Enrique Colmena

El estreno prácticamente consecutivo de las películas El club de los milagros y La gran escapada nos permite hablar de una característica común de ambas, cual es su pertenencia a ese tipo de cine que hoy día se llama “feel good”; por decirlo en román paladino, un cine que busca que el espectador se sienta bien, un cine en el que, aunque haya en su planteamiento ciertos problemas o conflictos, al final todo sale más o menos bien y el público puede volver a su casa con cierto, aunque efímero, regocijo vital por haber contemplado, durante hora y media o dos horas, una historia en la que, aunque hayamos podido sufrir, junto a los protagonistas, durante una buena parte de su desarrollo, al final salimos incluso creyéndonos que somos mejores personas de lo que somos.

El cine “feel good”, por supuesto, no tiene fronteras: es universal, en todos lados se hace, en todos lados se aprecia por el público. No recaudará como el último “blockbuster”, tipo Marvel o similar, pero generalmente goza de buenas taquillas y buena prensa, aunque los críticos, siempre tan canallas, no solemos darle mucha cancha; craso error, me parece: una película que aspira, y consigue, hacer que el espectador se crea mejor de lo que en realidad es, ya tiene todos mis respetos... Pero lo cierto es que, si bien se hace cine “feel good” en todas partes del mundo, quizá sea en el Reino Unido donde se haya cultivado, y se sigue cultivando, con mayor fervor, con mayor devoción, hasta el punto de convertirse casi en un género en sí mismo.

Aquí, a raíz de esas dos “feel good” británicas que citábamos al inicio de estas líneas, vamos a repasar algunas de las películas más (re)conocidas del cuasi género anglosajón que busca (y, generalmente, consigue) mejorarnos un poco, o, al menos, mejorar algo, aunque sea de forma temporal, nuestras vidas.

Como hablar de cine “feel good” inglés a lo largo de los tiempos nos daría como para escribir una enciclopedia (sí, del tamaño de la Encyclopaedia Britannica, ya que estamos...), nos ceñiremos a un tiempo concreto, este siglo XXI de nuestras entretelas, y a un número también limitado, pongamos 21 películas, para que “rime” con ese romano XXI de la centuria.

Iremos haciendo este somero repaso de estos 21 títulos “feel good” británicos atendiendo a un orden cronológico, tan bueno como cualquier otro, pero que nos puede permitir, en este caso, observar la evolución que el cuasi género ha ido experimentando a lo largo de este casi cuarto de siglo que llevamos del XXI.

Así, empezaremos por un “feel good” que podríamos denominar “pata negra”, y no es porque haya de por medio ningún cochino... Hablamos de Billy Elliot (2000), quizá la dramedia (porque casi todas las “feel good”, como veremos, suelen ser dramedias, pelis entreveradas de drama y comedia) por excelencia de principios de siglo que buscaba inspirar buenos sentimientos en el público en general. El film de Stephen Daldry planteaba, en el marco de la durísima huelga de mineros de los años ochenta en Inglaterra, el hecho de que un preadolescente, el Billy del título, despuntara como un talento por pulir en una disciplina, la danza clásica, tan alejada del bronco universo de las minas. La peli tuvo enorme repercusión, gustó mucho, y de hecho, fue un extraordinario éxito de taquilla: con 5 millones de dólares de presupuesto, recaudó casi 110 millones en todo el mundo (las fuentes de todas las cifras que se citan en este artículo son: IMDb para los presupuestos, y The-numbers.com para las recaudaciones).

Quiero ser como Beckham (2002) nos permite ver la evolución de la sociedad. Este film de la cineasta anglo-hindú Gurinder Chadha presentaba el caso de una joven de su misma etnia que abominaba no tan secretamente del destino marcado para las mujeres en su sociedad (novia, esposa, madre), porque lo que le gustaba era jugar al fútbol... Evidentemente, hoy día está afortunadamente normalizado el hecho de que las mujeres jueguen al fútbol incluso profesionalmente, pero hace casi un cuarto de siglo aquello sonaba a marcianada voluntarista; pues así se hace camino, evidentemente, y aparte de sus valores como agradable “feel good”, esta película entiendo que contribuyó, y no poco, a que muchas niñas y adolescentes vieran que ellas también podían “ser como Beckham”. Las cifras de presupuesto (3,5 millones de libras) y recaudación mundial (casi 75 millones de dólares) confirmaron que, efectivamente, se había dado plenamente en la diana.

El cine “feel good” puede tener una vertiente... ¿cómo la denominaríamos?... bueno, llamémosle picante, para entendernos... Es el caso de Las chicas del calendario (2003), aquí en clave claramente de comedia, en una peli de Nigel Cole en la que un grupo de cincuentonas de buen ver dan en posar en paños muy menores (por no decir en bolas) para el calendario del título, por una buena causa, apoyar a una de ellas recientemente enviudada, con lo que tendremos la controversia en la pequeña población en la que viven. Generalmente festiva y con un tono muy “joie de vivre” (bueno, diremos “joy of life”, “alegría de vivir” en inglés, ya que hablamos de la Pérfida Albión), la película contaba entre sus bazas, además de su tono levemente osado, con la presencia de estupendas actrices como Helen Mirren y Julie Walters, entre otras. Con 10 millones de dólares de presupuesto, recaudó en todo el mundo la bonita cifra de 93 millones...

Si Las chicas del calendario era ligeramente osada... ¿qué decir de Irina Palm (2007)? A ver como decimos esto... Digamos que la protagonista de esta película dirigida por Sam Garbarski, se dedica a... los trabajos manuales, y no estamos hablando de hacer barquitos dentro de botellas... Y es que la Irina del título, abuela de un nieto sin recursos y con una terrible enfermedad de la que solo se podrá librar mediante el dinero que no tiene, se dedica, a falta de otra ocupación mejor, a masturbar a hombres en un local del Soho londinense. Por supuesto, la “faena” de la abuela está dada siempre en off, como no podía ser de otra forma en una peli como esta, con vocación mayoritaria y para públicos masivos. Marianne Faithfull, la protagonista, veterana y estupenda actriz, pero sobre todo mítica cantautora rock, estaba inmensa en su personaje, una mujer que cruzará límites que creía impensables para ayudar a lo que más quiere, venciendo la resistencia de la (mojigata, como todas...) sociedad de su época.  Quizá por lo escabroso del tema (aunque en realidad estaba tocado con un pudor extremo...), Irina Palm se puede considerar uno de los escasos fracasos comerciales dentro del “feel good” inglés, al contar con un presupuesto de 4,5 millones de dólares y recaudar solo 3,4 millones.

En un tono muy distinto, Un gran día para ellas (2008) es una comedia británica ambientada en 1940, con el Tercer Reich amenazando (y con frecuencia cumpliendo la amenaza...) con bombardear Londres, con una institutriz despedida de su trabajo, con más hambre que Carpanta, lo que la llevará al caótico hogar de una actriz de pocas luces, un hogar (y una vida...) donde la exinstitutriz habrá de poner orden para que la vida de su ama se enderece. Con dirección del anglo-hindú Bharat Nalluri y con dos estupendas actrices como Frances McDormand y Amy Adams (lo cierto es que las “feel good” anglosajonas son mejores por contar con tan buenas intérpretes), la película gustó mucho; aunque no disponemos de su cifra de presupuesto, sí es conocida su recaudación mundial, más de 15 millones de dólares, con lo que se puede colegir que finalmente fue un producto comercialmente rentable.

Aunque las “feel good” suelen ser pelis agradables de ver y con buenas taquillas, no es frecuente que, además, ganen premios, y menos todavía que sean premios importantes. Pues eso ocurrió con el siguiente título que vamos a comentar, Slumdog millionaire (2008), la cinta de Danny Boyle (recordemos, el autor de Trainspotting), se llevó nada menos que 8 Oscars, entre ellos los de Mejor Película y Mejor Dirección, además de otros muchos premios. Es cierto que la historia de este pobre diablo hindú, que, por una serie de carambolas y circunstancias de su vida de perro apaleado en las calles de Delhi, se planta en la final de la versión india del concurso ¿Quiere ser millonario? (sí, aquel que en España hizo famoso Carlos Sobera y su ceja...), es en buena medida muy triste, muy desolada, quizá no las mejores circunstancias para una “feel good”, pero finalmente la historia, aunque tibiamente, resulta esperanzadora, así que no tenemos reparos en incluirla en esta lista de títulos para sentirnos bien (aunque sea “in extremis”...). En taquilla, como cabía imaginar con esa avalancha de galardones, la peli funcionó extraordinariamente: con 16,3 millones de libras de presupuesto, recaudó la friolera de casi 384 millones de dólares...

Si antes hablábamos de una película que se ambientaba en el Londres de 1940, con los nazis bombardeando la ciudad, El discurso del rey (2010) sucede en fechas similares, en la época en la que el rey Jorge VI, que había llegado al trono de carambola, tras abdicar su hermano mayor, Eduardo VIII, tuvo que dar un discurso a la nación (por radio; entonces la televisión ni estaba ni se la esperaba) para insuflar ánimo y valor a la población, que sabía se enfrentaba a una crudelísima guerra contra el Tercer Reich. El problema es que el rey era tartamudo, con lo que lo de insuflar ánimo, etcétera, se ponía complicado cuando empezara a tartajear delante del micrófono... Para intentar revertir la situación se contrató a un logopeda australiano, un tipo del pueblo que, obviamente, chocó en más de un momento con Su Majestad y su dedo meñique tieso, aunque finalmente todo salió bien (si no, no sería una “feel good”...). Con dirección de Tom Hooper, aquí los intérpretes fundamentales fueron dos hombres, Colin Firth como el rey, y un estupendo Geoffrey Rush como el logopeda llegado de las antípodas. La película tuvo un gran éxito de público y crítica, consiguiendo 4 Oscars, incluidos los de Mejor Película y Mejor Dirección, y en taquilla la cosa fue realmente bien: con un presupuesto de 15 millones de dólares, la recaudación mundial se fue a la estratosférica cifra de 430 millones...

Hemos citado un par de títulos dirigidos por cineastas anglo-hindúes, y uno de ellos (Quiero ser como Beckham) ambientado parcialmente en ese ambiente étnico-social en Inglaterra. Pues El exótico Hotel Marygold (2011) presenta un caso que podríamos considerar intercambiado: aquí la historia se desarrolla enteramente en la India, pero con un grupo de protagonistas corales ingleses, y un hindú que hace de contrapeso (curiosamente Dev Patel, el “perro callejero” de Slumdog millionaire, ya comentado...). Los anglos, en la India, mayormente en edad Imserso, para entendernos, tendrán que lidiar con sus problemas y también con una sociedad muy distinta a la que conocen en la Gran Bretaña. Con dirección de John Madden (que conoció su mejor momento con Shakespeare in love), aquí también estaremos ante una “feel good” de libro, con sus conflictos corales que, de una u otra forma, se irán resolviendo, permitiendo que el espectador se vaya a casa algo más feliz de lo que entró en el cine. La película tuvo una muy aceptable carrera comercial, de tal manera que con 10 millones de dólares de presupuesto, su recaudación mundial se fue a casi 135 millones, lo que propició incluso una secuela, El nuevo exótico Hotel Marygold (2015), pero ya sin ese notable “punch” comercial.

Ilustración: Laura Linney y Maggie Smith en una escena de El club de los milagros (2023), de Thaddeus O’Sullivan.

Próximo capítulo: El cine “feel good” británico, casi un género en sí mismo, en 21 peliculas del siglo XXI (y II)