Pelicula:

Entre la segunda mitad de los años cincuenta y la primera de los sesenta se produjo en Estados Unidos y Reino Unido un cierto “boom” del cine inspirado en las novelas de Julio Verne, como consecuencia del éxito comercial (y en buena medida también crítico) de 20.000 leguas de viaje submarino (1954), de Richard Fleischer, y la costeada La vuelta al mundo en 80 días (1956), de Michael Anderson. Esta La isla misteriosa buscó reeditar esos éxitos, aunque en puridad no lo consiguió, a pesar de lo cual ha quedado como una apañada versión de la novela verniana que volvía a poner al capitán Nemo como uno de sus personajes principales, como ya ocurría en la mentada 20.000 leguas...

La película, que sigue de cerca la peripecia argumental de la novela de Verne (aunque cambia algunos personajes, haciéndolos a casi todos militares, cuando en el texto literario todos eran civiles), se inicia en Richmond en 1865, en pleno cerco de la ciudad por parte del ejército de la Unión, una ciudad que fue durante la Guerra de Secesión (contexto histórico en el que transcurre la trama) la capital de la Confederación sudista. Vemos entonces que un grupo de prisioneros yanquis, formado por el capitán Harding, el veterano soldado de raza negra Neb, el miedoso soldado joven Herbert, y un reportero unionista que acaba de llegar al calabozo, Gideon, escapan en la noche tras noquear a sus carceleros. Montan en un globo que el ejército sudista mantenía en la plaza y, en medio de la tempestad, huyen, incluido un sargento sudista que ha subido a la barquilla intentando evitar la fuga. Pero el fuerte viento los empuja hasta el mar y, después de un tiempo, caen cerca de una isla, donde el capitán parece haber muerto ahogado, aunque aparece misteriosamente vivo, inconsciente y junto a una pequeña fogata que le da calor. El grupo habrá de ingeniárselas para sobrevivir en un entorno hostil, donde sospechan que alguien los vigila, y donde aparecerán animales que han crecido de una forma desmesurada, hasta convertirse en gigantes que amenazan su seguridad...

Cy Endfield (1914-1995) fue un peculiar cineasta norteamericano que en los años cincuenta tuvo que exiliarse en el Reino Unido tras sufrir persecución por su pasado comunista por el Comité de Actividades Antiamericanas dirigido por el senador McCarthy. Antes de eso había hecho algunas interesantes películas dentro del cine negro, como Historia del hampa (1950) y The sound of fury (1950); ya en Inglaterra, Endfield volvió a incidir en el “film noir” con películas como Ruta infernal (1957), para después afrontar este film de aventuras, La isla misteriosa. En sus últimos años en activo Endfield tiene un par de títulos relevantes, Zulú (1964), sobre las guerras británicas en el continente africano, y la rarísima De Sade (1969), una extravagante peli psicodélica sobre el famoso marqués. Endfield no fue un gran director, pero es cierto que hizo algunas aportaciones interesantes, sobre todo dentro del cine negro.

Aquí quizá lo más destacado sea el hecho de que de los efectos especiales se encargó el famoso Ray Harryhausen, el gran creador de pequeñas maravillas analógicas en ese campo, como las que inventó para películas como Simbad y la princesa (1958), Jasón y los argonautas (1963) y, sobre todo, Furia de titanes (1980). Aquí Harryhausen pone en escena una serie de bichos curiosísimos, como un cangrejo del tamaño de un rinoceronte, un pollo que más parece un avestruz gigante, o un pulpo con unos tentáculos de tamaño “king size” que haría las delicias de un cocinero de pulpo a feira... También es cierto que los decorados de la isla, hechos con la técnica del “matte painting” (técnica de pintura sobre vidrio, típico de la época en la que no existían los efectos digitales) “cantan” cantidad, aunque esa falsedad tan evidente es verdad que confiere al film un tono muy naif que le da cierto encanto “vintage”.  Pero hay también muchas escenas rodadas en plena naturaleza, planos que, curiosamente, se rodaron en su mayoría en la costa levantina española (Gerona y Alicante, fundamentalmente).

Tiene la película lógicamente un tono de aventura (género en el que claramente se inscribe), pero más serio y circunspecto de lo que solía ocurrir en aquel tiempo, cuando era frecuente imprimir a estos films un sello más infantil o juvenil. Un tanto acartonada aunque resultona, quizá se toma demasiado en serio a sí misma, cuando es evidente que se trata de un entretenimiento, si bien es verdad que (en línea con lo que pretendía el propio Verne en su novela), hay un cierto aliento antibelicista y regeneracionista a tener en cuenta, aunque ese mensaje no deje de ser tibio, buenista y sin mucho calado.

La isla misteriosa fue la segunda novela verniana en la que aparecía el fascinante personaje del capitán Nemo, tras 20.000 leguas de viaje submarino, y a él se debe la resolución de la mayor parte de las peripecias a las que habrán de enfrentarse los náufragos, socorriéndolos sin que estos lo sepan casi hasta el final. La película, como la novela, también entronca con un tipo de literatura que durante el siglo XIX gozó de gran popularidad, con toda una serie de epígonos de Daniel Defoe y su Robinson Crusoe; Verne, de hecho, recreó el tema de los náufragos en islas perdidas en varias novelas, como Escuela de robinsones o Dos años de vacaciones, y también en esta La isla misteriosa.

La filmación de Endfield (que nunca fue un gran estilista...) es muy estándar, poco personal, como de artesano; siendo un cineasta que gustaba de temas más serios (su cine negro siempre tuvo un fuerte compromiso social), quizá se sentía muy por encima de esta trama un tanto elemental, y tampoco se aplicó demasiado creativamente hablando.

Resultan curiosos los trajes de buzo utilizados, con una gigantesca caracola a modo de recipiente del oxígeno para respirar y unas escafandras que también recuerdan a conchas marinas gigantes. La música de Bernard Herrmann, el magistral compositor de varios Hitchcock como Psicosis, sin ser nada del otro jueves, si es muy personal, de corte muy orquestal.

Los actores, correctos, sin alharacas, seguramente sabedores de que se trataba de un producto comercial que no les iba a proporcionar ni gloria ni un mejor caché. El más distinguido quizá sea Herbert Lom, que toma el relevo al gran James Mason de la fleischeriana 20.000 leguas de viaje submarino en su composición del capitán Nemo.

(22-03-2025)


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101'

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La isla misteriosa - by , Mar 22, 2025
2 / 5 stars
Una circunspecta aventura antibelicista