Terminado el 21 Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2024), nos parece que, como decimos en el titulillo de este texto, lo mejor es que ha tenido lugar. Y es que tras el grave susto del año pasado, cuando a punto estuvimos de quedarnos sin certamen sevillano (el lector interesado puede refrescar la memoria leyendo el artículo titulado SEFF’2023: Crónica de varios desafueros y algún acierto), este año las cosas comenzaron más bien regular, por ser benévolos en la expresión, con varias meteduras de pata que nos hicieron temer lo peor: pocos meses antes de su comienzo apareció en prensa que, por un error (!!!), había que comenzar de nuevo un procedimiento administrativo (la buRRocracia, ¡ay!, la buRRocracia...), y poco después que al flamante director del festival, Manuel Cristóbal, se le había pagado “de más” varios salarios, de nuevo por error (por supuesto, el director lo devolvió, faltaría más...). El episodio del nuevo cartel de este año resultó chusco, siendo este el mismo del año pasado, pero con un “zoom in”, es decir, como si le pusiéramos una lupa, con lo que los cuadrados de colorines, un poco mondrianescos, del cartel de 2023 ahora eran más grandes; no quedó claro si aquello fue una genialidad del artista, o una tomadura de pelo; tampoco quedó claro si, fuera una cosa o la otra, el artista pasó por caja y se llevó su pasta (que nos parece que sí...).
En fin, que los pasos previos no eran buenos augures... Finalmente el festival ha tenido lugar, y se puede decir que ha aprobado, aunque nos parece que sin nota. Está bien que se haya conseguido traer a algunas figuras destacadas del cine mundial, como Johnny Depp (aunque este lo que venía era a “vender” su nueva película como director, Modi: tres días en el ala de la locura, sobre el pintor Modigliani) y Jeremy Irons. El productor David Putnam (La Misión, Carros de fuego, El expreso de medianoche...) también tiene su prestigio, por supuesto, pero es bastante menos conocido por el público medio. Ha habido otros invitados de cierto relumbrón, como el polémico Albert Serra, flamante (y controvertida) Concha de Oro en San Sebastián con su Tardes de soledad, o actores como Quim Gutiérrez, Emma Suárez, Natalia de Molina, Paz Vega y Álvaro Morte, entre otros.
Pero ha habido algunos problemas ciertamente poco justificables, como fallos en varias proyecciones, alcanzándose el colmo en el pase de prensa y acreditados de Raqa, el thriller de espías del director y productor Gerardo Herrero, en el que estuvimos presentes, y en el que se produjeron no menos de diez cortes, volviendo la película a veces antes y a veces después del momento donde se cortó, con lo cual aquello era casi como una película “underground” de montaje caótico. Finalmente el pase de la película tuvo que ser suspendida, a la vista del desastre que estaba siendo. Hubo otras incidencias de este tipo, pero nos parece que esta fue la peor. Por supuesto que las máquinas fallan, como se dijo a raíz de aquello, pero ya resulta chocante que en las 23 ediciones anteriores nunca fallaran, y ahora lo hayan hecho en varias ocasiones...
En cuanto a la programación, en general se puede decir que ha sido aceptable. Aunque se ha perdido alguna sección de las anteriores a la casi debacle del año pasado, como “Resistencias”, se han mantenido las demás y se han añadido algunas como “Alumbramiento” y “Rampa”. La Sección Oficial, que es en la que nos hemos centrado mayormente, ha mostrado un amplio abanico de temas, desde el colonialismo a los refugiados, pasando por el alcoholismo, el abuso sexual, la paternidad (o maternidad, por supuesto) perdida, el acoso a las poblaciones indígenas, el racismo, los problemas mentales... en general, temas de nuestro tiempo (en realidad, de cualquier tiempo, si nos paramos a pensar). Sí es verdad que había algunos títulos que no se entendía muy bien qué hacían en la Sección Oficial de un certamen como el sevillano, como la mentada Raqa, que es un film de pura vocación comercial.
De esa Sección Oficial las películas que más nos gustaron fueron, por este orden, el espléndido documental de Raoul Peck Ernest Cole: lost and found, sobre el famoso fotógrafo de origen sudafricano, prematuramente fallecido, autor de una monumental obra fotográfica sobre el execrable “apartheid” de su tierra; Vida en pausa, del griego Alexandros Avranas, drama con algunas esquirlas surrealistas sobre el infierno del proceso de asilo político en la (supuestamente) paradisíaca Suecia; la francesa A missing part, de Guillaume Senez, con un estupendo Romain Duris, crónica de una paternidad frustrada (por su mala cabeza, sí...); la belga (rama flamenca) Julie keeps quiet, de Leonardo Van Dijl, que ensaya con fortuna una sobria denuncia sobre el abuso de menores en el ámbito deportivo; la portuguesa Banzo, de la veterana Margarida Cardoso, sobre la infame etapa colonial de su país, a principios del siglo XX, cuando, a pesar de haber supuestamente abolido la esclavitud, ésta se mantuvo en la práctica con otro nombre pero las mismas (y abyectas) características; y Meet the barbarians, comedia francesa de la también actriz Julie Delpy, que ensaya la crítica sobre los que se oponen obtusamente a los refugiados, pero en clave de comedia, que se revela tan potente como si fuera en clave dramática (caso de la estupenda El viejo roble, de Ken Loach, por ejemplo).
Fuera de esa Sección Oficial citaremos alguna de las (pocas, que para eso debemos centrarnos en ella) películas de otras secciones que hemos podido ver, como Waves, vibrante visión del cineasta checo Jirí Mádl sobre el efímero estallido de libertad que supuso la Primavera de Praga, visto desde la perspectiva de un oscuro (pero a la postre fundamental) colaborador de Radio Checoslovaquia, que fue un luminoso faro en ese aspecto en aquel año de 1968 que concitó la esperanza de que pudiera haber un comunismo “de rostro humano”, pero también confirmó que la URSS (ya sin Stalin) y sus países satélites nunca lo consentirían, como así fue. O La belle de Gaza, la nueva película de la veterana directora francesa Yolande Zauberman, que completa la que podríamos llamar su “trilogía sexual árabe-israelí”, potente documental sobre las personas trans en un contexto tan poco propicio a ello como la sociedad musulmana (o la ortodoxa judía, que tampoco es manca en ese aspecto...).
Así que, como decíamos al principio, lo mejor del SEFF’2024 es que ha tenido lugar. Esperemos que la próxima edición sea ya una totalmente normal, en la que no haya patinazos previos y donde todo discurra como tiene que ser... Ojalá...
Ilustración: Fotografía del gran Ernest Cole en el espléndido documental del haitiano Raoul Peck Ernest Cole: lost and found.