A los adolescentes que, en los años cincuenta del pasado siglo, vivíamos en Mérida, junto al Teatro Romano, nos gustaba recostarnos en sus muros externos para oír los diálogos de las representaciones teatrales (“Julio César”, “Calígula”, “El alcalde de Zalamea”) mientras consumíamos nuestros primeros cigarrillos. Cierta noche, una voz varonil, seca y pausada, segura y firme, me llamó especialmente la atención; algunas frases se me repitieron como ecos durante bastante tiempo. Meses después, mientras veía en el cine Historias de la radio, comprobé que aquella voz correspondía al personaje de Gabriel Matilla, locutor en la ficción, y a Francisco Rabal, actor en la vida real.
Años de profesión me han permitido ir degustando buena parte de su larga filmografía y, circunstancialmente, departir con él sobre cine y sobre él. La presentación de títulos como Truhanes, de Miguel Hermoso, o El disputado voto del señor Cayo, de Antonio Giménez Rico, me dio la oportunidad de conversar detenidamente con el actor e, incluso, publicar diversas entrevistas cuyas respuestas tienen hoy más valor que ayer. Veamos algún ejemplo:
-“Nunca he sido un galán almibarado; como se dice en lenguaje teatral, mis papeles han tenido más carácter que fachada. La transición mía ha sido más fácil por ese carácter que por la apariencia. En Cabezas cortadas, de Glauber Rocha, y en El alcalde de Zalamea, de Mario Camus, es donde rompí con la imagen del Paco Rabal del peluquín. Quizá fue con Fortunata y Jacinta y La colmena donde Mario Camus me asigna papeles de hombre mayor y calvo. Miguel Hermoso, en Truhanes, me confirmó en esta primera etapa de mi tercera edad, que se continúa en Epílogo, de Gonzalo Suárez y en Los santos inocentes".
Y a mi pregunta sobre qué diferencias o semejanzas se podían establecer entre esos dos habitantes del campo español como fueron Azarías y Cayo, contestaba:
-“No tienen nada que ver; son dos hombres muy distintos. Cayo es un personaje rural al que le falta información, no es que, como podría pensarse, pase de la política, es un poco “ejemplarizante”, frente al otro “inocente”. Lo que trata Delibes de decir es que no hay que despreciar al hombre de la naturaleza que puede ser tan sabio como el hombre que genera las ideas; él cree que la asociación de estas dos mentalidades, el mundo de la idea y el mundo de la naturaleza, engendraría un equilibrio más perfecto en el hombre”.
En otras ocasiones, repetimos conversación con Paco. Un solo ejemplo: el homenaje que el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva ofreció a su amigo Jaime de Armiñán, incluyó la celebración de una mesa redonda donde pusimos de manifiesto los aspectos artísticos que concurrían en este director de cine. La nota sentimental y humana la aportó el actor quien, tirando de papeles, retrató a su amigo con “versos” espontáneos donde la buena intención estaba por encima de la rima. La gentileza de Rabal nos autorizó a reproducir, cuantas veces quisiéramos, el texto e, incluso, a firmar conjuntamente la página, en inmerecido honor para el cronista. Puede leerse el poema al final de nuestros artículos.
Los desafíos. (Episodio I). La familia Rabal: Francisco, Asunción, Teresa. Los personajes: Carlos, Fernanda, Cuqui.
En la larga filmografía de Paco Rabal destaca Los desafíos, película de episodios rodada en 1969; en el primero, interpreta a un actor enfrentado a ciertas circunstancias familiares cuyo final es trágico. Su resumen argumental ofrece los siguientes elementos: en un lujoso chalet de los alrededores de Madrid, viven Carlos (Francisco Rabal) y Fernanda (Asunción Balaguer), una pareja de actores, con su hija Cuqui (Teresa Rabal). La vida familiar parece desarrollarse, al menos en apariencia, felizmente. Un día de verano reciben la visita de Bill (Dean Selmier), militar americano a quien la joven conoció en viaje por Estados Unidos. El capitán, de paso por España, aprovecha para pasar el día con su amiga. La estancia en el chalet reaviva la anterior relación de la pareja. El coqueteo del americano se hace extensivo a Fernanda. Carlos se siente más celoso por la relación de Bill con su hija que con su esposa. El progresivo deterioro de la ocasional convivencia más la aparición de múltiples frustraciones personales generarán una violencia irracional que convertirá a Carlos en asesino.
Producción de Querejeta. Guion de Azcona. Censura política y eclesiástica.
La producción de Elías Querejeta se inició con las películas dirigidas por Antonio Eceiza (El próximo otoño, De cuerpo presente, El último encuentro), Carlos Saura (La caza, Peppermint frappé, Stress es tres, tres) y Francisco Regueiro (Si volvemos a vernos).
Los desafíos, octavo título en la filmografía del productor, surgió tras la propuesta económica que hicieron los norteamericanos Dean Selmier y Bill Boone, residentes en España, por la cual el primero se convertiría en actor principal y coproductor de las tres historias. La violencia desatada en ellas tendría como víctima al personaje yanqui. Rafael Azcona fue el autor de un guion inicialmente denominado “El desafío”. La realización fue encargada a Claudio Guerin, José Luis Egea y Víctor Erice, tres titulados de la Escuela Oficial de Cinematografía que, en 1968, aún no habían realizado el primer largometraje. Cada director participó junto al citado guionista en el planteamiento de su "sketch"; las diferencias entre éste y aquéllos se hicieron patentes en el desarrollo del proyecto y fue especialmente significativa en el resultado último del tercer episodio.
El guion de Los desafíos estuvo retenido por la censura franquista durante dos años y ofreció tres versiones distintas según las indicaciones derivadas de las sucesivas prohibiciones. Así, en febrero de 1969, la comisión de apreciación acordó, respecto al episodio de Guerin, "suprimir toda sugerencia incestuosa entre el padre y la hija (...), suprimir planos de Cuqui vista por el padre (...), suprimir la expresión 'Me das asco' que puede crear el equívoco del incesto". Las pruebas manuscritas aportadas por ellos documentan que para Soria se trataba de la "clásica politización de signo extremista", mientras que para Fierro promovía el "enfrentamiento entre el pueblo americano y el español en la línea política a que nos tiene habituada la propaganda comunista"; Suevos, por su parte, se detenía en el primer episodio para que se cuidaran los "posibles desnudos" puesto que "no debe reflejarse ningún sentimiento anormal, ni en el plano de la insinuación entre padre e hija". Estas partes del guion y su resultado en pantalla debieron preocupar a la junta calificadora; en la reunión de mayo del año citado, se acordó clasificarla para mayores de 18 años y obligaba a suprimir del rollo primero "el plano significativo del rostro del protagonista cuando destapa a su hija acostada y la frase "¡qué manía de dormir desnuda!".
Querejeta se atrevió a rodarla sin el visto bueno definitivo y convirtió el film en producto real, aunque inexistente desde el punto de vista jurídico. Fue la táctica que el productor, para aludir a sus relaciones con la administración de la época, llamó de "hechos consumados". Es, de su filmografía, la película que más documentos administrativos generó. Presentada a concurso en el Festival de San Sebastián, consiguió la Concha de Plata.
Estructura general
Claudio Guerin explicó, con ocasión del estreno, cuál fue el origen de Los desafíos: "Se trataba de hacer una película de 'sketchs' que no fuera la mera agrupación de una serie de historias desvinculadas entre sí y reunidas bajo un lema común que normalmente suele ser el título del film. En principio se trabajó en la línea de una historia única estructurada de forma que permitiese la intervención de tres directores diferentes trabajando de manera autónoma sobre la realización de cada una de las tres partes de la historia. Posteriormente se optó por tres relatos independientes entre sí, estructurados a partir de esquemas dramáticos relativamente similares -cuatro personajes, ambiente cerrado, estallido final de violencia, etc.- y que, sobre todo, guardaran entre sí una serie de conexiones que hicieran aspirar a la película, como relato global de hora y media, a un sentido mucho más general, complejo y contradictorio que aquel que cada 'sketch', considerado aisladamente, pudiera alcanzar. En este sentido yo creo que Los desafíos no es una película de 'sketchs' (“Nuestro Cine”, nº 87).
Así pues, la estructura generalizada en los tres episodios presenta a cuatro personajes principales, españoles y americanos, que forman parejas e intercambian a sus componentes cuando mantienen relaciones amorosas, aunque de esta convivencia desarrollada en ambientes solitarios y cerrados surja una irracional violencia que origina la muerte de los americanos a manos de los españoles.
Las notas de Guerin en el guion, preparatorias del episodio, advierten sobre sus críticas a la historia elabora¬da por Azcona: ausencia de secuencias que establezcan el adecuado proceso narrativo, falta de escenas que ofrezcan los oportunos matices psicológicos, escasa sutilidad del diálogo, etc.; algunos momentos necesitan puntualizaciones para justificar relaciones interpersonales; el personaje de Carlos está cuestionado por considerar el realizador que su comportamiento no corresponde a los ambientes permisivos en los que habitualmente se mueve un actor de cine; diversos elementos de utillería se han modificado en una mejor adecuación a personajes y situaciones; por ejemplo, el objeto con que Carlos mata a Bill es, en el guion, una pala de jardinero, mientras que en la película se ha sustituido por un bate de base-ball, en mejor adecuación a la declarada admiración de Cuqui por la cultura americana.
Ilustración: Francisco Rabal en Truhanes, de Miguel Hermoso. Con dedicatoria autógrafa del actor.
Próximo capítulo: Evocación de Francisco Rabal, gran actor, eximio personaje (y II)