Serie: Galgos

ESTRENO EN MOVISTAR+

Félix Viscarret (Pamplona, 1975) es un cineasta español formado aquí en su país (Complutense) y en Estados Unidos (Universidad William Paterson), con una ya apreciable filmografía como director, si bien es cierto que no ha terminado de romper con un gran éxito. Pero sus películas de ficción, como Bajo las estrellas y No mires a los ojos, o sus documentales, como el interesante Saura(s), sobre el gran Carlos Saura y su variopinta familia, son estimables y han sido productos bien recibidos. En el apartado de series, además de aportar su profesionalidad en productos comerciales al uso, como Hispania, ha sido el corresponsable como director de la afamada miniserie Patria, que puso en imágenes la célebre novela homónima de Fernando Aramburu, todo un fenómeno editorial.

Por su parte Nely Reguera (Barcelona, 1978), formada en la prestigiosa ESCAC catalana, se ha fogueado como asistente en rodajes de pelis y series reconocidas como El perfume y Pelotas, para debutar en el largometraje con la apreciada María (y los demás), con buenas críticas, nominaciones al Goya y premio Feroz para Bárbara Lennie, su protagonista.

Ambos, Viscarret y Reguera, codirigen esta miniserie de 6 capítulos, Galgos, y, aunque no aparecen con la calificación de “creadores” del producto, parece claro que son lo más parecido a ello. Ambos, como queda dicho, son buenos profesionales, aunque no sean directores de primerísima fila. Galgos es un aseado producto comercial, bien hecho, que evidentemente no pasará a ninguna Historia del Audiovisual, pero que sí cumple su función de entretener honradamente con una historia que, aunque a ratos es un tanto predecible, se agradece por su, en general, respeto al público, sin tomarle el pelo, como quizá demasiado a menudo ocurre.

La acción transcurre en nuestro tiempo: al principio vemos la fiesta del cuadragésimo aniversario de boda de Gonzalo Díaz y Carmina Somarriba. Ella es una de las herederas, junto a su hermano Emilio (que es quien dirige la empresa) del Grupo Galgo, especializado en la elaboración de dulces, bollería y todo tipo de productos vinculados al azúcar. En esa celebración Gonzalo (argentino de orígenes humildes, que ascendió de clase al casarse con Carmina) hace una sentida declaración de amor hacia su mujer delante de sus hijos, Blanca (directora comercial de la empresa), Guzmán (integrante de un “lobby” europeo en Bruselas), Jimena (de la que no se le conoce actividad profesional, pero que va a casar en breve con su novia) y Julián (hijo solo de Gonzalo, de una relación anterior a conocer a Carmina, un chico más bien simple al que mantienen entretenido en la empresa con cometidos menores, para que no moleste demasiado).

Pronto empezamos a enterarnos de los conflictos de la empresa, acuciada por una inminente huelga de los trabajadores, con problemas de financiación y también con la espada de Damocles de una Ley del Azúcar que podría restringir fuertemente su producción. En ese contexto, Gonzalo y Blanca, partidarios de una ampliación de capital que, aunque diluiría el poder de la familia Somarriba en Grupo Galgo, podría salvar a la empresa, dan un golpe de mano y deponen a Emilio como director, con el concurso de los necesarios accionistas, entre ellos Carmina, si bien esta accede solo a cambio de ser ella la nueva presidenta...

Se podría decir que Galgos es una nueva mirada crítica sobre los ricos, un tema siempre recurrente en las películas y series del cine español; también habría que hablar de las controvertidas acciones (algunas de ellas por supuesto ilícitas) que algunas empresas de primera línea realizan espuriamente en su propio beneficio, como fichar (pagándolas generosamente, aunque sea “en especie” y maquillándolo como donaciones altruistas) a organismos de reconocido prestigio científico, que avalen la calidad y, sobre todo, la salubridad de sus productos, arropándolos con certificados y plácemes de esos supuestos organismos independientes, que después no son tan independientes y sí fácilmente sobornables. Aparte, por supuesto, de todas las maniobras imaginables para medrar en la burocracia comunitaria europea, de la que se nos muestran algunos entresijos de los “lobbies”, los grupos de presión, con sus intereses creados y sus relaciones personales que con frecuencia se convierten en profesionales, y viceversa. También se denuncia, aunque en “sotto voce”, los chanchullos que promueven algunas empresas, con un chantaje social en el que amenazan con cierre de centros de trabajo y despido masivo de empleados, para conseguir ayudas públicas, algo ciertamente bastante extendido y de los que todos conocemos más de un ejemplo.

Estamos entonces ante un drama, con frecuencia irisado de thriller empresarial familiar, con personajes bien delineados, en una mirada bastante crítica, aunque no especialmente ácida ni acre, sobre la ambición y el poder.

Gusta que la miniserie abra y cierre con sendas fiestas que serán diametralmente opuestas: la primera, quizá un espejismo, llena de parabienes para los cónyuges que cumplen cuarenta años juntos; la última, con la debacle familiar, dejando no obstante la puerta abierta a una posible continuación, en un final en anticlímax que, ciertamente, puede desconcertar al espectador.

Con buena factura, adecuado ritmo narrativo y correctamente dado el ambiente de clase alta en el que se desarrollan los acontecimientos, la miniserie tiene cosas curiosas, como la infrecuente inversión de roles en el matrimonio de Blanca, la hija de Gonzalo y Carmina, y su esposo Raúl: ella es una eficiente ejecutiva de alto nivel en su empresa, y él un amoroso amo de casa y abnegado cuidador de sus hijos, y de hecho ambos disfrutan con ese reparto de tareas, aunque en algún momento, por la intolerable presión de un padre facha y ultramontano, a Raúl le salga el macho español y quiera ponerse muy gallito (no le durará mucho, eso sí...). También llama la atención la aparición de un importante grupo de supermercados al que Galgo quiere fabricar productos de marca blanca, llamado en la serie MercaMarc, pero con toda la pinta de ser un trasunto de una cadena real, una que también empieza por Merca pero termina en Dona.

Interesante nos parece también una cierta visión feminista, en especial en la mirada hacia Carmina, una mujer de sólida formación empresarial (en un momento dado, en un rifirrafe con el marido, de los muchos que tendrá a lo largo de la serie, cuando él intenta ningunearla, la mujer tendrá que recordarle que fue ella la que se licenció en Económicas,) que, aunque ya a edad provecta, podrá ejercer el poder dirigiendo la empresa cuya gestión, probablemente, debió heredar ella, y no el visceral, volátil y poco fiable hermano que, a la postre, los está llevando a la ruina.

Eso sí, algunas líneas argumentales secundarias son bastante endebles, como el enamoramiento de Guzmán de la eurodiputada, a la que tendrá que renunciar para conseguir salvar a la empresa familiar, o la de la hija Jimena, la chica que se va a casar con su novia, cuya empanada mental en plan deshojar la margarita (“me caso/no me caso/me caso...”), no aporta nada a la trama central, como no sea poner en bandeja el escenario (la celebración de la boda) que permita el final de infarto con los dimes y diretes sobre el futuro de la empresa. No queremos creer que su inclusión en la trama suponga cumplir con una especie de cupo o cuota LGTBI, pero lo cierto es que tiene toda la pinta. Tampoco la secuencia en la que los varones de la familia se pierden en el bosque, a donde han sido invitados a una cacería por el padre de Raúl, tiene entidad ni interés para el desarrollo de la historia, pareciendo más bien un añadido, un postizo destinado a llegar al número de capítulos contratados con Movistar+.

Buen trabajo interpretativo, en especial de Adriana Ozores, que siempre ha sido muy buena pero a la que el tiempo la está haciendo aún mejor, aquí una perfecta materfamilias abocada a asumir en su madurez unas funciones para las que estaba perfectamente preparada, aunque por su sexo se viera relegada a ejercer solo como madre y esposa. También nos gusta mucho el argentino Oscar Martínez, un ya rostro familiar en España, donde trabaja desde hace varios años, compaginando sus actuaciones con las que realiza en su país. Del resto haremos especial mención de la siempre muy segura y fiable Patricia López Arnaiz, aquí en un personaje de clase alta, bastante distinto de los que hasta ahora ha solido hacer, pero que resuelve igualmente con toda solvencia.


Galgos - by , Feb 23, 2024
2 / 5 stars
Duro drama empresarial familiar