Serie: El señor de los anillos: los anillos del poder

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El éxito a principios de este siglo XXI, tanto comercial como crítico, de la trilogía de El señor de los anillos (conformada por los episodios La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del rey), el épico tríptico dirigido por el neozelandés Peter Jackson sobre las novelas homónimas originales de J.R.R. Tolkien, propició una segunda trilogía, en este caso en torno a El hobbit, un texto anterior del escritor sudafricano (cuyos episodios en cine se titularían Un viaje inesperado, La desolación de Smaug y La batalla de los cinco ejércitos). Esas seis películas, en su conjunto, recaudaron en todo el mundo, solo en cines, la bonita cifra de 5.585 millones de dólares (datos de la IMDb), así que parecía evidente que era un filón que se podía (y se debía...) seguir explotando, sobre todo cuando Tolkien tenía otros textos, como El Silmarillion, con más aventuras ambientadas en la famosa Tierra Media.

Como además, a mediados de la década de los años diez de este siglo XXI, se produce el tremendo fenómeno social de la serie Juego de tronos, continuar con el ya contrastado venero de El señor de los anillos pareció, no sin razón, una excelente forma de elaborar un producto que, como en el caso de las novelas de George R.R. Martin llevadas al cine, combinaban atractivas temáticas de fantasía, acción, romanticismo y misticismo. La poderosa Amazon se hizo con los derechos para rodar esta serie, Los anillos del poder, por la bonita cifra de 250 millones de dólares, previéndose hacer cinco temporadas, con la posibilidad de algún “spin-off” si así se acordara entre las partes.

En el momento de escribir estas líneas se han grabado las dos primeras temporadas, de 8 capítulos cada una, si bien solo se ha emitido la primera de ellas, estando prevista la segunda, en principio, a lo largo del año 2024.

La historia se ambienta miles de años antes de los acontecimientos que vimos en las dos trilogías cinematográficas antes mencionadas, antes también de que se forjaran los famosos anillos que constituirán el meollo del tríptico El señor de los anillos. Conocemos entonces a algunos personajes que ya vimos en esa trilogía, como la elfa Galadriel, en su infancia y juventud, y cómo esta era adiestrada en ese tiempo en las artes de la lucha, pero también de la vida, por su hermano mayor. Asistimos después a la guerra de los elfos contra Mordor que ganaron los rubios y pálidos guerreros con pinta de alemanes; pero Sauron, el líder del mal, diseminó a sus hombres y se convirtió en alguien imposible de encontrar; con el paso del tiempo se llegó a pensar que la amenaza había terminado, pero Galadriel, ya adulta y jefa militar elfa, no pensaba así y seguía persiguiéndolo de forma obsesiva, casi paranoica. Habían pasado muchos años desde que se vio al último orco, así que los hombres de Galadriel, cansados de aquella búsqueda en vano, empiezan a flaquear... Por otro lado, en la Comarca, la tierra de los hobbits, conocemos a Nori, una adolescente bastante renuente hacia las directrices muy conservadoras de la tribu y de sus padres en particular, en un pueblo lleno de miedos hacia su entorno; Nori descubre a un ser que surge de un meteorito que ha caído del cielo, que inicialmente será rechazado por la comunidad, miedosa de todo lo nuevo, aunque ella lo defiende. También conoceremos, en el reino de Eregion, la tierra de los enanos herreros, al príncipe heredero Durin y su amigo elfo Elrond, una amistad enfriada por el mucho tiempo que hace que el elfo no visita a su amigo. Y también sabremos de Isildur, uno de los ancestros de Aragorn, el héroe humano por antonomasia de la trilogía de El señor de los anillos...

Hay varias cosas que llaman la atención en esta serie: la primera quizá sea que busca a todo trance reeditar la grandeza en todos los aspectos (paisajística, de personajes, de temáticas) de, sobre todo, la trilogía de El señor de los anillos, pero también, de alguna forma, repetir, obviamente con variantes, los esquemas de esa trilogía, incluso los roles: tendremos así el hobbit adolescente (en este caso “la” hobbit adolescente, por aquello de la inclusividad de género, una de las características de nuestro tiempo), pero también el hombre supuestamente de extracción social baja que, en realidad, es el príncipe heredero de su raza; también tendremos a la elfa luchadora, al enano cabezota, etcétera. No tendremos por ahora, es cierto, el poder mágico benéfico que aportaba Gandalf en la trilogía inicial, pero estamos todavía en la primera temporada, y quedan cuatro más, así que habrá que dar tiempo al tiempo... Por supuesto, tendremos también muchos de los temas que son consustanciales a la narrativa moderna (bueno, y antigua...), sea audiovisual, novelística o teatral, como los conflictos paternofiliales, de los que hay varios ejemplos, todo un clásico en cualquier drama que se precie, y más en nuestro tiempo, por aquello de la buscada transversalidad del público al que se dirige el producto.

Hay, es verdad, elementos nuevos, como un evidente multietnicismo que, por lo demás, es otra de las características de nuestra época: así, aquí aparecen, además de los blancos habituales, también personas de raza negra y asiática, a veces incluso contra lo que parecería lógico, con casos peculiares como madres negras con hijas blancas, pero también elfos negros, cuando estos, en los textos tolkienianos y en las pelis de Jackson eran blancos y rubios, quizá como trasunto de la (ejem...) raza aria; en este sentido, está bien ese mestizaje, que ciertamente, con independencia de que se ponga a Tolkien por montera, resulta mucho más esperanzador y mucho más apreciable: mucho más humano, en definitiva.

Hay también, y en la misma sintonía con los valores de nuestro tiempo, una mayor representación femenina (incluso superior a la masculina, diríamos), que además no tendrá papeles secundarios o de apoyo de los varones, sino que las mujeres jugarán en igualdad de condiciones con ellos. Habrá también algunos tabúes que destrozar, como la prohibición de relaciones sentimentales (ergo también sexuales) entre seres humanos y elfos, que aquí salta en pedazos. También habrá lugar para la denuncia de las actitudes racistas y xenófobas, una de las lacras de nuestra época, abyectas herramientas de aviesos manipuladores que fomentan lo peor de la especie humana.

En general se puede decir que, aunque Los anillos del poder busca reeditar el éxito de El señor de los anillos y, en menor medida, de El hobbit, se queda bastante lejos de ello. Y eso ocurre por varios factores: las historias, en general, son bastante más endebles que las de las dos trilogías, con frecuentes incursiones en el infantilismo y en reminiscencias demasiado evidentes a otros títulos populares, como el alienígena venido del espacio en un meteorito, que tiene obvias concomitancias, no físicas pero sí en tanto que personaje, con el protagonista alien de E.T., el extraterrestre. No ayuda tampoco que los efectos especiales, y en especial los digitales, sean bastante mediocres, “cantando” mucho que solo existen en el disco duro del ordenador del profesional que maneja los CGI. Tampoco los desconocidos actores, escasamente carismáticos, ayudan a que la serie tenga un nivel parecido al de sus ilustres predecesores. La música de Howard Shore, casi permanente, muy solemne, resulta excesiva, aunque es cierto que recuerda poderosamente al “score” que el maestro canadiense compuso para las trilogías cinematográficas tolkienianas; eso sí, el uso de voces humanas en la banda sonora resulta un acierto, conectando muy bien con el sentido épico, legendario y aventurero de la serie.

La parte argumental más endeble de Los anillos del poder quizá sea la de los hobbits, también la más infantil y de corto alcance; la más interesante, por su parte, sería la de la relación entre elfos y enanos, en la que hay un alto voltaje humanista con temas como la amistad, la lealtad y la fidelidad a la palabra dada, temas nada baladíes para un producto eminentemente aventurero y popular como este.

Entre los errores destacaríamos el reiterado tema del complejo de culpabilidad que expresan, generalmente con fuertes dosis de masoquismo, varios personajes de la trama, ese reiterado “todo es por mi culpa”, una culpa que puede ser verdadera o imaginaria, pero a la que, es cierto, se recurre quizá demasiadas veces... Como son demasiadas las ocasiones en las que se tira del llamado “deus ex machina” o, más inteligiblemente, el “efecto Séptimo de Caballería”, ese en el que los personajes positivos están en una situación desesperada y entonces llegan refuerzos para salvarlos “in extremis”. Es cierto que esa recurrencia al “deus ex machina” es ya casi una característica de nuestro tiempo, en especial en los productos rutinarios y poco imaginativos, pero deberíamos suponer que una serie en la que solo en sus derechos se han gastado 250 millones de dólares debería cuidar ese tipo de cosas.

La serie se centra, evidentemente, en ese “leit motiv” que lo mueve todo en las sagas tolkienianas, los anillos del poder, aquí contando la génesis de la forja de esos poderosos artefactos que, con el tiempo, desencadenarán los hechos relatados en El señor de los anillos, vértice hacia el que confluyen, evidentemente, todas estas historias previas como las que aquí se cuentan, o las de otros textos de J.R.R. Tolkien, como El Silmarillion o El hobbit.

Entre los directores que han estado en la compleja realización de los episodios de esta primera temporada de la saga fantástica habrá que mencionar a nuestro J.A. Bayona, un hombre que, desde que rodó Jurassic World: el reino caído, es muy apreciado en la industria audiovisual de Estados Unidos.

Como queda dicho, los actores y actrices no están demasiado entonados: para sustituir a los protagonistas de El señor de los anillos, Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Sean Bean, Christopher Lee, Cate Blanchett, Liv Tayler y Hugo Weaving, entre otros, hacían falta intérpretes cuajados, y nos tememos que estos, en general, no lo están. Por destacar a alguien, lo haríamos con Morfydd Clark, que compone una Galadriel joven bastante entonada.

Para terminar, una curiosidad: parece como si tuviera que haber un "lote" de  historias tolkienianas en cada década de este siglo XXI: en la primera de los 2000, la trilogía de El señor de los anillos; en la de los 2010, la de El hobbit; y ahora, en esta década de los años veinte, esta serie...


El señor de los anillos: los anillos del poder - by , Mar 07, 2024
2 / 5 stars
Miles de años antes