John Madden saltó a la fama como director en 1991 con su oscarizada Shakespeare enamorado. Lo cierto es que su carrera posterior fue bastante irregular, desde petardos incomestibles como La mandolina del capitán Corelli (2001) hasta la mucho más entonada La deuda (2010). Tenemos dicho de Madden que es un cineasta que, con un buen material guionístico, hace buenas películas, pero que si la sustancia argumental es floja, los resultados también serán lamentables. Dicho sea de paso, eso ocurre con la gran mayoría de los directores: la palabra entonces es profesionalidad, no arte. Pero ése es otro tema…
El exótico Hotel Marigold parece enteramente financiado por la Seguridad Social Británica (o como se llame el ente que pague las pensiones a los súbditos de Su Graciosa Majestad): varios ancianos, o en trance de serlo, en general con pensiones menguadas o alguno con asignatura pendiente, deciden viajar a la India, donde por Internet encuentran lo que parece un maravilloso hotel dedicado especialmente a ingleses de cierta edad con ganas de vivir el último tramo de su vida en un paisaje ciertamente exótico. Claro que, como a veces ocurre con estas cosas, cuando llegan a la India el maravilloso hotel deja mucho que desear: se cae a pedazos, no hay línea telefónica y algunas habitaciones no tienen ni puerta. Eso si, su gerente, un arrapiezo hindú de incontenible verborrea y actitud hiperactiva, intenta convencer a sus nuevos clientes de que los evidentes defectos no son sino virtudes, y que pronto todo estará como ellos quieren. Los ingleses, algunos por problemas económicos y otros por temas sentimentales, se quedarán. El hotel, pero sobre todo el país, habrá de actuar sobre ellos ayudándoles a resolver sus problemas…
La cinta transita entre el drama y los apuntes de comedia, en este último caso más en la parte en la que interviene el hiperactivo gerente adolescente que cuando los ancianos son el centro de la acción. John Madden hace un trabajo aseado, sin grandes alardes artísticos, que seguramente no se le pedían, poniendo en escena con soltura esta historia en la que la India, y particularmente el ruinoso hotel Marigold, actuará como catalizador de la liberación de cada uno de estos seres humanos al final de su vida, haciendo que todos y cada uno de ellos consiga ponerse en paz consigo mismo y con aquellos a los que podía adeudarles (sentimental, emocionalmente) algo, o mucho.
Claro que buena parte del interesante resultado reside en las interpretaciones, con un puñado de actores y actrices británicos de los que siempre funcionan, desde las eximias Judi Dench y Maggie Smith hasta Tom Wilkinson, sin olvidar al hindú Dev Patel, que saltó a la fama en Occidente con la oscarizada Slumdog Millionaire.
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