Jeannette Nordahl (Olstykke, 1985) es una directora danesa que, como se dice coloquialmente, “echó los dientes” en el cine como ayudante de dirección en varias series de su país de origen, en especial de la célebre Borgen. Simultáneamente empezó a dirigir cortos, y en 2020 saltó al largo con Wildland, peculiar mezcla de thriller y drama. Desde entonces también ha prestado sus servicios profesionales como realizadora en algunas series televisivas, y ahora dirige su segundo largometraje, este Volver a ti.
Conocemos a Ane, una profesional en torno a los cincuenta, y a su marido, Thomas; ambos tienen dos hijas, una adolescente, ya casi mayor de edad, que se está especializando en gimnasia artística, y una niña como de 8 años. Los esposos han acordado separarse, tras enamorarse Thomas de una compañera de trabajo en el centro escolar donde da clases. Cuando Ane sufre un ictus que le paraliza parcialmente el lado izquierdo del cuerpo, la separación, que aún no habían comunicado a las hijas, se pone a la fuerza en “stand by”…
Resulta curioso que el tema del film, una separación conyugal, en realidad, es algo de lo más común en los países escandinavos, donde hay más parejas que se han divorciado que las que siguen casados tras el primer desposorio, siendo el divorcio algo totalmente interiorizado en una sociedad donde tal herramienta de separación existe desde hace muchos años. El hecho de que el tema del film sea precisamente ese es lo que le confiere una cierta notoriedad, si bien es verdad que, si escarbamos un poco, en realidad el tema es el dilema que surge entre las dos personas que aún son cónyuges cuando un problema de salud de uno de ellos detiene todo el proceso y permite una segunda oportunidad, de alguna forma involuntaria, pero que está ahí, momento en el que el cónyuge renuente (él) se encontrará ante la tesitura de seguir adelante con el divorcio o si realmente no quiere llevarlo a cabo; no hablamos aquí de, como dice la protagonista, caridad, sino de reencuentro de sentimientos, de emociones, que parecían periclitadas, en una nueva realidad que permite percibir de nuevo esas sensaciones que parecían acorchadas o, al menos, preteridas.
Dicho lo cual, y confirmado que Nordahl es una cineasta competente (asistir a la dirección en Borgen debe conferir impronta…), lo cierto es que nos parece que al film le falta algo de fuerza: esta historia de “me voy, pero ahora no sé si me voy” es muy civilizada, claro, que para eso esto es Dinamarca, pero le falta algo de “punch”, de elementos que anclen la atención del espectador, que sigue a los protagonistas en sus andanzas, primero en la senda del divorcio que aún no quieren (o no se atreven…) a anunciar a las niñas, después con la nueva panorámica que otorga la enfermedad parcialmente inhabilitante de la esposa, tras ello la también nueva situación que propicia una renovada intimidad, a la que sucederá el dilema… ¿qué hacer, entonces?
Con cierto tono costumbrista, casi detallista, con frecuentes planos de cosas inanimadas, de una cotidianidad urbana de clases medias escandinavas (que en cualquier otro lugar sería de clases altas…), gentes sin apuros económicos, solo enfrentados a sus propios sentimientos, a sus propias decisiones y disyuntivas, la película presenta en principio uno de esos gélidos divorcio nórdicos, quizá no tan civilizado como podía imaginarse, aunque es verdad que aquí no hay arrebatos por cuernos ni nada similar.
La filmación de Nordahl parece invisible, muy a lo suyo, a contar la historia, sin buscar hacerse evidente, con algunos detalles de buena cineasta, como el accidente cerebrovascular de la protagonista, con la caída de ella dada fuera de campo, en off, en la que solo oímos el ruido de los cacharros al ser arrollados al caer, en lo que supone una interesante elipsis.
Menos creíble resultan los cambios de carácter de ella, una mujer sensata, que quiere a sus hijas absolutamente, y la forma en la que el ictus afecta a su relación con estas, en especial con la mayor, además sin motivo alguno, en un giro de guion que parece buscar que entendamos hasta qué punto la protagonista se siente desgraciada: divorcio a las puertas, incapacidad física, asunción de que nunca más volverá a ser la que fue.
Película sobre la crisis que supone en todo clan familiar, pero también en cada una de las personas que lo componen (cada uno a su manera, por supuesto, dependiendo de su situación dentro del conjunto familiar) la aparición del divorcio como instrumento para segregar una pareja oficialmente constituida, con los efectos colaterales en la prole (sobre todo si ésta es menor de edad), confirma que, como por lo demás todos sabemos, no deja de ser, por más habitual que sea, una tragedia, o al menos un drama, sobre todo para los hijos, y desde luego un fracaso desde el punto de vista de proyecto de vida en común. La posibilidad de que este divorcio pudiera (como en aquella deliciosa comedia teatral de Mihura, Cuatro corazones con freno y marcha atrás) ser detenido, incluso revocado, abre una sugerente perspectiva final, que la directora, con buen tino, no desvela: el espectador decidirá qué hacen Ane y Thomas finalmente…
Esforzado trabajo de la protagonista, la gran Trine Dyrholm (que se desempeña también como productora ejecutiva, lo que confirma su interés en el film), que ha de afrontar el complejo papel de una mujer hemipléjica que se somete a un complicado proceso de rehabilitación. El resto del elenco, bien, correcto, muy profesional.
(01-07-2025)
97'