Serie: Bodyguard

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No hay duda de que el mundo del terrorismo, y su contrafigura, el antiterrorismo, está en auge, en especial en los últimos años, y en especial también el terrorismo de carácter yihadista, impulsado por organizaciones tales como Al Qaeda o Estado Islámico (también conocido por las siniestras siglas ISIS o DAESH). Esta Bodyguard es un thriller plenamente inserto en ese mundillo, el del duelo literalmente a muerte que mantienen desde hace décadas las fuerzas especiales de los cuerpos de seguridad de los estados (mayormente europeos, pero también los de Estados Unidos y Australia, entre otros) y los terroristas fundamentalistas islámicos, con frecuencia instalados como células durmientes (lo que se dado en llamar, a la hesseana manera, “lobos esteparios”) en el corazón de las naciones de Occidente a las que fanáticos ulamas han decretado la guerra a muerte.

La acción de esta miniserie de 6 capítulos se inicia en Londres, en nuestro tiempo. En un tren de cercanías de la capital, el sargento de Policía David Budd (veterano del ejército, que sufre secuelas psicológicas por su paso por la guerra de Afganistán), observa a un posible terrorista en el tren. Avisa a la revisora, y de hecho han dado alerta de un posible atentado criminal en el ferrocarril. Budd localiza a una mujer musulmana presa de gran ansiedad, al parecer el marido le ha colocado un cinturón explosivo, aunque ella tiene dudas sobre si hacerlo estallar o no. Budd, con tacto y serenidad, consigue tranquilizar a la mujer; cuando llega la policía con los artificieros, le ordenan que se retire, pero él no lo hace, no quiere que vayan a hacerle daño a la mujer, que le parece más víctima que terrorista. Finalmente consiguen desactivar el cinturón, aun con grave riesgo de la vida de ambos. A raíz de este hecho al sargento Budd le encargan ser el guardaespaldas de Julia Montague, la ministra del Interior (Home Secretary, la llaman en el Reino Unido), con la que, de entrada, no parece encajar muy bien, especialmente porque ella es abiertamente militarista y él se ha convertido al pacifismo tras su paso por Afganistán...

Jed Mercurio (Nelson, Lancashire, Inglaterra 1966), el creador de esta miniserie, es un hombre al que ciertamente le cuadraría el metafórico apelativo de “hombre-orquesta”, y no solo en el terreno del audiovisual: de origen humilde y padres italianos (el padre era minero del carbón), se licenció en medicina, ejerciendo como médico, además de ser posteriormente también oficial y piloto de las fuerzas armadas británicas, ocupación que ya ha abandonado. Después empezó a escribir guiones y novelas sobre lo que mejor sabía, el ambiente hospitalario, con éxito y no poca controversia, al contar lo que pasaba en los centros sanitarios ingleses sin paños calientes. Abandonó la medicina para dedicarse por entero a escribir, consiguiendo tal prestigio con sus producciones televisivas que ha sido nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico. Entre los títulos que ha escrito para la pequeña pantalla están las premiadas series Bodies, Critical  y Line of Duty, y las suntuosas TV-movies El amante de Lady Chatterley, sobre la  famosa novela homónima de D.H. Lawrence, y Frankenstein, nueva vuelta de tuerca al clásico de Mary W. Shelley, adaptándola a nuestro tiempo.

Con Bodyguard Mercurio combina dos de las temáticas que con frecuencia ha tocado en su carrera, la sanitaria (por el estrés postraumático del protagonista tras pasar por la guerra de Afganistán, que jugará un papel importante en este audiovisual) y de intriga. Nos parece que esta miniserie consigue razonablemente su objetivo, el de entretener sin faltar al respeto al espectador, con una trama sugestiva que va introduciendo elementos alrededor del protagonista, un hombre atormentado por ese pasado bélico, separado de su mujer, padre de dos hijos con los que le gustaría poder estar más, y por los que lucha por mantenerse cuerdo a toda costa. El hombre se verá involucrado a su pesar en una gigantesca conspiración en la que se dirimirá la lucha por el poder en la sombra, el más efectivo y real de los poderes, como es sabido.

Presenta la serie una tensión en alza, bien conseguida y modulada, con buena factura, bien filmada e intrigante, con algunas escenas de gran tensión, de las que hay al menos una por capítulo, destacando la del intento de asesinato de la primera ministra cuando va en coche por las calles de Londres, en una escena muy bien conseguida, plena de fuerza, o el nuevo atentado contra la alto cargo del gobierno en los capítulos finales, en un auditorio.

Con una narración clásica, buen ritmo, intensidad y sobriedad, Bodyguard nos parece una serie seria, aunque inevitablemente haga algunas concesiones a la galería, como la relación sentimental entre David y Julia; está claro que este audiovisual tiene clara su vocación de producto comercial, pero de una forma absolutamente digna. Sobre esa relación sentimental entre protector y protegida, es inevitable pensar en la influencia de la famosa película El guardaespaldas (1992), con Kevin Costner y Witnhey Houston, siendo ese quizá el relativo talón de Aquiles de la serie, al resultar esta subtrama argumental un poco metida con calzador. Menos mal que la otra línea, la preponderante, la de tensión e intriga, mejora ostensiblemente el audiovisual y lo dota de consistencia y solidez, en una serie bien trenzada, con conspiraciones y traiciones en altas esferas de la gobernanza del país.

Hay, por cierto, una visión muy negativa de los políticos, puesta en boca del protagonista, por quien nos parece que habla el creador, Jed Mercurio; los políticos aquí aparecen como tipos y tipas tacticistas, fríamente calculadores, que buscan exclusivamente su propio interés y se les da una higa el bienestar de aquellos (los ciudadanos) a los que se supone que sirven (no sé a qué me suena esto... quizá algo por aquí por nuestros lares hispanos...).

La miniserie está bien cargada, como hemos comentado, de escenas de intriga y acción, bien resueltas y con capacidad para generar poderosamente adrenalina en el espectador, nunca sin pasarse. Especialmente interesante en este sentido es el último episodio, un pequeño prodigio de tensión mantenido durante casi todo el capítulo, sin que canse, por su variedad temática y locativa. Tiene la serie otras interesantes aportaciones de lenguaje fílmico, como el uso intermitente de titulares en off de noticias de telediarios sobre el tema terrorista, o el tratamiento que se le da a la escena de la post explosión, sin ruido ambiente y colocando en su lugar una música de tono tristérrimo; también llama la atención, por la inteligencia de la forma de actuar, la escena en la que David pone en su lugar, con una sola palabra (“mestizo”, con lo que ello supone para el otro en cuanto a poder ser calificado de racista), al politicastro de turno que le estaba vejando sin motivo alguno.

Buen trabajo actoral, en especial de la pareja protagonista, un Richard Madden que se dio a conocer como Rob Stark, el Rey en el Norte, en la serie Juego de tronos, pero al que parece que solo le dan papeles de personajes trágicos o traumatizados: a ver si te dan alguna comedia, miarma... y Keeley Hawes, que se hizo muy popular como la materfamilias de la serie Los Durrell, aquí en un personaje bastante diferente, mucho más duro.

(04-07-2024)


 


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Bodyguard - by , Jul 04, 2024
3 / 5 stars
Serie seria con alguna concesión a la galería