Pelicula:

David Lean, que se había iniciado en el cine como montador a comienzos de los años treinta, a partir de los cuarenta pasa a dirigir sus propias películas, haciéndose un nombre dentro de la cinematografía británica con títulos como Sangre, sudor y lágrimas (1942), con guion del dramaturgo Noel Coward, Un espíritu burlón (1945) y, sobre todo, Breve encuentro (1945), hermoso, nostálgico relato romántico que le lanza como un gran cineasta de sentimientos.

Tras rodar algunas adaptaciones dickensianas, como Cadenas rotas (1946), sobre el clásico Grandes esperanzas, y Oliver Twist (1948), intentó reeditar el romántico éxito de Breve encuentro con Amigos apasionados (1949) y Madeleine (1950), e hizo algunos otros films no especialmente memorables; Lean dio finalmente en la tecla de lo que quería hacer al filmar el drama bélico El puente sobre el río Kwai (1957), que inicia una serie de costosas superproducciones de corte histórico, con grandes repartos, espectaculares movimientos de masas y temas considerados “importantes”. Tras ese film irán, espaciados a lo largo de varios años, como correspondía con los complejos procesos de producción de los mismos, Lawrence de Arabia (1962) y Doctor Zhivago (1965).

En esa misma línea hará La hija de Ryan, que se reputa una libérrima variación sobre la Madame Bovary de Flaubert, el mito de la joven mujer casada con un hombre mayor y que fantasea con apasionados amores extramatrimoniales. Lean, con guion de Robert Bolt (esposo en esa época de la protagonista, Sarah Miles), ambienta esa historia, en lo esencial, a un microcosmos complejo como era la Irlanda todavía británica de 1916, en un pequeño pueblo en la costa oeste de la isla, donde Rosy, la única hija de Ryan, el tendero del pueblo, se casa con Charles, el maestro de la localidad, que le dobla la edad. Irlanda estaba en un momento en el que todo lo inglés era aborrecido, tratando al ejército británico como una fuerza de ocupación. En ese contexto, Rosy conoce a un oficial inglés, el mayor Doryan, que arrastra tras de sí un trauma de la Primera Guerra Mundial, de la que le quedó como secuela una cojera. El ansia por escapar del aburrimiento de ella y el deseo de dejar atrás su trauma por parte de él harán que se conviertan en amantes...

La hija de Ryan participa plenamente del espíritu grandilocuente de lo que se pueden considerar las cinco grandes epopeyas leanianas, las mentadas El puente..., Lawrence..., Doctor..., esta película, y su posterior y postrera Pasaje a la India (1982). Es cierto que quizá baje un peldaño con respecto a las tres primeras, todavía tocadas por el espíritu fresco y pujante de un Lean en plena madurez, que ya declinaba a principios de los setenta, pero en general se puede considerar que estamos ante una buena película, que juega con destreza con temas tales como el amor por encima de las convenciones sociales, pero también el amor por encima del sexo y de la infidelidad, así como los conflictos en comunidades que se sienten agredidas por potencias que consideran externas, entre otras temáticas.

Poderosamente puesta en escena por Lean, al que siempre se le dio bien el cine de masas, La hija de Ryan queda como una hermosa, quizá excesivamente larga historia de amor a varias bandas: el tórrido, sexual, de Rosy; el cuasi terapéutico de Doryan; el absoluto, casi platónico, de Charles. A todo ello contribuye la preciosa música de Maurice Jarre, que ya compuso el “score” de dos de las anteriores epopeyas leanianas, con su habitual buen gusto; y la dirección de fotografía del veterano Freddie Young, también habitual en los grandes films de Lean. En el reparto descuella la estrella americana Robert Mitchum, en un papel que ni hecho a su medida, cuando ya dejaba de ser galán para aproximarse a la senectud. Pero sin duda lo mejor es una Sarah Miles que insufló a su personaje ese críptico deseo que es el meollo de la historia, ese rostro de mujer insatisfecha en todos los sentidos que busca el amor que la colme.

Aprovechando el éxito comercial de La hija de Ryan, Sarah Miles y su marido Robert Bolt (este en su primera película como director) se embarcaron en un proyecto que tenía ciertas similitudes, Lady Caroline Lamb (1972), sobre los amores de la dama del título con Lord Byron, que sin embargo fue un estrepitoso fracaso en taquilla, y tampoco especialmente brillante (más bien lo contrario) en lo artístico.


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206'

Año de producción

La hija de Ryan - by , Jun 13, 2019
3 / 5 stars
Bovary en Irlanda