[Esta película forma parte de la Sección Oficial del 21 Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2024)]
El caso de Jan-Willem van Ewijk (Delft, Países Bajos, 1970) es ciertamente curioso, al menos desde la perspectiva de cómo llegan las personas a convertirse en cineastas. Criado entre su país de origen y la norteamericana California, ya en Holanda se graduó como ingeniero aeroespacial, y de hecho estuvo trabajando durante varios años como tal en Airbus y otras empresas del sector dedicado a la fabricación de aviones. Sin embargo, a partir de comienzos del siglo XXI, Jan-Willem empezó a introducirse en su afición de siempre, el cine, y con muy escasos medios inició un largometraje, titulado Nu. (así, con un punto al final…), sobre una pareja traumáticamente separada, cuya finalización, por falta de recursos económicos suficientes, le llevó nada menos que seis años, hasta que pudo ser estrenado en 2006. Posteriormente hizo su segundo film, Atlantic. (de nuevo con un punto al final, como todas sus películas…), sobre un magrebí que intenta cruzar el mar para llegar a Europa… sobre una tabla de "wind-surf". Su tercer titulo es Pacífica. (…), ambientado en Estados Unidos, una "road movie" a vueltas con un padre y una hija. Como el lector habrá observado, además del punto tras cada título, ese título resulta ser siempre una única palabra… Ademas de esas circunstancias llamémoslas "nominales", parece que el cine de Jan-Willem gira casi siempre en torno a las relaciones personales, con frecuencia entre personas de la misma sangre, pero también de distintas generaciones.
Este su cuarto titulo, Alpha., nos presenta la historia de un padre y un hijo en un paisaje ciertamente excepcional, los Alpes suizos; conocemos al hijo, llamado Rien, cuya madre ha fallecido hace unos meses. Es instructor de "snowboard" (esas tablas en las que se puede uno deslizar por la nieve). A la estación de esquí llega su padre, Gijs, actor de cierto renombre en los Países Bajos, que va a pasar unos días con su hijo. Al día siguiente ambos, y otros amigos de Rien, ascienden a una montaña para hacer un descenso en esquíes y "snowboard", pero padre e hijo se quedan rezagados por un rifirrafe entre ambos, y entonces comienzan los problemas…
En la gacetilla de la película se habla de masculinidades tóxicas y cosas así, pero aquí realmente lo que nos parece que hay es sencillamente una pugna de gilipollas, con un padre coqueteando con una chica que podría ser su nieta (y que, para más inri, es medio novia de su hijo…), y el vástago enfurruñado por la ausencia del padre en la enfermedad de la madre (a pesar de lo cual el viejo alardea ante los otros de que estuvo siempre al lado de ella…) y por esa rara capacidad del progenitor para irritarle con sus devaneos con cualquier miembro del sexo femenino.
O sea, que gilipollas, simplemente, o idiotas, pero más bien poco machos alfa. Un macho alfa, en la escena del comienzo, cuando Rien discute con otro tipo por una conducta peligrosa del hijo de este último, lo que hubiera hecho Rambo, el macho alfa por excelencia, sería arrancarle la cabeza…; aquí la cosa se queda en un casi versallesco cruce de reproches: pues vaya machos alfa… No, no es esa la historia de Jan-Willem van Ewijk, y si esa ha sido su intención, nos parece que ha errado el tiro. Porque su película gira mucho más en torno a cómo las adversidades son capaces de unir a dos personas que, aunque con la misma sangre, tienen evidentes puntos de divergencia; hablando en plata, no se soportan mutuamente…
Esa situacion de grave peligro para la vida de ambos, solventemente resuelta por cierto por Van Ewijk, será efectivamente el catalizador para que estos dos varones olviden su imbecilidad previa para volver a ser los seres humanos cercanos, el padre y el hijo que habrán de dejar de lado sus majaderías para intentar salir con bien de una tesitura gravísima.
Curiosamente, como decimos, funciona mejor toda la parte de supervivencia de los dos hombres asolados por la fuerza de la naturaleza (y por su imbecilidad al parecer congénita) que en los prolegómenos, cuando los vemos relacionarse entre sí y con los amigos de Rien, en un planteamiento de la historia que resulta bastante inconsistente, enviándonos además señales incoherentes, como la escena en la que Rien simula un accidente como broma pesada para sus amigos y padre, cuando hasta entonces lo que hemos visto es que tiene menos sentido del humor que el ama de llaves de Rebeca…
Bien los dos actores protagonistas, que a su vez son, efectivamente, padre e hijo en la vida real, y cuyos personajes además se llaman como ellos… Por supuesto, los paisajes alpinos sobrecogen por su impresionante belleza. A Jan-Willem, visto lo visto, no sé si sería conveniente aconsejarle que pida su reingreso en Airbus…
(12-11-2024)
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