Pelicula:

Jules Dassin fue un cineasta norteamericano (Middletown, 1911 – Atenas, 2008) que tuvo varias etapas en su carrera: durante el inicio de los años cuarenta se fogueó como ayudante de dirección de Hitchcock (que no era mal aprendizaje...) y posteriormente ya como realizador con films de distintos géneros, desde la comedia (El fantasma de Canterville) al cine de espías (Nazi agent), para, a partir de mediados de esa década realizar vigorosos films plenamente inscribibles en el cine negro que durante ese tiempo florecía en Estados Unidos (esta Fuerza bruta, La ciudad desnuda, Mercado de ladrones, Noche en la ciudad). Incluido a principios de los cincuenta en la lista negra de la Caza de Brujas del senador McCarthy, emigró a Francia, donde tuvo también una interesante carrera, con títulos como Rififi y El que debe morir. Tras conocer y emparejarse con la actriz griega Melina Mercouri, su tercera etapa en Grecia bajaría de interés, teniendo de todas formas algunos títulos de relieve, como Fedra.

Fuerza bruta es un notable film de ambiente carcelario, que se desarrolla en la ficticia penitenciaría de Westgate. En la misma, el capitán (jefe de los guardias) Munsey mantiene un régimen de terror entre los presos, entre los que destaca por su rebeldía Collins, que acaba de salir de la celda de aislamiento. Collins planea escaparse del penal, sabedor de que su esposa está muy enferma y solo se trataría si él estuviera con ella. Pero el sheriff, que intuye maniobras extrañas, aprieta las tuercas para obtener información que le beneficie en su ambiciosa carrera por el poder...

Estamos entonces ante una película de casi exclusivo universo masculino, salvo los flashbacks en los que conoceremos las circunstancias en las que algunos de los personajes principales llegaron a la cárcel, en especial el protagonista. Dassin busca (y consigue) durante todo el film una atmósfera ominosa, favorecida por la hermosa pero inquietante, contrastada fotografía en blanco y negro, por la lluvia casi permanente, por el tono grave y trágico, casi fatalista, de una narración que intuimos desde el principio que no puede acabar bien.

La figura del capitán sádico, que tiene en sus manos a los presidiarios gracias a un alcaide débil que delega sus obligaciones en él, será fundamental en este relato, un tipo, el capitán, lleno de odio hacia los presos y carente absolutamente de escrúpulos para conseguir sus objetivos, en una política carcelaria que impone la arbitrariedad como norma. Ese capitán será en el fondo un darwinista puro, que apuesta por la ley del más fuerte, pero que también se revela como un sádico que disfruta infligiendo dolor en sus semejantes, probablemente su forma de luchar contra una críptica homosexualidad; así, los cuadros con hombres musculados que tiene el villano en su despacho así lo sugerirían.

Hay un aliento liberal, una mirada compasiva hacia los presidiarios, con una muy interesante (y, para la época, avanzadísima) inversión de valores, de tal forma que el protagonista, un delincuente que cumple condena, será el personaje positivo, en el fondo un hombre recto zarandeado por el destino, mientras que el capitán, en primer lugar, pero también el alcaide, serán los personajes claramente negativos, en una evidente y muy progresista crítica a la política carcelaria de la administración pública.

Con una elegante filmación, un exquisito estilo a la par que sobrio, sin florituras, la película tiene escenas memorables, como la angustiosa venganza contra el felón chivato, espléndida, plena de fuerza. La tensión está perfectamente conseguida, con gran determinación. Toda la película es magnífica, con acres diálogos cuando tocan, exponiendo las emociones nítidas cuando tocan, y con afortunadas ideas, como la de la chica del calendario que para cada uno de ellos supone su propia mujer, idealizada en esa belleza anónima en papel.

Hay ideas de lo más interesante: uno de los presidiarios, de raza negra, canta de vez en cuando a la manera de un trovador que glosara los hechos de la prisión; el amor y la necesidad de salvar a la mujer amada como motor para escapar; la presión intolerable del capitán, psicológica, pero también con torturas, hacia el miembro más débil del “gang” carcelario para que delate a sus compañeros; los flashbacks de los personajes principales, que nos presentan escenas de fuera de la prisión, incluyen cada uno de ellos a las mujeres que aman y el momento en el que fueron apresados.

Este soberbio drama carcelario, vibrante, se beneficia no solo de la extraordinaria puesta en escena de Dassin, sino también del notable guion de Robert Brooks, que posteriormente sería sólido director (recordemos La gata sobre el tejado de zinc, Dulce pájaro de juventud, Los profesionales, A sangre fría...), de la música del gran Miklós Rózsa, de la contrastada fotografía de William H. Daniels y, por supuesto, de la gran interpretación de los dos personajes principales, protagonista y antagonista, Burt Lancaster y Hume Cronyn, este último sobreponiéndose al hándicap que suponía para su papel de villano su corta estatura, que parecería disminuirle en el sordo terror que debe infundir entre los presidiarios, pero cuyo trabajo y determinación hace que nos olvidemos de lo que mide y nos fijemos solo en la extraordinaria composición de un personaje pérfido, sin fisuras, en la mejor tradición de los “malos” del cine negro.

(13-10-2021)


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98'

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Fuerza bruta - by , Oct 13, 2021
4 / 5 stars
Soberbio drama carcelario