Pelicula:

CINE EN SALAS

A la chita callando, Jacques Audiard (París, 1952) se ha convertido en uno de los grandes nombres del cine europeo, y por ende mundial, y eso que comenzó siendo “el hijo de Michel Audiard”, aquel reputado guionista (también ocasional director) que se especializó en libretos cinematográficos generalmente inscritos en el cine negro francés (el famoso “polar”); pero afortunadamente Jacques no se vio aquejado del llamado “síndrome de Adèle Hugo”, el complejo que atenaza a los vástagos de los grandes hombres (o mujeres, claro...), sino que, aunque empezó también escribiendo guiones, y también generalmente dentro de la “série noire”, cuando empezó a dirigir en los años noventa se vio que su carrera no parecía que fuera a discurrir por los mismos senderos de su papá, sino que Jacques iba a ser bastante más ecléctico, aunque también bastante menos prolífico.

De hecho, en treinta años de carrera como director, Jacques Audiard solo ha dirigido, hasta la fecha, diez largometrajes de ficción (más varios videoclips musicales, más algún corto y serie de televisión), con lo que sus películas se esperan como pequeños, o grandes, acontecimientos. Así se han ido sucediendo títulos sugestivos como Un héroe muy discreto (1996), Lee mis labios (2001), De latir mi corazón se ha parado (2005), Un profeta (2009), De óxido y hueso (2012), Los hermanos Sisters (2018) y París, Distrito 13 (2021), entre otros, que han ido conformando una interesantísima a fuer de heterogénea filmografía de temáticas y estéticas muy diversas.

Así que no ha sido una sorpresa (o sí: quizá no imaginábamos a Jacques como creador de un musical...) esta Emilia Pérez que llamó poderosamente la atención en Cannes, donde consiguió tres premios, entre ellos el del Jurado y el de Mejor Actriz para las cuatro intérpretes principales del film. La historia se ambienta en México, en nuestro tiempo: conocemos a Rita, una abogada que, por aquello del “pane lucrando”, se gana la vida defendiendo a tipos más bien indefendibles, como a un magnate que ha asesinado a su mujer pero cuya defensa argumenta esa muerte como suicidio (vamos, en realidad, que él “la ha suicidado”...); el caso, que gana, le da una notoriedad pública de la que Rita no está precisamente orgullosa, pero hace que alguien, un desconocido, la cite para lo que le promete puede ser la oportunidad de su vida; acepta en principio, pero cuando dos tipos la secuestran poniéndole una capucha en la cabeza, Rita cree llegado su último día. Pero resulta que el secuestrador es un poderoso y temible narcotraficante, “Manitas” del Monte (no, no es hermano, ni primo, de María del Monte...), quien le propone que le ayude, como abogada, a dar el salto de hombre a mujer, que es su deseo desde niño, a cambio de una cantidad indecente de dinero...

En Emilia Pérez todo sorprende, y para bien: sorprende la clave musical inserta en una historia con narcos mexicanos (podrían ser también colombianos, igualmente temibles), pero también, por supuesto, el tránsito del pavoroso criminal (con aspecto como de gorrilla, sección mugrientos...) a mujerón de bandera, exponiendo un tema, la transexualidad, que es un asunto de nuestro tiempo: hace cuarenta años esta película hubiera sido directamente imposible. Pero es que la cinta va evolucionando, y de esa historia del narco que se sentía mujer, y luchó hasta conseguirlo (aunque, eso sí, con unas espaldas como de cargador de muelle...), iremos pasando, con fluidez, hacia la historia obviamente ficticia de una mecenas (la propia Emilia Pérez, el nombre que toma Manitas ya de fémina) que se lanza filantrópicamente a recuperar los cuerpos de los cientos, miles, quizá cientos de miles de desaparecidos que existen en México; pero, como decíamos cuando estudiábamos latín, allá en el Pleistoceno Superior, “non solum sed etiam”, “no solo, sino también” asistiremos al enamoramiento de Emilia, cuyo objeto quizá no tan sorprendentemente será una mujer, gloriosamente llamada Epifanía (recordemos lo que dice el DRAE de esta palabra, como nombre común: “Manifestación, aparición o revelación”), efectivamente toda una revelación para Pérez, con la que reencontrará el amor físico, sexual, pero también sentimental; pero es que también tendremos una historia de amor paternofilial (bueno, maternofilial...), con esa Emilia (ahora convertida en una prima lejana de Manitas, una protectora tía para los niños) absolutamente entregada a sus hijos, como de 7 y 8 años. Para remate de los tomates, el último tramo del film supondrá que la trama gira hacia el cine de acción, con una percutante puesta en escena de un Audiard apabullantemente dueño de todos los resortes de la realización cinematográfica.

Así que Emilia Pérez tiene casi de todo, hasta momentos que recuerdan a la comedia, en clave más bien irónica. Pero, con tanta diversidad, nunca aparenta ser un cuerpo hecho de retales, un Frankenstein, sino que presenta una notoria unidad de estilo; hay una historia compleja y múltiple, pero en la que no se aprecian las costuras, sino que todo engarza y fluye con naturalidad. La coreografía creada por Damien Jalet pronto se advierte como rompedora con respecto a las tradicionales que el cine ha ido conformando con el tiempo: por supuesto, con las de la época clásica, llamémosle Donen/Kelly, pero también con la más reciente del cine musical de Bob Fosse. Aquí se rompe absolutamente la cuarta pared (salvo algunos momentos en el que se opta por la coreografía que podríamos llamar Beyoncé, o Rosalía: la cantante y sus bailarines mirando a cámara en una suerte de plano de armónica arquitectura), y se integran las canciones dentro de la propia historia, sin solución de continuidad, de tal manera que pueden empezar hablando, siguen cantando, y terminan hablando de nuevo. Esa forma de imbricar inextricablemente las canciones dentro de los diálogos comporta para el espectador una sensación extraña, pero en absoluto desagradable: contribuye poderosamente a que la película no sea una historia realista, sino en buena manera, al menos de forma parcial, fantástica; y es que lo de que alguien tenga arrestos para dedicarse a recuperar a los miles de desaparecidos en México ya es bastante fantástico, casi de ciencia-ficción...

Las canciones, por cierto, son realmente hermosas, algunas emocionantes hasta la lágrima, como la titulada “Papá”, que la hija (que no sabe que lo es) de Emilia le canta a su supuesta “tía”, cuando le dice “hueles a mi papá”, la emocionante añoranza de una cría que no sabe que, realmente, tiene a su padre, con apariencia femenina, arrullándola en la cama; o la titulada “Para”, en la que los allegados de los cientos, miles de desaparecidos, ponen voz a su desgracia, a la pérdida de los suyos, suplicando solo tener un cuerpo sobre el que llorar, unos restos que poder enterrar. Unas canciones originales de los músicos Camille y Clément Ducol, que consiguen una pequeña maravilla con las letras y las notas musicales.

Audiard, como ya habíamos visto en las películas que antes citábamos de su filmografía, se confirma como uno de los más estilosos cineastas actuales, un estilo que no es mera estética ni pura forma, sino un estilo que se entrelaza con el fondo para conformar una unidad, una afortunada aleación que sorprende por su ligereza, por su facilidad, aunque sepamos que hacerlo es realmente difícil.

Gran película esta Emilia Pérez, tan moderna como, en el fondo, clásica;  y es que no hay nada más moderno que lo clásico, como sabemos... Se habla mucho de ella para los próximos Oscars, y sería de justicia que fuera nominada y que se llevara más de un premio (y de dos...). Especialmente nos parece fantástica la interpretación de las cuatro actrices que la protagonizan, en especial Zoe Saldaña, estupenda como la abogada que abominaba de los marrajos a los que tenía que salvar el culo, para encontrar sentido a su vida entregándose en cuerpo y alma a su nueva protectora y finalmente entrañable amiga; pero, sobre todo, la película “es” Karla Sofía Gascón, el nuevo nombre del actor que, en su etapa de hombre, era conocido como Carlos o Juan Carlos Gascón, y que resulta todo un descubrimiento: como actor no recordamos haberlo visto nunca en una pantalla, pero como actriz, literalmente, se la come con papas...

(09-12-2024)


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132'

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Emilia Pérez - by , Dec 09, 2024
4 / 5 stars
Rompedora, fantástica, a su manera clásica