ESTRENO EN FILMIN.
Disponible también en Mubi.
Charlotte Wells (Edimburgo, 1987) es una productora, guionista y directora de cine británica que se graduó en cine en la Universidad de Nueva York. Como directora hasta ahora se había desempeñado solo en el formato de cortometraje, campo en el que ha conseguido buen número de premios en certámenes internacionales, laureles que se han visto no solo reeditados sino incluso incrementados con este su primer largo, Aftersun, que ha sido galardonado, entre otros, en festivales como Cannes, Deauville, Munich, Sarajevo y Sâo Paulo.
La película se ambienta en nuestro tiempo, durante unas vacaciones veraniegas en Turquía que disfrutan Calum, un joven padre divorciado escocés, en torno a la treintena, y su hija Sophie, de 11. Ambos tienen una estupenda relación paterno-filial; a lo largo de varios días vemos como se divierten y disfrutan de ese período vacacional, aunque al final de esos días ocurre algo que parece poner algún nubarrón en su relación...
La película, alabadísima por la crítica, debemos decir desde ya que nos parece interesante pero ciertamente lejos de los (en nuestra opinión) desmesurados loores que se han vertido sobre ella. Al parecer Wells gusta de lo que podríamos llamar el cine-jeroglífico, cine en el que supuestamente no pasa nada, aunque hay alguna(s) escena(s) un punto perturbadoras que podrían querer decir que sí ha pasado o podría pasar algo. Por supuesto, estamos ante una película para espectadores activos; el que va al cine a comer palomitas y un refresco que se olvide de verla, mayormente para ahorrarse el cabreo correspondiente.
Estamos, por supuesto, a favor del cine que requiere de un espectador activo; no tanto del que, además, tenga que tener dotes de adivino o, en su caso, haya de emular al famoso Champollion para desentrañar los jeroglíficos que la directora nos propone. Porque mientras los primeros sesenta minutos son un idílico (también inane...) paisaje humano, con padre e hija disfrutando de las delicias de un hotel en Turquía, con mañanas y tardes en la piscina, la cremita bronceadora, los chapuzones, pero también con tiempo para jugar al billar, solos o con compañía de otros chicos, y por las noches tomarse el padre algún combinado etílico y la niña su correspondiente Fanta de limón o brebaje similar, en la última media hora, o quizá solo los últimos veinte minutos, la película, sin dejar de ser eso mismo, introduce algunos elementos crípticos que nos hacen pensar que hay algo más, aunque no sabemos a ciencia cierta que es. Algunos breves planos de Sophie ya adulta, con la que parece su novia en su hogar, parecen apuntar que la historia está contada en flashback, a través de las cintas de vídeo que grabaron padre e hija en aquellas vacaciones, revisionadas bastantes años después por esa Sophie quizá treintañera, y veremos entonces algunos momentos que se apartan de la idílica relación paterno-filial, como la producida en el karaoke, cuando el padre no quiere cantar con la hija y después esta le hace un reproche (más bien le da un “corte”, como decimos en mi tierra) sobre no dar consejos si no se está en disposición de poder sufragar lo que ello conlleva. A partir de ahí, algo parece romperse, o al menos dañarse en la relación entre padre e hija, que aunque sigue siendo superficialmente perfecta, presentará algunas lagunas...
Y ahí es donde Wells deja algunas pistas, para las que uno se siente tentado de llamar a Sherlock Holmes o a Hércules Poirot, a ver si nos echan una mano... Un plano con Calum, de noche cerrada, entrando en el mar, totalmente vestido... Otro plano del padre, en su habitación, a solas, esta vez desnudo, de espaldas, sentado en la cama, llorando a moco tendido... Un último plano, que cierra el film, y que no destriparemos (aunque en puridad no hay nada que destripar...), que sugiere una despedida entre la niña y el padre. ¿Despedida definitiva? ¿Sólo hasta el próximo fin de semana cuando le toque el turno en el reparto pactado entre los cónyuges? Un enigma.
Esa última parte de Aftersun, a nuestro juicio, se torna progresivamente más críptica, sin que tenga elementos extraños, sino que éstos parecen conceptualmente distorsionados sobre lo que hemos estado viendo hasta entonces; por momentos parece que la trama se vuelve en cierto modo casi abstracta, sobre todo desde que aparece, apenas unos momentos, esa Sophie adulta que hemos citado.
Película rara donde las haya, no tanto por lo que cuenta sino por lo que NO cuenta, caben hacer disquisiciones de todo tipo, y seguramente todas serán erróneas (o todas verdaderas.... parecemos gallegos...). Ciertamente Charlotte Wells ha hecho una película que da que pensar, aunque le vemos fallas a esta nueva forma de contar historias en las que parece conveniente estar muy versado en la resolución de crucigramas y jeroglíficos.
Buen trabajo actoral de los dos protagonistas, Paul Mescal (por cierto, más joven que su personaje: cuando rodó el film tenía 25 años, y hace como si tuviera 30) y la pequeña Frankie Corio, que promete mucho, muchísimo, si no pierde esa pasmosa naturalidad que aquí demuestra.
(12-11-2022)
96'