E.T., el extraterrestre

CRITICALIA CLÁSICOS

Disponible en Movistar+, Filmin, Prime Video, Rakuten, Apple TV y Google Play Movies.

Steven Spielberg tenía treinta y cinco años cuando rodó esta cinta durante algo más de tres meses en California. No era todavía el personaje fundamental del nuevo cine estadounidense en el que pronto se convertiría -tanto como director como productor- pero sí tenía grandes éxitos en su haber, como Tiburón o En busca del arca perdida, y ya entendía el cine como un medio comercial, asequible, donde el color, la música, los efectos especiales, la luminosidad... deberían tener un importante papel en sus films.  

Ahora, con E.T. abordaría un filón temático muy presente en toda su carrera, como ha sido el mundo de los niños y el ambiente familiar cotidiano. Porque la película nos cuenta la aventura de un extraterrestre que se queda en tierra (nunca mejor dicho) al despegar urgentemente el platillo (o más bien esfera volante) que lo ha traído hasta aquí. Este feo, cómico  y pequeño alien conectará inicial y especialmente con niños, sobre todo con Elliott, un chiquillo de nueve años que es quien lo encuentra, con su hermano Michael de quince y la pequeña Gertie de cinco, que conviven con su madre Mary, recién separada. Serán los chicos los que protegerán, esconderán y ayudarán al sorprendente invitado, que pronto revelará poderes especiales, como la conexión mental, revitalizar plantas, volar, curar heridas...

Contado todo ello con amenidad y suspense, la madre pronto será también cómplice, y el extraterrestre se sentirá a gusto, aunque siempre añorando su mundo, explicándolo a los humanos e intentando conectar con su estrella o planeta a través de un artesanal invento, el famoso "teléfono, mi casa". Secuencias como la escuela y las ranas, el homenaje a El hombre tranquilo cuando por la conexión mental Elliott besa a su chica favorita, tal como ve E.T. que hace John Wayne con Maureen O'Hara en la tele que está mirando... también las escenas de Halloween, que le permiten sacar al pequeño alien como un disfrazado más...

Pero este tono casi de comedia familiar e infantil se viene abajo en el tercio final. Los servicios secretos captan extrañas alusiones telefónicas y se ponen en acción. Ahora los mayores, el poder, la policía, los responsables sanitarios... se convierten en un peligro, en una amenaza, para E.T, y para toda la que ahora es su familia.  Huyendo al bosque E.T. enferma e igualmente lo hace Elliott. El film aborda entonces un tono y unos escenarios de ciencia-ficción, con aislamientos y cordones policiales, que los chicos y sus amigos esquivan con sus hábiles bicicletas, que vuelan gracias a los poderes del extraterrestre.

Un final obviamente feliz, tras una momentánea muerte de E.T. nos lleva a la inevitable despedida cuando la esfera volante regresa para recoger al pequeño olvidado. La escena, sentimental y lacrimógena, es entre el niño y el alien, que con su dedo luminoso le dice a Elliott “estaré aquí", y sube lentamente por la rampa que le devolverá a su universo. Termina así una cinta llena de aspectos positivos como la siempre imponente música de John Williams, fotogramas icónicos como la bicicleta con Elliott y E.T. ante una inmensa luna, el mensaje salvífico que puede llegarnos de otros mundos, el buen hacer de los actores (sobresaliente el pequeño Henry Thomas), la excelente fotografía...

Cuando se estrenó en su momento E.T., el extraterrestre un crítico norteamericano opinó que era como una película de Disney... sin estar hecha por Disney.  Y como dato curioso, a pesar de que fue calificada como un clásico casi enseguida, y de los premios y excelentes resultados en taquilla en todo el mundo, la película nunca tuvo una secuela ni continuación. No eran aún los tiempos de DC Films o la Marvel, que dedican sagas interminables a sus superhéroes, solos o en pandilla, exprimiéndolos como limones...