogos que, con frecuencia, resultan poco inspirados, como si estuvieran escritos rutinariamente.

A la par que la línea argumental central (la de Matty, su marido y su nieto urdiendo una estrategia para averiguar quién fue la persona que ocultó el informe del opioide), la serie desarrolla, a lo largo de toda su extensión, otras secundarias, como es habitual en este tipo de productos: una de ellas es la relación alternativamente de amor/odio entre los cónyuges que pugnan por convertirse en el/la segundo/a de a bordo tras el jefazo, una pugna que se complicará también en lo personal y sentimental con terceras personas; y la otra línea secundaria es la que se desarrolla con los dos abogados jóvenes que trabajan en el mismo despacho que Matlock, un hispano y una yanqui-asiática, también con sus dimes y diretes profesionales (celos, zancadillas, aunque, en el fondo, con una buena relación) y sentimentales (aunque por separado: él es hetero, ella lesbi). 

La filmación es correcta, a veces incluso estilosa, aunque las escenas de cierto suspense están hechas de forma poco convincente, y su resolución suele ser más bien pedestre. Como es habitual en los thrillers judiciales, se expondrán, ante el jurado de turno, los inevitables pero tan agradecidos alegatos llenos de emotividad, bien por parte de Matlock o de sus compañeros de bufete, todo un clásico en este tipo de productos. 

Es cierto también que la serie resulta demasiada estirada en su trama central, jugando con las típicas sospechas que parecen apuntar hacia un presunto culpable, sospechas que pronto se desvanecen para quedar en nada (de lo contrario no se llegaría a 19 episodios, claro…).

Hay algunos guiños cinéfilos, como la huella dactilar que en un momento dado toma la prota para poder acceder a una información esencial para su objetivo, escena en la que se refieren expresamente a ese tipo de añagazas típicas de Misión imposible (no queda claro si la serie televisiva o la cinematográfica…).

Por supuesto, cumple holgadamente con las reglas de la transversalidad en edad (la prota y su marido son septuagenarios largos), multietnicismo (además de blancos hay negros, hispanos y asiáticos) y orientación sexual (la abogada “junior” chinesca aporta esa opción), como todo audiovisual actual que se precie.

Serie entretenida, entonces, pero también bastante calculadora, que se ajusta al canon de dramedia entreverada de thriller, con algunos toques negros, típicos del audiovisual intrascendente que busca entretener sin más, en un producto agradable pero ciertamente más bien inane, un amable pasatiempo judicial con un guión que busca sorprender constantemente con giros no siempre bien ideados y plasmados, notándose con frecuencia los flecos sueltos y una cierta incoherencia. 

Aunque la primera temporada acaba con el descubrimiento de la persona responsable del encubrimiento del tema del opioide, se cierra con un “cliffhanger” ciertamente muy potente, que permite prever una segunda temporada también bastante agitada, aunque quizá ya en un tono distinto.

Gran trabajo de Kathy Bates, cuyo personaje es, en buena medida, lo mejor de la serie: grande, la actriz que ganó un Oscar por su inolvidable (a fuer de temible…) enfermera de Misery está eximia en su papel de astuta viejecita que representará su papel para encontrar al responsable indirecto de la muerte de su hija y de otras muchas personas. El resto del reparto hace un trabajo correcto.

(10-10-2025)


Matlock - by , Oct 10, 2025
2 / 5 stars
Un amable pasatiempo judicial