CINE EN SALAS
[El lector interesado en la obra de Ridley Scott puede consultar en Criticalia los dos artículos dedicados a su figura, ambos con el título genérico Ridley Scott: 60 años tocando (casi) todos los palos de la baraja, pulsando en los siguientes enlaces: I y II]
Hace casi un cuarto de siglo, la película Gladiator (2000) fue todo un acontecimiento cinematográfico: llenó salas (más de 450 millones de dólares de recaudación mundial; fuente: The-numbers.com), ganó cinco Oscars (entre ellos el de Mejor Película) y se convirtió en uno de esos films que todo el mundo conoce, que todo el mundo ha visto, bien entero, bien por partes. El tiempo le sentó bien a la leyenda, convirtiéndola en algunos foros cinéfilos en la obra maestra que (a nuestro parecer) no es, y haciendo cada vez más probable que Hollywood, sedienta siempre de nuevos filones que explotar para seguir dándole a la manivela (ahora será un botón táctil...) de la máquina de hacer dinero, tuviera la tentación de continuar aquella historia ambientada en hace casi veinte siglos.
Pues después de varios intentos infructuosos, aquí está ya por fin esta Gladiator II que ha sido objeto de una enorme campaña de “hype” (ya saben, una inusitada creación de expectativas) que, vista la película, como era de prever, se ha desinflado. La historia arranca circa 200 d.C., en Numidia (antiguo reino de influencia púnica, situado en el norte de África, donde actualmente están Marruecos, Argelia y Libia), país que es atacado por mar por una poderosa flota del Imperio Romano, a cuyo mando está el honesto general Acacio; en el combate muere Arishat, la esposa del llamado Jano, quien cae esclavo de los romanos. Ya en Roma, comprado por Macrino, experto en preparar gladiadores para luchar en el Coliseo de Roma, nos enteramos de que Jano en realidad es Lucio, hijo ilegítimo de Máximo Décimo Meridio, el protagonista de Gladiator, que moría al final de aquella película. Lucio fue enviado por su madre, Lucila, a Numidia, al amparo de amigos que tenía en aquella corte africana, para preservarlo de los nuevos emperadores, los despóticos hermanos gemelos Geta y Caracalla, a cual más cruel y más impío, temiendo por su vida al ser el niño un posible postulante, por razones genealógicas (es nieto del emperador Marco Aurelio), al trono de Roma. Desde la muerte de su esposa en la batalla, Lucio solo vive para poder saciar su sed de venganza hacia Acacio, el general al que culpa de la muerte de Arishat... pero Acacio resulta ser el marido de Lucila, la madre de Lucio...
Alguien ha dicho, y nos parece que no le falta razón, que lo peor de Gladiator II es que existe Gladiator, la original. Con independencia de que aquella primera película no nos parezca la obra maestra que algunos han sugerido, sí parece evidente que es un film de un extraordinario éxito popular, con un guion muy medido, bien puesto en escena por un director en plena madurez (Ridley Scott tenía entonces 63 años, mientras que ahora tiene ya 87...), con los efectos digitales adecuados, sin pasarse nunca, con un ritmo y un tono de estirpe clásica, y con una pareja de protagonista y antagonista (Russell Crowe y Joaquin Phoenix, respectivamente) en estado de gracia, convirtiendo de hecho el primero de ellos, Crowe, a su personaje en todo un mito, el arquetipo del héroe valeroso a todo trance, honesto a carta cabal, sabedor de que pagar con la muerte propia no es un precio desorbitado cuando lo que se consigue es nada menos que la justicia, la Justicia.
Frente a ello, aquí tenemos un guion muy manifiestamente mejorable, del que es autor David Scarpa, el guionista de cabecera de Scott en los últimos años, para el que ha escrito los bastante mediocres libretos cinematográficos de Todo el dinero del mundo y Napoleón. En ese sentido, no ayudan precisamente las numerosas incoherencias del guion, plagado también de lugares comunes y escenas increíbles (esa lucha final de Lucio y Macrino en el agua, por favor...).
También nos encontramos a un Ridley Scott ya casi nonagenario, que evidentemente no tiene ya la fuerza física ni la pujanza creativa de sí mismo un cuarto de siglo antes; tampoco ayuda la elefantiásica utilización de los efectos digitales, tirando desconsideradamente de esa forma de crear realidades que no existen si no es en el disco duro del especialista en CGI que lo maneja, lo que redunda con frecuencia en la inverosimilitud de lo que estamos viendo en pantalla.
Ítem más, la elección de Paul Mescal, como a casi todo el mundo, nos parece un clamoroso error de cásting. Porque este por lo demás talentoso actor de cine “indie” (recordemos sus notables trabajos en films como Aftersun y Desconocidos) carece del carisma que debería ser la virtud preponderante del héroe de esta continuación, si se querían jugar las mismas cartas que en la primera parte (y sí, se quieren jugar clarísimamente esas mismas cartas...), así que escoger a un buen actor que no tiene una remarcada personalidad heroica era, como así ha sido, suicida. Mucho mejor Pedro Pascal como el general Acacio, aunque ya estamos acostumbrados a que el estupendo actor chileno-norteamericano lo haga bien todo, igual cine independiente que “mainstream”.
Y la música, ciertamente, no está a la altura. La banda sonora que ha compuesto el británico Harry Gregson-Williams (músico de cámara de Scott desde, al menos, Marte (The Martian), allá por 2015) carece de la grandiosidad del “score” que el gran Hans Zimmer escribió para Gladiator.
Queda, eso sí, un espectáculo vistoso, entretenido, con un ritmo narrativo apañado, de tal manera que el espectador rara vez se aburre. Pero, claro está, eso no es todo; eso ya lo hace cualquier film correctamente manufacturado con alguien más o menos listo a los mandos, pero a una costeada y megalómana producción como ésta, con un equipo técnico-artístico que supera con creces las mil personas, y que se reclama orgullosa heredera de aquella primigenia película de culto de hace casi un cuarto de siglo, hay que pedirle más, bastante más.
Sin embargo, el film parece que va a arrasar en taquilla, o al menos esa es la impresión en su estreno mundial, antes del que tendrá lugar próximamente en Estados Unidos. Si así fuera, no sería extraño que tuviéramos “Gladiator III”; si es así, a ver si aprenden de los errores de esta segunda (y endeble) entrega...
(20-11-2023)
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