Enrique Colmena

Ha muerto Maggie Smith (1934-2024), próxima a cumplir los 90 años (los hubiera cumplido a finales de diciembre de este año). Decir que con ella se va una gran dama del cine británico, del cine mundial, quizá sea una obviedad, pero a veces Perogrullo también tiene razón. Formó parte Maggie de una generación de extraordinarias actrices inglesas, alguna de ellas ya fallecida, como Glenda Jackson (que, de todas formas, abandonó el cine por la política –que ya son ganas...- durante un par de décadas), pero también otras que se mantienen en una gloriosa actividad a pesar de sus provectas edades, como Judi Dench, Helen Mirren o Vanessa Redgrave.

Una de las películas más características de Maggie fue Los mejores años de Miss Brodie (1969), seguramente la obra maestra de Ronald Neame, una historia ambientada en los años treinta en un exclusivo colegio escocés, donde la Miss Brodie del título (una Maggie Smith treintañera) es una profesora excéntrica y con un muy peculiar sentido de la docencia: simpatizante del fascismo de Mussolini, la controversia política en la que se verá inmersa (con alumnas que tienen simpatías opuestas, hacia la II República Española), propició que la película no se pudiera estrenar en España en vida de Franco, por mor de la censura. De una elegancia extrema, con una extraordinaria sutileza, Neame y Smith plasmaron en la pantalla una prodigiosa y evanescente filigrana sobre el deseo de perfección y sus fallas.

Pues si aquellos años treinta (de edad) y treinta (del siglo XX) fueron los mejores años de Miss Brodie, nos proponemos demostrar en estas líneas que, para Maggie Smith, los mejores años de su vida (profesional, se entiende) fueron prácticamente todos los de su carrera como actriz.

La filmografía de Smith se extiende a lo largo de casi 70 años, que se dice pronto. En esas casi siete décadas, sin embargo, tampoco fue una estajanovista: la IMDb censa 85 títulos, entre films, series, miniseries, cortos y teledramáticos. Debe tenerse en cuenta que, además de su carrera en cine y televisión, Maggie desarrolló a lo largo de toda su vida una intensa carrera como actriz de teatro; y es que en realidad fue sobre las tablas de un escenario donde nació como intérprete.

En el audiovisual, que es lo que nos compete, comenzó en 1955 en un episodio de la serie BBC Sunday-Night Theatre, un programa de la célebre cadena británica que retransmitía en directo obras de teatro, obviamente un antecedente de lo que después serían los teleteatros como el español Estudio 1. Su última aparición ante una cámara sería en El club de los milagros, en 2023, casi 70 años después. Entre ambas fechas Maggie desarrolló una muy variopinta carrera, en la que demostró su talento indistintamente para el drama y la comedia.

Tras una primera fase de tanteos televisivos, con teleteatros y series, Maggie conocerá su primer éxito cinematográfico con Mujeres en Venecia (1967), de Joseph L. Mankiewicz; aunque su personaje era secundario y tenía que competir con el carisma de la protagonista, la gran Susan Hayward, el mundo empezó a darse cuenta de que aquella joven de porte elegante y desarmante desenvoltura tenía un porvenir muy, muy brillante... Los mejores años de Miss Brodie (1969), ya citada, confirmaría que Maggie podía ser (el condicional sobraba, claro...) una de las grandes del cine mundial, en un papel de gran complejidad ideológica y psicológica. El Oscar a la Mejor Actriz Protagonista que consiguió por su interpretación en este film supondría la reválida a su talento y el pasaporte a la fama mundial.   

Maggie alternó cine a ambos lados del continente, tanto para Hollywood como para producciones británicas. Para George Cukor hizo Viajes con mi tía (1972), mientras que para Herbert Ross haría California Suite (1978), formando parte del reparto coral de una comedia de episodios entremezclados, fórmula bastante habitual en la época; en una de esas carambolas que tanto gustan a la Academia de Hollywood, Maggie obtuvo el segundo Oscar de su carrera, esta vez a la Mejor Actriz de Reparto, y precisamente por su papel de... actriz candidata al Oscar, que era su personaje en la película; sería, como decimos, la segunda de las dos estatuillas que ganó a lo largo de su carrera, además de otras 4 nominaciones a esos premios, más 7 BAFTAs, 4 Primetime Emmy y 3 Globos de Oro, entre otros muchos galardones de primera línea.

En 1981 hizo su primer trabajo para James Ivory en Quartet, un cineasta con el que repetiría en la bastante más conocida y celebrada Una habitación con vistas (1985), la revelación de Helena Bonham Carter. En el “mainstream” cultista Furia de titanes (la versión de 1981, se entiende, no la digitalizada del siglo XXI) interpretaría nada menos que a la diosa Thetis, la madre de Aquiles, el de los pies ligeros (Homero dixit...),y en 1984 estaría en una deliciosa comedia, Función privada, que buscaba (y en buena medida lo conseguía) recuperar el espíritu de las películas producidas por los Estudios Ealing (Mackendrick, Charles Crichton, Dearden...).

En 1987, a las órdenes del exquisito Jack Clayton, Maggie consigue otra de sus obras cumbre, La solitaria pasión de Judith Hearne, un melodrama sucio que venía a entroncar con el Free Cinema. Para Spielberg sería una vieja y venerable Wendy en la secuela de Peter Pan, Hook (El capitán Garfio) (1991), mientras no desdeñaba actuar en comedias jolivudenses de medio pelo que se revelaron como auténticos bombazos comerciales, como la divertida (aunque un tanto cutre, sí...) El club de las primeras esposas (1996), de Hugh Wilson, a la que Smith prestó la clase que, evidentemente, le faltaba. Esa clase, esa elegancia, que le vino pintiparada a la nueva versión de La heredera de Wyler, que se tituló como la novela original de Henry James, Washington Square (1997), con dirección de la polaca pero tan cosmopolita Agnieszka Holland.

El siglo XXI se inicia para Maggie trabajando con Robert Altman en Gosford Park (2001), peculiar film que parece una novela de Agatha Christie escrita por Karl Marx, que ya es imaginación... aparte de esta curiosa actualización (en clave “woke”, se diría hoy día) del relato policíaco, con elementos de Arriba y abajo, quizá la noticia más llamativa de Smith en este comienzo de siglo fuera su incorporación al elenco de la saga de Harry Potter, el niño mago que reverdeció el interés por la lectura en infantes (y no tan infantes...); Maggie será la adusta pero también entrañable profesora McGonagall, apareciendo en siete de las ocho películas en las que se desarrolló la prolija historia imaginada por J.K. Rowling. Entre medias tuvo tiempo para estar en films como La joven Jane Austen (2007), sobre el universo de la famosa escritora, además de en el dueto fílmico compuesto por El exótico Hotel Marygold (2011) y su secuela, El nuevo exótico Hotel Marygold (2015), donde compartió reparto con otros grandes intérpretes británicos (Dench, Wilkinson, Nighy, Wilton). También se permitió el capricho de interpretar a la vieja loca (pero igualmente adorable) protagonista de Lady in the van (2015), de Nicholas Hytner.

Quizá uno de los papeles más celebrados de Maggie en este casi cuarto de siglo XXI fuera el de la rica, soberbia y más que sobrada aristócrata de la serie televisiva Downton Abbey (2010-2015), que tendría incluso dos estrambotes fílmicos, más costeados, el titulado igualmente Downton Abbey (2019) y su secuela, Downton Abbey: una nueva era (2022), a modo de cierre de la extensa saga, y en la que en una emotiva escena la gran diva del cine británico fallecía en pantalla, quizá como su sentida despedida del público.

Adiós, entonces, a la atildada y clasista profesora de Los mejores años de Miss Brodie, a la tía Augusta de Viajes con mi tía, a la actriz neurasténica y celosa de su marido bisexual de California Suite, a la conmovedora Wendy anciana de Hook, a la protectora profesora McGonagall de la saga Harry Potter, a la altanera pero en el fondo tan humana condesa Violet de Downton Abbey, a la chiflada Miss Shepherd de Lady in the van. Adiós que realmente es hasta luego, porque afortunadamente podemos seguir disfrutando de sus películas: eso sí que es un legado, y no el de Rockefeller...

Ilustración: Maggie Smith, en una escena de Los mejores años de Miss Brodie (1969), de Ronald Neame.