Pelicula:

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El cine tiene la rara virtud, al igual que otras artes, por supuesto, de poder sorprendernos de vez en cuando, aunque en algunos casos, como en el que nos ocupa, no lo sea tanto por la calidad del film como por la peculiar carrera de su director y de cómo ha llegado a donde está. Porque Jordan Peele (Nueva York, 1979) era un popular actor cómico bragado en comedias varias, “sitcoms”, doblajes de pelis y series de dibujos animados, etcétera… hasta que en 2017 dio al salto a la dirección cinematográfica con Déjame salir; pero, en contra de lo que pudiera haberse supuesto, el género de ese film, lejos de ser la comedia, resultó ser el terror, en las antípodas de su género de siempre como actor.

Déjame salir llamó poderosamente la atención porque se inscribía, con vigor y nuevas y buenas ideas, en una corriente del cine de terror que desde principios de este siglo (hablamos de Babadook, de Déjame entrar –versión escandinava, por supuesto--, de It follows, de Eliminado, de No respires, entre otras) está renovando un género que, es cierto, en las últimas décadas del siglo XX se había convertido en una especie de cajón de sastre de ramplón manierismo en el que, o bien se volvía a hacer lo de siempre (pero peor…), o se optaba por la casquería más grosera como forma de asustar al público, cuando por esa vía lo que generalmente se consigue es dar asco, no miedo.

La película gustó, y hasta consiguió un Oscar para Peele al Mejor Guion Original; le siguió Nosotros (2019), que reincidió en la temática terrorífica, en esa versión esquinada que se estila (creemos que afortunadamente…) en este descreído siglo XXI. Todo eso mientras Peele continuaba con su carrera como actor cómico, en una especie de disociación un tanto esquizofrénica pero que, parece evidente, a él le va perfectamente con ella.

Ahora nos llega con esta Nop, que nos tememos dista de ser una de esas pelis del nuevo y lustroso terror vigésimo primero (por el siglo en el que se escriben estas líneas), o al menos una de esas “buenas” pelis inscribibles en el mismo. Y eso que la historia se inicia muy, muy inquietantemente: unas voces en off sobre pantalla negra, unos gritos de terror, una imagen de un decorado televisivo devastado, con algún cuerpo inerme que apenas se aprecia tras los muebles de atrezzo, un chimpancé vestido como para una fiesta infantil, pero con los hocicos sospechosamente rojos… Esta resulta ser una historia secundaria que aparecerá intermitentemente en la línea argumental principal, que se inicia poco después: conocemos a O.J. (sí, como el mismísimo O.J. Simpson…), un joven afroamericano que se dedica, con su padre, a domar caballos; tienen ambos una pequeña granja de ganado equino. Un día, mientras están en el exterior de la granja, algo sucede en el cielo y empiezan a llover cosas, pequeños proyectiles de lo más banal: monedas, llaveros… uno de ellos alcanza al viejo, y entonces todo empieza a ir mal para O.J. y para su hermana Emerald…

Aclaración innecesaria para los menores de cuarenta años, pero conveniente para los que superen esa edad: “nop” es una forma coloquial que se ha popularizado entre la gente joven, mayormente en conversaciones de chats digitales (Whatsapp y similares), para decir “no”. En inglés es “nope”, que es el título original. Paralelamente, la afirmación es “sip”, en inglés “yep”.

Nos parece que Peele en este caso ha errado el tiro, porque su historia principal tiene una primera parte a la que llamarla tediosa sería ser demasiado condescendiente, con diálogos espantosos, situaciones incoherentes y soluciones de guion desafortunadas, una hora en la que no pasa casi nada, y lo que pasa es horriblemente malo. Llegado al ecuador del film, y una vez que se han despejado las incógnitas sobre qué es lo que acecha allá en el cielo, entre las nubes, si es carne o pescado, la cosa se entona algo, si no en el tema del cine de terror, en el que esta historia principal no está muy afortunada, al menos en la de generar fuertes dosis de adrenalina en el espectador, con un cuarto de hora final ciertamente angustioso. Pero, ¿esto no era una peli de terror, o resulta que era de acción? Lícitamente podría ser ambas cosas, por supuesto, pero es que el propio Peele ha dicho que él, como director, no sabe hacer otra cosa que cine de terror, así que algo ha salido mal con respecto al planteamiento…

Porque esa historia principal, que parece tomar cosas de anteriores films sobre el tema, desde Encuentros en la tercera fase a La llegada, desde Predator a Independence Day, la verdad es que no funciona nunca, con unos protagonistas con los que el espectador difícilmente puede identificarse, personajes de cartón piedra sin vivencias, bocazas y gritones, meras marionetas en manos de un Peele que como guionista confirma algo que es bastante frecuente, la necesidad de otro libretista que ponga freno a quien, nos tememos, la recepción de un Oscar por su primer guion le ha hecho creer que cualquier cosa que se le ocurra puede interesar al resto de los mortales.

Y lo curioso del caso es que la otra línea narrativa, muy secundaria en tiempo en pantalla, la del simio de la secuencia de inicio, es sin embargo infinitamente mejor: y es que la historia de lo que ocurrió en el transcurso de una (ficticia, por supuesto) grabación de una banal “sitcom”, titulada “La casa de Gordy”, siendo este Gordy un chimpancé adoptado por una familia estándar como singular mascota, resulta ser muy superior a la intriga principal, con una Gorgona de tamaño XXL que supuestamente no podía hacer daño a quienes no la miraban. Las pocas escenas que vemos del suceso trágico acontecido con un chimpancé al que se le fue la olla resultan escalofriantes, sobrecogedoras… Peele utiliza en ellas armas fílmicas tan nobles como el fuera de campo, las voces en off, el plano fijo en el que solo se intuyen cosas que no se ven directamente en pantalla… oro puro en comparación con la ganga de la línea principal y su Pantagruel volante. Que el nudo gordiano de esa trama principal haya de resolverse con algo así como una indigestión para la que no hay Almax suficiente en los almacenes farmacéuticos indica ya el “nivel” creativo de esta Nop, a la que, efectivamente, por nuestra parte le decimos: nop.

El único actor de cierto renombre es Daniel Kaluuya, que precisamente saltó a la fama con su protagonismo en Déjame salir, el descubrimiento de Peele como director. Kaluuya siempre nos ha parecido un actor muy limitado, y aquí está ciertamente horrible, incapaz de conferir algo parecido a una vida a su personaje, un zombi que no se pretende que lo sea. Por su parte, la actriz y cantante Keke Palmer nos parece muy sobreactuada, quizá como si quisiera contrapesar la atonía del mentado Kaluuya.

Magnífica fotografía del sueco-holandés Hoyte Van Hoteyma, convertido ya en uno de los maestros de la luz de este siglo: Déjame entrar, Interstellar, Spectre, Dunkerque, Ad Astra… gozaron de su ojo incomparable para dejarse fotografiar bellísimamente.

La peli se abre con una cita bíblica, algo bastante frecuente en este tipo de cine, con la manifiesta intención de dar un toque de empaque a la historia que se nos cuenta: “Arrojaré sobre ti inmundicias abominables, te envileceré y te convertiré en un espectáculo” (Libro de Nahum, 3:6). El profeta Nahum se refería a la ciudad de Nínive, claro, pero aquí Peele se lo apropia para asolar a estos pobres afroamericanos, su cuate hispano (de horribles pelos teñidos de rubio) y los caballitos, que se lo debieron pasar fatal en el rodaje, con tanto estrés, aunque no vieran al polimorfo monstruito que solo estaba en el disco duro del ordenador de los chicos de los efectos digitales.

(24-08-2022)


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130'

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Nop - by , Apr 15, 2023
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Pantagruel vuela