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Afortunadamente, el tiempo en el que la comunidad chinoamericana era poco más que una apestada en el audiovisual norteamericano (en realidad, en la sociedad norteamericana en su conjunto) ha pasado a la historia. Ahí está el caso paradigmático del actor Ke Huy Quan, que saltó a la fama como el pequeño Tapón (Short Round en el original en inglés) de Indiana Jones y el templo maldito (1984), la exitosa segunda parte de la saga del arqueólogo saltimbanqui más famoso del mundo, y revalidó su valía en la no menos popular Los Goonies (1985), pero después no se comió una rosca como actor (solo le ofrecían papeles marginales, cuando no de marginados…), hasta el punto de que durante los años noventa tuvo que emigrar a Taiwán para continuar, muy espaciadamente, su carrera como intérprete, y a principios del siglo XXI la abandonó, para dedicarse al gremio de los especialistas. Tendría que llegar el bombazo asioamericano de Todo a la vez en todas partes (2022), con sus 7 Oscars, incluido uno para él, para que el bueno de Ke pudiera volver por la puerta grande a su carrera de actor.
El éxito de la citada Todo a la vez…, pero también el de Parásitos, la película surcoreana que (sorprendentemente) ganó 4 Oscars y abrió la puerta de Hollywood al cine asiático nos viene a decir que, afortunadamente, hoy día lo asioamericano cuenta, y de qué manera, en el audiovisual yanqui, y no solo (que también) por la pujanza del gigante que es China en el mundo, con un mercado de 1.400 millones de personas, actualmente la segunda economía de la Tierra tras Estados Unidos. Esta serie que comentamos, Bronca, viene precisamente a confirmarlo, siendo un audiovisual en el que la gran mayoría de los actores y actrices son asioamericanos, como también su creador, así como los directores y buena parte de los guionistas y productores.
La serie, de 10 capítulos, se ambienta en nuestros días, aunque a lo largo de esa decena de episodios habrá algunos saltos atrás en el tiempo para ver la infancia y juventud de nuestros protagonistas, cuyos nombres en la ficción son Danny Cho y Amy Lau. El primero es un surcoreano emigrado a Estados Unidos, donde sobrevive con su pequeña empresa de mantenimiento (lo que en España llamamos “manitas”), en la que, siendo benévolos, no le va demasiado bien; ella tiene un estatus social superior, siendo la propietaria de una pequeña pero pujante empresa dedicada a las plantas vegetales. Cuando Danny sale de un hipermercado con un gran cabreo por un incidente que le ha sucedido con el cajero, se involucra en un rifirrafe entre conductores con Amy; ambos son totalmente desconocidos entre sí, pero varias endiabladas jugarretas que se hacen alternativamente al volante hacen que los dos, fuera de sí, se dediquen a hacerle putaditas al otro. Cuando finalmente lo dejan, Danny se ha quedado con el número de la matrícula de ella, y parece que no está dispuesto a dejar las cosas así…
El creador de la serie, el surcoreano Lin Sung Yin (Seul, 1981) vivió su infancia y primera juventud a caballo entre su país de origen y Estados Unidos, donde se licenció en Economía, pero terminó dedicándose a la industria audiovisual. Se inició como guionista en 2007, siempre en el marco de la televisión, y ahora se estrena como creador de esta exitosa Bronca, cuya lista de galardones es larga como un brazo: entre otros, 3 Globos de Oros, 7 Primetime Emmy y 2 premios Gotham, convirtiéndose en una de las series de referencia del año.
Podríamos decir que la serie va sobre cómo la vida moderna, con su aceleramiento y su estrés, pone constantemente en el disparadero a la gente, en especial si esa gente tiene ya problemas de por sí. Es el caso: aquí, él, un perdedor de libro, mal estudiante en su infancia, peor trabajador en la edad adulta, marrullero, siempre creyendo que el mundo le debe algo, pero en el fondo un pobre diablo sin auténtica maldad pero sí con la mecha muy corta cuando se enciende; ella, con buena posición, con una infancia infeliz (sus padres no querían tenerla) y una adolescencia problemática (tenía citas a ciegas con hombres mayores para sexo anónimo), y ya adulta, con un matrimonio (con un japoamericano, del que tiene una hija pequeña) en el que tampoco es dichosa, aunque aparentemente la pareja lo sea.
Estamos entonces ante una serie con abundante humor negro, con unos personajes con evidente tendencia al histerismo, en la que los principales papeles son todos asioamericanos, aunque en puridad podría haberse hecho con americanos de otras etnias, como blancos para la parte rica e hispanos para la pobre, por ejemplo, y el resultado hubiera sido parecido; en este sentido, nos parece que las etnias aquí aportan relativamente poco en términos absolutos, aunque se agradece que los protagonistas no sean los de siempre.
No solo habrá humor negro: también tendremos con frecuencia humor irónico, que es uno de los más inteligentes, por supuesto, en la comedia, aunque tampoco los guionistas le hacen ascos a comicidades más viscosas, como el humor marrón o escatológico. Con esas pinceladas de comicidad de toda laya, la serie se apoya sobre todo en una historia bien armada, con estos dos antagonistas que, progresivamente, irán encontrando motivos para odiar cada vez más al otro, hasta un final ciertamente sorprendente (o quizá no tanto), que nos dice que no somos tan distintos. Con una trama bien contada, en la que sobresalen curiosos giros de guion poco previsibles, culminando cada episodio con un potente cliffhanger (o final de capítulo “en punta”), la serie habla sobre la ira y, sobre todo, de la dificultad de gestionarla adecuadamente, por muy distinto que sea el nivel social de quien la siente crecer en su interior como un volcán imposible de detener. También habla de la extraña cercanía que, a veces, se da en disímiles, aunque quizá no lo fueran tanto; porque probablemente nada une más que la infelicidad…
Como curiosidad, los escasos personajes blancos que aparecen en la serie no están vistos de una manera demasiado positiva: habrá que entenderlo como una mínima contrapartida para cuando, abrumadoramente, el audiovisual hecho por blancos no ha dado una visión precisamente favorable de las etnias asioamericanas…
Excelente trabajo del dúo protagonista, Steven Yeun, que ha estado en un producto tan conocido como la serie The walking dead, pero también en films como Nop, Okja y Burning; y Aly Wong, a la que hemos visto en Salvajes, de Oliver Stone, y Aves de presa, entre otros films; ambos vieron reconocidos sus formidables desempeños en los papeles protagonistas con sendos Globos de Oro y Primetime Emmy.
(01-06-2024)