Rafael Utrera Macías

Entorno doméstico: espacio Eros, tiempo Tánatos

Carlos, actor, y Fernanda, actriz retirada, viven, con su hija Cuqui, en un chalet de Madrid. Allí llega Bill, un militar americano a quien la muchacha conoció en un pasado viaje a Estados Unidos. Su estancia entre los españoles pone al descubierto unas relaciones familiares tensas, un matrimonial amor marchito, una relación paterno-filial que excede los límites de la afectividad natural.

La vivienda dispone de césped y piscina; este espacio, donde se ejercita un deporte común, es testigo de efusiones amorosas entre el visitante y la joven; finalmente, consumado el deterioro de relaciones, queda convertido en lecho mortuorio.

A su vez, los interiores, dormitorios, salón, delatan la profesión de sus propietarios ya que los recuerdos personales y las fotografías advierten de su vinculación al mundo del espectáculo. También el dormitorio de Cuqui se decora con variedad de elementos que denotan tanto sus intereses juveniles como su admiración por ciertos aspectos de la civilización americana. En tales espacios se sitúan las problemáticas relaciones entre propios y extraños: distanciamiento familiar, acercamiento entre el extranjero y las dos mujeres, en fases diversas y con motivaciones diferentes. El salón, de decoración recargada y barroca, se convierte en lujoso interior donde la tragedia se consuma, donde la provocación, el desafío americano, tendrá como respuesta una incontrolada furia de insospechadas consecuencias. Las frustraciones de una familia española, sus personales incompetencias, convierten a un extranjero en su víctima propiciatoria. Tánatos gana inesperadamente la partida reservada a Eros.


Dramático encuentro entre españoles y extranjeros

En su chalet de las afueras madrileñas, Carlos distrae su ocio, junto a la piscina, una mañana de domingo. Llega Bill, capitán americano; se muestra seguro de sí frente a un anfitrión sorprendido ante la magnética autoridad del extranjero. Tales actitudes son muy significativas en el desarrollo de la narración. Carlos trata a su hija entre severo y cariñoso. Bill se integra pronto en el ambiente. El padre se siente turbado ante tanta familiaridad; busca la posible intervención de Fernanda para mediatizar el liberado comportamiento de la hija; la poca disponibilidad de la madre para tal asunto evidencia la disparidad de criterios entre ambos. Su carácter y su actitud quedan de manifiesto desde el primer momento.

La joven, en ocasiones, sintoniza emocionalmente con el padre aunque la animadversión entre éste y el visitante la obliga psicológicamente a estar en constante guardia, mantener la sonrisa y actuar de forma natural y espontánea ante el americano; su grado de irritabilidad aumenta cuando queda a solas con su padre; entonces aparece la tensión motivada por la actitud paterna con su ansia de dominio y control; el choque generacional se hace más que evidente; el desinterés de Fernanda se convierte en obsesión de Carlos. Este se muestra exultante en unas ocasiones, amargo y sarcástico en otras; se diría que su actitud es a veces como la de un amante celoso, más por las relaciones entre Bill y Cuqui que por las de Bill y Fernanda; el juego se le escapa sin que pueda evitarlo; su ánimo resulta derrotado cuando observa el exhibicionismo físico del militar. Este, por su parte, se desentiende del juego del padre, si es que llega a percibirlo a fondo; su actitud es diferente con el hombre que con las mujeres; son éstas quienes le interesan. Fernanda  ha encontrado una justificación suficiente para "actuar"; se evidencia su distinto comportamiento en privado, con su marido, y ante Bill; supera el toque cómico y se aproxima al ridículo tanto en la composición-descomposición de su figura como en su lenguaje; el juego seductor del americano le halaga; se le presenta la oportunidad de mostrar su grado de renuncia a la vida profesional en favor de la hogareña y familiar; se siente fascinada por la sutileza de Bill, y éste, ante un inesperado bastión, aprovecha para afirmar su personalidad, provisionalmente perdida con Cuqui.

Carlos se ha quedado aislado; procura no perder la compostura y sigue mostrándose obsequioso en cuanto es anfitrión a la fuerza; en la intimidad con Fernanda patentiza su rechazo y la elude; estalla un conflicto que estaba latente y ahora se hace presente; a su vez, con Cuqui, las diferencias se marcan tras entrar en su habitación y llevarse su película; la crispación de la chica tiene un pretexto, toda una causa, que acrecienta la intolerancia contra su antecesor por lo que busca la ternura en Bill; decide marcharse de casa, con él: quiere ejercer su propio compromiso; sin embargo, las reticencias del militar la sumen en una nueva decepción al tiempo que descubre la intención egoísta de la visita y el miserabilismo del extranjero.

Bill no cumplirá su objetivo básico: tomar el sol de España y hacer el amor sin mayores compromisos. La chica se lo ha puesto, inesperadamente, difícil, pero no merece pagar un alto precio. La situación de Cuqui, dispuesta a marcharse sola, tiene todavía un contratiempo más. El padre descarga su agresividad de modo impulsivo sobre la hija. La violencia contenida de la familia se hace patente en esta insólita actuación paterna. La muchacha se reafirma en su postura. Carlos se queda deshecho. A partir de ahora no finge ante el americano; éste ha mantenido el coqueteo con Fernanda; la actriz menosprecia la inferioridad física de su marido y lo pone de manifiesto ante el visitante; el nuevo y diferente tono de Carlos sorprende y molesta a Bill quien exacerba la provocación contra éste. El cuchillo con el que el extranjero juguetea se convierte en arma que actúa sobre Carlos y obliga a exteriorizar los sufrimientos acumulados. Al verse vencido ante la esposa y, sobre todo, ante la hija, pierde el control y golpea mortalmente. Impresión, desconcierto, paralización, abatimiento... Hay que justificar la muerte del extranjero...


Narración psicológica con estilo barroco

El episodio deviene en una narración psicológica que el realizador ha desarrollado con cierto estilo barroco. El propio Guerin lo ha calificado como "una especie de cuarteto de cámara" donde "lo importante era la interacción de los distintos personajes, la forma de relación de cada uno con respecto a los otros, colectiva o aisladamente". Acaso, la principal diferencia entre el guion y la película esté en el subrayado que el director hace del ambiente, así como en el énfasis puesto en la decoración y en la interrelación que se establece entre ésta y la conducta de los personajes, donde no se sabe quién es el resultado de quién.

La oposición que se establece entre españoles y americanos está en este episodio exenta de contenidos ideológicos; se trata de un enfrentamiento de costumbres donde el matiz sensual y sexual es el más marcado. La actuación de Carlos procede tanto de su incapacidad para aceptar la relación Cuqui-Bill del presente como para asumir la pasada (la que pudo darse en Estados Unidos). Desde esos planos, la mentalidad española juzga a la americana y la condena. La muerte acaba con el desequilibrio producido entre las diversas fuerzas; el supuesto equilibrio se restablece con la "destrucción del corpúsculo extraño". El carácter cerrado y "fosilizado" del ambiente vuelve a su estado primitivo.


El decorado: sus características. Los objetos: su significado. La música: transiciones y subrayados

El decorado contribuye a explicitar la opresión interpersonal y ambiental. Hay un conjunto de elementos que define a cada personaje: las pelucas, los cosméticos, el sofisticado y coqueto vestuario, está en función de la actriz que Fernanda fue; sus recuerdos son vivencias presentes, patentes en sus objetos; las fotografías, los premios, los trofeos, significan cuanto Carlos es, profesionalmente, todavía; el dormitorio de Cuqui ofrece un estilo personal dentro de la decoración general de la casa: los símbolos de la superficial  cultura americana -máscara y bate de béisbol-  dejan de ser elementos decorativos para convertirse en dramáticos en una expresiva transgresión de su función en la narración.

Otros objetos aportan significado ocasional según el contexto: el pastrami funciona como regalo-recuerdo que actualiza una situación anteriormente vivida; el bate, como ya hemos indicado, es un elemento "genuinamente americano", objeto admirado en su valor funcional por la muchacha, que con su efecto boomerang se rebela contra el ciudadano de su nacionalidad; las estatuas de faunos y bustos romanos, muy queridas en la estética gueriniana, pasan de ser enfáticos y barrocos elementos de decoración a víctimas sobre las que se descarga la furia del español: el golpe mortal sobre el americano tiene un resultado previo sobre la estatua, destrozada antes que la cabeza de Bill; la película de súper-ocho es un recuerdo vivo para Cuqui que se convierte en objeto de discordia cuando su padre se la arrebata y desencadena la tensión mencionada; el cuchillo con el que juguetea Bill antes de la mortal pelea adquiere función dramática por el modo de usarlo y la situación en la que aparece.

La música, original de Luis de Pablo, está utilizada de muy diverso modo: marca transiciones entre secuencias; subraya visiones subjetivas; acompaña la ida o venida del personaje (con especial atención a la madre); ambienta emocionalmente cualquier situación; se insinúa con tema específico en cada personaje.


Francisco Rabal: homenaje a Jaime de Armiñán

Siempre le llamo don Jaime/ a don Jaime de Armiñán;/ sus hijos también le dicen/ de "don" en vez de "papá"./ Será porque tiene el don/ del respeto y la amistad,/ la educación necesaria/ la necesaria bondad/ para ser padre y amigo/ en equilibrio cabal./ Aparte que yo le admiro/ y le quiero cantidad,/ desde que le conocí/ en su entorno familiar,/ a través de sus películas,/ su manera de filmar/ de poner en los actores/ la poesía y la verdad/ por su clara fantasía/ entre onírica y real/ porque me cae muy simpático/ y le gusta madrugar/ porque desayuna siempre/ café con leche y "tostás"/  y si es en Andalucía/ con manteca "colorá"/ porque tiene una mujer/ con las manos "harinás"/ que le hace exquisitos platos/  televisivos y tal/  porque es Piscis como yo / le llevo un año "na más"/ porque se echa la siesta/ aunque venga un huracán/ por su paciencia infinita/ a la hora de trabajar/ porque le gustan los toros/ y torea fenomenal/  y por haberme creado/  -casi a punto de rodar-/ el personaje fantástico/ José Álvarez "Juncal"/ con el que sueño estos días /  -¡y es tan hermoso soñar!- / y porque le dan en Huelva/  homenaje puntual/ y porque lleva muy bien/ su don Jaime de Armiñán / vengo a repetir: "Don Jaime,/ te quiere Paco Rabal”.

La película Los desafíos (1969) puede ser visionada en las plataformas FlixOlé y Prime Video.         

Ilustración: Francisco Rabal Valera y Rafael Utrera Macías (Sevilla. 1983)