Pelicula:

CINE EN PLATAFORMAS
[Esta película forma parte de la Sección Oficial del ATLÀNTIDA MALLORCA FILM FEST’2024. Disponible en Filmin por tiempo limitado]

El cine que tiene como tema la educación, y en concreto el que se centra en la figura del profesor o profesora, tiene de entrada ganado un buen trecho en la captación del interés del espectador, porque pocas profesiones más interesantes, también más difíciles y con frecuencia incomprendidas como la de la persona encargada nada menos que de formar a los hombres y mujeres del futuro. En los últimos años hemos visto algunos buenos films con este personaje como eje de la historia, films como la alemana Sala de profesores, la franco-israelí La profesora de parvulario, la francesa Los buenos profesores, la mexicana Radical, o la canadiense Profesor Lazhar, entre otras. En todas ellas, y en muchas otras, hemos podido ver la dignísima profesión del profesor desde muy distintas perspectivas y en muy diversas circunstancias; todas ellas, también, y otras, nos han hecho reflexionar sobre el duro oficio de educar.

Esta La profesora de literatura (por cierto, por una vez y sin que sirva de precedente, mucho mejor título español que el original, que se podría traducir -si el traductor online que hemos usado no se equivoca…- como “quedarse sin aire”, más bien amorfo) se ambienta en Hungría, en nuestro tiempo. Conocemos a Ana, la protagonista, profesora de literatura en un instituto que celebra ese año su sesquicentenario (150 años impartiendo educación, que ya son años…). Ana es querida por sus alumnos porque hace de sus clases un tiempo realmente agradable, en un espacio en el que pueden expresarse con libertad y donde fomenta con buen tino el amor por la literatura. Tanto es así, es tan popular y tan reconocida entre sus colegas, que la directora, Éva, le pide que se encargue de producir el espectáculo que servirá como colofón a los actos conmemorativos de ese 150 aniversario de la institución. Sin embargo, en una de sus clases, Ana recomienda a sus alumnos (de 17 años, no estamos hablando de niños pequeños…) que, para tener una mayor idea sobre los poetas Rimbaud y Verlaine, vean la película Vidas al límite (en su título original Total eclipse), un film británico de 1995 dirigido por la polaca Agnieszca Holland, con Leonardo diCaprio y David Thewlis como los bardos franceses. El padre de uno de los alumnos, Viktor (un chico callado que se revela en clase como un incipiente poeta de gran intensidad), se percata con enojo de la película que ha recomendado la profesora (que, lógicamente, toca el amor homosexual entre los dos poetas, hecho más que conocido y contrastado), y presenta una queja formal ante la dirección. A partir de ahí se inicia una espiral en la que todo irá a peor, entre la directora queriendo que el tema no se desmadre para que no desluzca las celebraciones del aniversario del instituto, y la profesora que quiere mantener su derecho a dar las clases como cree conveniente…

Por supuesto, el tema del film es si merece la pena luchar por lo que se cree, en este caso la libertad de cátedra, buscando formar personas adultas y maduras, o bien el individuo debe plegarse a las exigencias de los grupos ultras que utilizan la demagogia en su contra. Aquí, a pesar de que la película es una historia en la que todo se va complicando para la protagonista (la directora pasa de ser su defensora a acusarla incluso con mentiras, la mayoría de sus colegas están enojados con ella, la conexión sentimental con su pareja, a distancia, se enfría hasta romperse…), Ana, la profesora de literatura del título, optará, contra toda esperanza, por intentar demostrar (ante sus compañeros, ante el padre homófobo, ante los diversos comités de investigación y de ética) que una persona de 17 años está perfectamente capacitada para ver una película sobre dos artistas que, entre sus características, tenían también la de ser homosexuales, y que ello forma parte también de su formación, de conocer el mundo en el que viven. Esa libertad de cátedra que se verá ferozmente aherrojada por la visión alicorta y pacata de la directora, temerosa de que aquel escándalo emborrone el aniversario del instituto, pero también por los compañeros que (salvo alguna honrosísima excepción) no hacen causa común con ella, no digamos por el padre felón que fue el detonante de todo, ese padre tonante que tiene amedrantado a un hijo de carácter sensible que prefiere ir a clases de teatro que a deportes, y que se lo oculta porque sabe que su progenitor jamás lo entenderá.

Formalmente hablando, la directora, Katalin Moldovai, opta por la invisibilidad, y salvo en el último tramo, se esconde tras la cámara para que sean las imágenes (y el sonido, en especial la peculiarísima banda sonora de Tibor Cári, plagada de percutantes toques metálicos que contribuyen a crear una cierta atmósfera de soterrada, creciente angustia vital) las que hablen por sí solas. Al final sí, Moldovai ofrece un par de escenas en las que claramente se hace visible (metafóricamente hablando, claro está). Una, aquella en la que Ana se marcha de la escuela tras la resolución del comité de investigación que dilucida sobre su recurso: al fondo del plano vemos un autocar de turistas, en cuyo costado aparece reproducido el famoso fresco de La creación del hombre, de Miguel Ángel; cuando el chófer acciona desde su cabina el maletero lateral para que se abra, el dedo de Dios, tan próximo en la pintura al de Adán, lógicamente se levanta hacia arriba y esa cercanía que casi enlazaba divinidad y humanidad se rompe abruptamente, quizá una forma muy visual de hacernos ver como Ana ha sido dejada de la mano de Dios (y de los hombres, claro…). La segunda, realmente prodigiosa, es un correlato de la primera secuencia, en la que oímos (que no vemos) a Ana, con la pantalla en negro, pidiendo a sus alumnos que cierren los ojos e imaginen la letra “o”; pueden visualizarla como quieran, de color, grande, pequeña, lejos, cerca, para después pedirles que describan cómo la han imaginado… al final del film, Ana conduce por la carretera y recuerda aquel momento: cierra los ojos, imagina una letra… lógicamente, no podemos decir más, solo que quizá, al final de esta espiral de demolición de la profesora de literatura, haya aún lugar para la esperanza…

Katalin Moldovai, miembro de la minoría étnica húngara que vive desde hace muchos años en Rumanía, nació en el país de Drácula en 1982, y se ha formado en cine en sendas instituciones de prestigio, la Universidad Sapientia Húngara de Transilvania y la Universidad Metropolitana de Budapest, una educación que, visto lo visto en este film, ha resultado ser muy provechosa. Emigrada ya en su juventud al país de sus raíces étnicas, Hungría, su carrera como cineasta se inició en 2013, habiendo dirigido desde entonces varios cortos y un largometraje en comandita, siendo éste su primer largo en solitario. Lo cierto es que no parece una ópera prima, por la seguridad con la que está puesta en escena, por la solidez del mensaje enviado, en un país, la Hungría del primer ministro Viktor Orbán, cuyo gobierno desde 2010 viene desplegando una política ultraderechista, autoritaria, demagógica y homófoba, entre otras “cualidades”, por lo que esta película, con su mensaje tolerante y liberal hacia la educación, hacia la formación de las futuras generaciones, seguramente no ha debido sentar demasiado bien en la sede presidencial.

Con una ajustada sobriedad narrativa en la que no intenta nunca la espectacularización tan habitual hoy en día, buscando siempre la economía de lenguaje, con una narrativa clásica y apenas movimientos de cámara, Moldovai confirma que, salvo en ese (prodigioso, por lo demás) tramo final, lo que le interesa es la historia que nos cuenta, no la forma de contarla, lo que no significa que su puesta en escena no sea elegante y con personalidad, porque lo es. Una historia que, según tiene explicado la directora, parte de un caso real que conoció hace años en su país natal, Rumanía, lo que le llevó a pensar, seguramente con razón, que los resabios autoritarios de las dictaduras comunistas siguen aún fuertemente imbricados en sectores muy influyentes de esas sociedades.

Buen trabajo actoral, mayormente de la protagonista, Ágnes Krasznahorkai, una actriz teatral que ha llegado relativamente tarde al cine, y a la que se ha podido ver incluso en una película española como El fotógrafo de Mauthausen (2018).


(15-07-2024)


 


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105'

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La profesora de literatura - by , Jul 15, 2024
3 / 5 stars
El derecho a la libertad de cátedra