Thelma & Louise

Ridley Scott es uno de los nombres fundamentales del cine mundial de los últimos cincuenta años. Procedente del mundo de la fotografía, este director y productor inglés, tras varios productos televisivos, se dio a conocer en cine con la hermosamente esteticista Los duelistas (1977), para luego hacer una tras otra dos películas esenciales del cine moderno, que han creado (y de qué forma...) escuela, Alien, el octavo pasajero (1979) y, sobre todo, Blade runner (1982), obra maestra futurista sobre la posibilidad de que las máquinas sientan la misma desolación, desaliento y angustia existencial que los seres humanos. La verdad es que el resto de su filmografía ha tenido altibajos, con algunos títulos interesantes, como Gladiator (2000) o Marte (2015), pero también con medianías, cuando no directamente con mamarrachadas (estamos pensando, por ejemplo, en El consejero, 2013).

Una de sus películas más celebradas es precisamente esta Thelma & Louise, que con el tiempo se ha nimbado de un halo de obra de culto, aunque en nuestra opinión quizá sea una cinta sobrevalorada, aceptable pero no mucho más.

La historia, ambientada en el tiempo en el que se rodó, a principios de los años noventa del siglo XX, nos cuenta la peripecia de dos mujeres, las Thelma y Louise del título, la primera de ellas ama de casa con marido cabrón y la otra camarera que sestea en una cafetería. Ambas deciden hacer un viaje en coche para darse el gustazo de sentirse libres cierto tiempo, por hacer algo distinto a la anodina rutina del día a día, pero las cosas se complicarán, y de qué modo, más de la cuenta...

Habrá  que reconocer, porque es de ley, la relativa innovación de hacer que dos mujeres sean protagonistas absolutas de una película, una “road movie” con todos sus avíos, y que lleven su rebelión contra el que podríamos denominar “mundo macho” hasta extremos de tragedia griega. Pero también es cierto que el sobrevalorado guion de Callie Khouri (quien, por cierto, ganó un Oscar por el mismo; debía estar ese año la cosa de guiones cortita con café...) tiene más cabos sueltos de los tolerables y que Scott, como director, no supo disimularlos.

Eso sí, la pareja femenina compuesta por Susan Sarandon y Geena Davis resulta formidable, y algunos secundarios masculinos también rayan a gran altura: hablamos de Harvey Keitel y Michael Madsen, dos instituciones en la interpretación del cine USA. Además, el film supuso el descubrimiento para el gran público de Brad Pitt, en un papel que le iba como anillo al dedo, todo un oscuro objeto del deseo (gracias, Buñuel).

(07-03-2020)