Enrique Colmena

Continuamos en este segundo y último capítulo del díptico glosando la carrera del director y productor Ridley Scott, haciéndolo en razón a los muchos géneros que ha venido tocando en su dilatadísima carrera de seis décadas, habiendo comentado ya los referentes a terror, ciencia ficción e histórico.


Thriller

Si el cine histórico es uno de los géneros que más ha cultivado Ridley, el thriller no le anda a la zaga. Hasta seis títulos censamos dentro de ese gran cajón de sastre que generalmente solemos identificar como thriller, teniendo en cuenta que, como cabría esperar, casi siempre se enmarcan, dentro de ese sello, en características particulares que los diferencian de los demás. Así, tendremos la intriga claramente influida por el cine romántico en La sombra del testigo (1987), con modesto policía al que se le encarga la protección de una mujer de la alta sociedad que ha de ser testigo en un caso, lo que el asesino en cuestión procurará evitar, de forma más bien traumática... como cabría esperar, estamos ante una intriga romántica combinada con la diferencia de clases, además de los toques de suspense propios del género y del tema, aunque ciertamente Scott no estuvo aquí especialmente brillante.

Thriller policíaco con implicaciones interraciales será Black rain (1989), en la que Michael Douglas como bragado agente policial es encargado de escoltar, junto a su compañero, encarnado por Andy García, a un peligroso miembro de la Yakuza, la mafia japonesa. Como cabía esperar, no será un camino de rosas, en una peli no precisamente distinguida, aunque por supuesto siempre con el estilo brillante y (al menos aquí) un punto efectista del cineasta británico. Los impostores (2003) será otra modalidad de thriller, en este caso sección “timos”, con un protagonista (un Nicolas Cage cuando aún no se había convertido en una caricatura de sí mismo) de profesión sus pequeñas estafas, y en este caso con irisaciones intergeneracionales al aparecerle una hija adolescente que dará al thriller un toque como de comedia... Pero tampoco aquí estuvo especialmente fino Ridley...

Mejor sería American gangster (2007), un thriller típico de policías y mafiosos, en este caso con un enfrentamiento en toda regla entre un delincuente de cuello duro, Denzel Washington, y un “madero” de los incorruptibles, Russell Crowe, consiguiendo Scott la que probablemente es su mejor película de intriga, intensa y bien llevada, con protagonistas reconocibles y bien construidos, en un desigual duelo ambientado en los años setenta del pasado siglo, en el que ambos tendrán mucho que perder. En esa misma línea de thriller relacionado con la mafia, El consejero (2013) ensaya otra variante, en este caso haciendo que el protagonista sea un abogado de postín que comete el error de asociarse con el mundo de la droga. Con un repartazo (Michael Fassbender, Brad Pitt, Penélope Cruz, Javier Bardem, Cameron Díaz, Bruno Ganz...), sin embargo el film fue una castaña de marca mayor por culpa de un horrible guion del que fue autor el Pulitzer Cormac McCarthy, tan buen novelista como deficiente guionista, actividades que, aunque emparentadas, no son la misma cosa...

Ridley ensayaría incluso el thriller de espías en Red de mentiras (2008), ambientada en el proceloso teatro de operaciones de Oriente Próximo, en un film plagado de traiciones y zancadillas, esas herramientas que cualquier agente secreto ha de saber utilizar tan bien como la pistola. Rodada con la perfección de Scott, y con un par de actores de referencia como Leonardo DiCaprio y Russell Crowe, el film se dejó ver con agrado, si bien no tenía mucho más que la enrevesada intriga planteada.


Drama

También ha afrontado Ridley Scott en su dilatada carrera, como cabía esperar, el drama con todos sus avíos; también con sus matices, como ya hemos visto que es habitual en él. Es el caso de Thelma & Louise (1991), film que alcanzó enseguida la categoría de mito, quizá no tanto por sus valores cinematográficos como sociales; y es que, quizá por primera vez en Hollywood, la película estaba contada claramente desde una perspectiva femenina, los hombres eran el paisaje, bien el cabrón del marido de Thelma (una estupenda Geena Davis, a la que perdimos la pista hace tiempo...), bien el bollycao que componía un primerizo Brad Pitt. Con algunas escenas ciertamente inolvidables (ese final, que se ha recreado, en serio y en broma, tantas veces...), la película alcanzó el estatus de mito a pesar de sus, en nuestra opinión, carencias fílmicas; a ello no fue ajena la gran química entre las protas, la ya mentada Geena y la siempre solvente Susan Sarandon.

En los últimos tiempos parece que a Scott le han interesado especialmente los dramas ambientados en familias ricas y famosas. Así, en Todo el dinero del mundo (2017) nos contaba la célebre historia del clan Getty, comandado por el patriarca Jean Paul Getty, un tipo a cuyo lado el tío Gilito era un manirroto, y cómo ese abuelo hideputa se negó en redondo a pagar el rescate que hubiera podido salvar a su nieto, Paul Getty, que finalmente salvó la vida pero no una de sus orejas, en un caso que en su momento, en los años setenta, hizo correr ríos de tinta y abrió decenas de telediarios, pero que aquí fue contada con una desgana y una falta de brío atroces, a pesar de que, como casi siempre, Ridley contó con repartazo: Christopher Plummer, Michelle Williams, Timothy Hutton, Mark Wahlberg, Romain Duris...

Y el otro drama inmerso en otro famoso clan es la reciente La casa Gucci (2021), en el que el cineasta británico presenta la vida y la muerte de Maurizio Gucci, heredero del imperio de la marca de la doble G, siendo en este caso un drama entreverado de thriller, al contarse el asesinato del famoso empresario ordenado por su exmujer, Patrizia, una mujer de armas tomar (aunque en este caso el que tomó las armas fue otro, un botarate que, con su chapuza, abocó a su inductora al descrédito y la cárcel). Más entonada que la peli sobre los Getty, tampoco ha sido nada del otro jueves...


Cine bélico

Hasta cine de guerra ha hecho Ridley Scott, también con sus matices. Un film bélico con todos sus avíos fue Black Hawk derribado (2001), que se ambientaba en la Mogadiscio somalí de principios de los años noventa, con un comando yanqui de la misión de paz allí desplegada que habrá de capturar a un señor de la guerra del lugar, aunque la misión terminará como el rosario de la aurora, una historia basada en hechos reales que aconteció en el castigado país africano, y en el que Ridley demostró su más que reconocida solvencia para contar historias, si bien nos pareció que, al margen de las escenas de acción, tan prodigiosamente filmadas, faltaba humanismo, ese elemento tan importante en todo el cine, y más aún en el bélico. Otra vez con repartazo (Tom Hardy, Sam Shepard, Ewan McGregor, Eric Bana, Orlando Bloom, Nikolaj Koster-Waldau...), la película funcionó como vehículo de acción a toda pastilla, pero nada más.

Claro que, si la comparamos con La teniente O’Neil (1997), Black Hawk... sería casi una obra maestra... Porque esta peli, con una entonces en la cresta de la ola Demi Moore (que venía de varios hits comerciales como Ghost, Una proposición indecente y Acoso), fue un desastre sin paliativos. Quiso jugar una carta tibiamente feminista, al proponer el caso de una militar a la que se admite en las pruebas para formar parte de los Navy Seals, la más dura de las duras formaciones militares yanquis, con toda la intención de que fracase, aunque la teniente del título se lo tomaré muy a pecho. El problema es que el film tenía un tufo militarista ciertamente indigesto, aunque las formas fueran tan impecables como siempre en Scott.


Comedia

No ha frecuentado mucho la comedia Ridley, pero alguna ha hecho, concretamente Un buen año (2006), en este caso una comedia entreverada de romance y con sus gotitas de drama, rodada en el extraordinario escenario natural de la Toscana, y con Russell Crowe de nuevo al frente del reparto, en una época en la que el neozelandés (criado en Australia) llegó a interpretar hasta cinco films a las órdenes del cineasta inglés, reparto en el que Crowe estuvo muy bien acompañado: Marion Cotillard, Albert Finney, Abbie Cornish...


Fantástico

Tras hacer Blade Runner, el mundo estaba expectante por la nueva película de Ridley Scott, deseoso de nuevas muestras de un talento que, tras el también exitazo de Alien. El octavo pasajero, se intuía inmenso. Pero ese título fue Legend (1985), una incursión en el fantástico que no convenció a nadie (probablemente ni al propio Scott...), una historia de lucha entre el Bien y el Mal, en un universo de fantasía con mucho maquillaje (el pobre Tim Curry tuvo que aguantar kilos de prótesis y de afeites de todo tipo para componer su villano) y poca chicha argumental, además de obviamente inspirada en clásicos del género como El señor de los anillos de Tolkien.


Aventura

Aunque hay algunas pelis ridleyanas que podrían encuadrarse en este género, como Robin Hood (que hemos preferido incluir en el género histórico), la que es una aventura en estado químicamente puro es Tormenta blanca (1996), la historia del viaje en barco de un grupo de jóvenes al mando de un capitán, un Jeff Bridges como siempre muy convincente, y cómo ese grupo dispar habrá de enfrentarse a una prueba brutal como la tormenta del título, en un film que sin embargo fue un notable fracaso comercial, recaudando en todo el mundo apenas la tercera parte de lo que costó.

Así las cosas, nos parece que, salvo en el musical y en el wéstern, Ridley Scott ha incursionado prácticamente en todos los géneros clásicos. Pero como, a pesar de su edad (recordamos que cumplirá 85 el próximo Noviembre), está en plena forma, como evidencia el hecho de que tiene nada menos que cuatro títulos en cartera para rodar próximamente, no descartamos que, finalmente, el (casi) del titulillo de este díptico lo tengamos que eliminar...

Ilustración: Ridley Scott, en el centro, dando instrucciones a Russell Crowe y Denzel Washington durante el rodaje de American gangster (2007).