Serie: Asalto al Banco Central

El enorme éxito cosechado en Netflix por la serie La casa de papel ha tenido varias derivadas en cine y televisión. Entre las primeras, quizá la más evidente haya sido Way Down (2021), film de Jaume Balagueró que ponía en escena un hipotético atraco al Banco de España, y entre las segundas, hasta ahora, podríamos incluir varios “spin-off” que están en marcha, alguno acabado y emitido, como La casa de papel: Berlín, pero también alguna adaptación a otras geografías, a otras sociedades, como La casa de papel: Corea, ambientada en el país que tiene a un incómodo vecino (gordo y despótico) más al norte.

Pues esta Asalto al Banco Central parece evidente que no se hubiera hecho si no fuera por ese arrasador éxito de La casa de papel de Álex Pina, su afortunado creador, porque parece evidente que busca reeditar ese mismo triunfo en audiencia; por lo que parece, según los datos, y sin ser un fracaso, se puede decir que su llegada a Netflix no ha sido arrolladora... Y eso que el intento de hacer que el espectador estableciera un conexión con la serie de Pina era evidente, no solo por el tema del atraco a una entidad bancaria (en el caso de La casa..., a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre), sino por contratar para esta nueva ficción (aunque basada en hechos reales) a cuatro actores y actrices de la serie de Pina: Miguel Herrán, María Pedraza, Hovik Keuchkerian y Fernando Cayo.

La historia, como decimos basada en hechos reales, arranca el 23 de mayo de 1981. Han pasado tres meses desde el intento de golpe de estado dado por el teniente coronel Tejero el 23 de febrero (con la connivencia de, entre otros, el teniente general Milans del Bosch en Valencia, y del general Armada en Madrid, que fuera preceptor del rey). El presidente Calvo Sotelo, de efímero liderazgo como tal en España (gobernó desde febrero de 1981 a Octubre de 1982, cuando ganó las elecciones el PSOE), intenta reconducir la situación del país, todavía en estado de “schock” tras ese fallido cuartelazo. En ese contexto, en Barcelona, en plena Plaza de Cataluña, un grupo de hombres encapuchados entran en la oficina principal en la ciudad del Banco Central y lo toma al asalto con armas de fuego. Una cómplice, fuera de la entidad bancaria, llama al Diario de Barcelona y comunica el hecho a una periodista recién llegada, la vasca Maider Garmendia, todavía bajo los efectos del trauma producido al haber contemplado meses atrás el asesinato de su padre, también periodista, en un atentado con bomba de ETA. Maider, junto al fotoperiodista Berni (que también tiene su propio trauma, la muerte de su hija por sobredosis), investigarán el suceso. En el interior del banco, el líder, llamado número 1, despliega el plan que tiene diseñado, que contempla extorsionar al gobierno exigiendo la liberación de Tejero y todos los detenidos en el 23-F o irán asesinando a los rehenes...

La serie de 5 capítulos producida por Brutal Media para Netflix está escrita por Patxi Amezcua (Iruña, 1968), guionista vasco de películas no precisamente maravillosas, como Séptimo o La sombra de la ley, thrillers con cierta tendencia a la elementalidad y a la espectacularidad vacía. En esta miniserie su libreto cinematográfico ha sido puesto en escena por Daniel Calparsoro, especialista en cine de acción, así que ese apartado está razonablemente conseguido. Otra cosa es que la trama resulte un tanto evanescente, entre la periodista y el fotoperiodista traumatizados por sus respectivos pasados (a ver cuando vemos un thriller en el que los protas no tengan ningún trauma anterior, por favor...), el cabecilla del asalto que parece a caballo entre el quinqui chiquilicuatre y el tópico anarquista atracador de bancos “por la causa”, y el personaje del general Manglano, que sería determinante durante muchos años al frente del entonces CESID (después, ya con él también, CNI, los servicios secretos españoles), tiempo en el que se le atribuye haber “desfranquizado” (perdón por el palabro, pero parece muy claro) el ejército, pero también un tiempo en el que estuvo implicado de una u otra forma en varios escándalos de espionaje (Perote, Banesto, el rey...). Pues Manglano no sale precisamente bien favorecido en la serie, en la que aparece como un tipo taimado, de sonrisa meliflua y siniestras formas, un manipulador de libro que, si hay que hacer caso a Amezcua y Calparsoro, urdió aquel asalto para hacerse con ciertos documentos comprometedores para el estado español y, sobre todo, para la monarquía.

Esa historia, la de que había ciertos documentos en una caja de seguridad del banco cuya publicación hubiera supuesto un terremoto de dimensiones épicas para la joven democracia española, fue la que mantuvo durante años el cabecilla del atraco, y a lo que se adhieren sin fisuras los autores de la miniserie. Por supuesto, eso es algo que nunca se podrá saber, salvo que aparecieran esos documentos, cosa improbable.

Por lo demás, la serie sigue con bastante pulcritud los hechos acontecidos, aquellos que no son objeto de controversia ni de especulación: el asalto, la reivindicación del mismo y la exigencia de la liberación de Tejero et alii, el enérgico rechazo del teniente coronel a semejante cosa, el importante papel de la prensa (en especial el Diario de Barcelona) al contar aquella historia (aunque ni Maider ni Berni son personajes reales), y así más o menos todo; también es cierto que al frente del operativo para deshacer aquel problemón estuvo el entonces director general de la Guardia Civil, el teniente general Aramburu Topete, uno de los militares de alta graduación de la época con el que la sociedad española tiene una deuda de gratitud impagable por su actitud inequívocamente democrática en unos tiempos convulsos. Sin embargo, las apariciones del general Manglano en la trama son producto de la fantasía del guionista, no estando documentadas, y habrá que considerarlas como “licencias artísticas”. Lo sorprendente es que, con lo mal que queda Manglano en la serie, su familia (el general falleció hace ya varios años) no haya interpuesto ninguna querella al respecto, porque al que fuera director del CNI se le atribuyen varios delitos que nunca se probaron ni siquiera se denunciaron judicialmente... Quizá habrán pensado que es mejor no darle más publicidad, mejor “no meneallo”...

Calparsoro, como decimos, es un cineasta dado a la espectacularización de la violencia. Aunque su primera película, Salto al vacío, parecía traernos a primera línea a un director distinto, lo cierto es que su trayectoria posterior ha estado plagada generalmente de productos correctamente realizados pero casi siempre carentes de alma, de verdadero interés; hablamos de films como Guerreros, Combustión o El aviso. Aquí confirma esa impresión de que, siendo un profesional aseado, no es precisamente un artista, buscando con frecuencia la aparatosidad, con mucho movimiento de cámara en las escenas de acción, pretendiendo transmitir convulsión; pero la verdad es que, en general, todo resulta más bien hueco, aunque también es cierto que, conforme avanza la miniserie y se aproxima al final, Asalto al Banco Central se convierte en la serie entretenida y con cierta capacidad para generar adrenalina que a todas luces aspira a ser.

Poco importa, entonces, que los personajes estén poco perfilados, en especial los de los periodistas, con roles de lo más tópico; el protagonista real, José Juan, llamado “El rubio” (por el tipo de tabaco que fumaba siempre...), sí está mejor cincelado, entre otras cosas porque permanece en pantalla en torno al 80% de la serie. Su personaje, pretendidamente turbio, entre el chorizo de poca monta y el iluminado anarquista, resultaría ser de todas formas un monigote en las manos de Manglano. Esa mezcla de quinqui de mala muerte y tipo ideologizado tuvo en aquella época, sobre todo en los años setenta, su epítome en grupos como el FRAP y, sobre todo, el GRAPO, que según las crónicas del tiempo estuvieron infiltrados por la Policía franquista y sus actos fueron ladinamente encaminados a conseguir objetivos que interesaban al régimen de Franco. Algo de eso parece haber aquí, o parece querer transmitirse aquí.

Mencionemos por último algunas curiosidades: la jefa de Maider en el extinto Diario de Barcelona (bueno, se mantiene la cabecera en una edición digital a cargo de estudiantes de la Universitar Pompeu Fabra... no sé si eso se puede considerar que el periódico está activo...), con el cargo de redactora-jefa, resulta ser... una mujer. Hombre, ojalá hubiera sido así, pero que en 1981 hubiera una redactora-jefa en un periódico además tan clásico y tradicional como el también conocido como “El Brusi”, es bastante improbable, por no decir directamente imposible.. Otra curiosidad, que en este caso no sabemos si se ajusta a la realidad: el líder del atraco, el número 1, es decir, José Juan, apodado “El rubio”, trata a los rehenes “de usted” y pidiendo las cosas por favor... qué maravilla, unos criminales educados... así uno puede asustarse más confortablemente... Y una tercera curiosidad: aquí aparecen todos los personajes con sus nombres y apellidos, no hay nombre inventados (bueno, salvo Maider y Berni, los plumillas): así, aparecen en efigie, representados por actores, personajes históricos como el propio presidente Calvo Sotelo, pero también el teniente general Aramburu, ya citado, y el entonces alcalde de Barcelona, Narcís Serra (que sería años después ministro de Defensa y vicepresidente del gobierno de Felipe González), además de otros personajes menos conocidos, como Francisco Laína, secretario de estado de Seguridad que durante el 23-F fue presidente del gobierno interino formado por los subsecretarios mientras el gobierno legítimo estuvo secuestrado por Tejero y los suyos. Bueno, y aparece también Manglano, claro...

El trabajo actoral, correcto, sin que haya nada que destacar especialmente; Miguel Herrán lleva casi todo el peso de la acción, y lo hace con profesionalidad. De ellas quizá podríamos citar a María Pedraza, si bien es cierto que, como queda dicho, su papel, el de la periodista Maider, tiene poca chicha y resulta bastante tópico. Los mejores quizá los veteranos, como ese Tito Valverde que hace un excelente general Aramburu.

Una buena ambientación musical, con conocidas canciones de la época, completan un producto audiovisual ciertamente agradable de ver; para los que conocimos (y padecimos...) aquella historia en vivo y en directo resulta curioso revivirla, sobre todo porque la distancia del tiempo sitúa muchas cosas en su sitio; los que no conocieran el suceso pueden hacerse una idea de lo que ocurrió aquel fatídico 23 de mayo, que, al final, resultó ser menos fatídico (menos para el atracador que resultó muerto, por supuesto...).

(23-11-2024)


Asalto al Banco Central - by , Nov 23, 2024
2 / 5 stars
Otro "shock" tres meses después del 23-F