Serie: Los Farad

DISPONIBLE EN PRIME VIDEO

En su incesante búsqueda de series con las que captar a sus posibles clientes y retener a los ya poseídos, las plataformas de vídeo bajo demanda hace tiempo que han comprobado que es conveniente para sus intereses no solo estrenar productos de su país de origen (generalmente Estados Unidos, de donde procede la abrumadora mayoría de las plataformas), sino también producir “in situ”, con creadores, artistas y técnicos de los países en los que se distribuyen sus series y películas. Esta Los Farad encaja dentro de esa definición, un producto costeado auspiciado por la poderosa Amazon a través de su sello Prime Video, que la distribuye en todo el mundo, pero principalmente en las regiones del mundo de habla hispana y, por supuesto, especialmente en España.

En esta serie de 8 capítulos (que queda abierta para, en su caso, proseguir con nuevas temporadas, aunque se cierra razonablemente bien) se agradece que el “leit motiv” no sea, otra vez, el narcotráfico, ya tan pesado que resulta aburrido, con todo el mundo queriendo reeditar el éxito de Narcos. Los Farad, aunque también es un thriller que se desarrolla esencialmente en el mundo de la ilegalidad, tiene como tema otro asunto que, aunque de vez en cuando aparece en las tramas de este tipo de productos, no es tan frecuente: nos referimos en concreto al tráfico de armas, uno de los negocios más pingües de nuestro tiempo, de nuestro mundo, de Oriente y de Occidente, de Norte y Sur; allá donde haya dos pueblos (o mejor dicho, dos mandatarios felones…) dispuestos a matarse mutuamente, habrá un sagaz e inescrupuloso tipo que les suministrará armamento como para reventarse todas las veces que quieran o, al menos, que puedan pagarlo.

La trama se ambienta a mediados de los años ochenta del pasado siglo XX. La historia la narra, en off, el protagonista, Oskar (sic), un guapo pelanas de veintipocos años que se gana la vida en un modesto barrio de Madrid dando clases de aerobic, mayormente a mujeres a las que, aparte de ponerse en forma, les encanta ver a Oskar en paños menores dando esas clases… Oskar nos va contando que él no era así: su mundo empezaba en el barrio de Aluche y se acababa en la Castellana, una de las principales vías de Madrid. Pero eso fue hasta que la familia Farad se fijó en él… Él conoció a los miembros de ese clan, ricos, con clase, y quiso ser como ellos. Oskar tenía 27 años y ganaba 60.000 pesetas al mes. Como tiene éxito y es ambicioso, quiere montárselo por su cuenta abriendo un gimnasio en el exclusivo barrio de Salamanca. Para ello le pide el dinero a su tío Manuel (que fue quien lo crio), aunque el tío no está muy por la labor. Entre tanto, Oskar se ve implicado en un incidente con una tal Sara, de apellido Farad, rica que viven en Marbella; aunque inicialmente entre ambos parece haber cierta discordancia, finalmente la chica, a la que le gusta el chico, se apunta a las clases de aerobic de Oskar, que ve cómo se abre todo un mundo nuevo a través de ella... en definitiva, esta es la historia de un pobre diablo fascinado por la vida de lujo, opulencia y clase de los Farad, en realidad un puro espejismo para alguien como él... y eso le perdió...

Mariano Barroso, el cineasta responsable de este interesante producto, tiene una ya larga carrera como director; descubierto con su comedia negra Mi hermano del alma (1994), después gustó también con films como Éxtasis (1996), Los lobos de Washington (1999) y Kasbah (2000); sin embargo, durante buena parte de lo que llevamos de siglo XXI sus películas y series parecían haber bajado en interés, aunque últimamente recuperó brío con la miniserie La línea invisible (2020), sobre los comienzos de las actividades terroristas de ETA, en pleno franquismo. Ahora, con Los Farad, nos parece que confirma esa recuperación.

Tiene la serie un doble propósito: por un lado, advierte de lo peligroso que es tomar la senda fácil para triunfar: ya se lo dice el tío Manuel (prácticamente su padre) a Oskar cuando éste se hace fuerte en su decisión de entrar en el clan de los Farad: vale, equivócate… Ese tono de expiación, de autoflagelación, recorrerá toda la serie en la voz en off de Oskar, desde la perspectiva que dan los hechos sucedidos, que iremos viendo a lo largo de todo el serial. El segundo propósito, por supuesto, y aun con ese tono contrito del prota en off y a toro pasado, será el de proponer al espectador un vistoso espectáculo que combina escenarios exóticos (Yemen, Angola, Praga, Cuba, Viena… aunque algunos de esos paisajes fueron recreados en España…) con escenas de acción y con estrategias de poder, en la que el jefe del clan Farad jugará sus cartas como proveedor de armas para Occidente, mientras que su archienemigo (aunque después nos enteraremos que no siempre fue así) Mawad lo hace para Oriente. Un figurado tablero de ajedrez, entonces, en el que se lleva el gato al agua el más astuto, pero también el menos escrupuloso y, por supuesto, el más brutal e impío.

Esta historia del pobre diablo fascinado por el lujo, el poder, la riqueza de los que lo tienen todo funciona bien, en general, aunque es cierto que hay algunos errores de guion difícilmente creíbles, como por ejemplo los fallos de seguridad en el casoplón de los Farad, que permitirá que los malos (bueno, los otros malos…) entren por allí como Pedro por su casa. Pero el conjunto funciona, con una realización solvente aunque no especialmente personal; bien es cierto que la voz en off como recurso narrativo prácticamente permanente durante toda la serie es poco cinematográfica y a veces resulta reiterativa e innecesaria, aunque desde Mujeres desesperadas parece que no hay una serie que se repute importante que no tenga su correspondiente voz en off. Aquí funciona bien al principio, cuando va presentando el planteamiento, pero conforme va avanzando en nudo y desenlace se hace menos necesaria, porque la historia se cuenta sola.

Los Farad tiene, evidentemente, una vocación ambiciosa, con costeados escenarios, rodajes en lugares cosmopolitas e incluso largas secuencias de compleja puesta en escena, como el secuestro por parte del FLP (el brazo armado de la OLP en el siglo XX) de un hotel en Mónaco, filmado con todo lujo de detalles, con abundante balacera y una planificación solvente y profesional. Hay incluso algunas escenas, desarrolladas supuestamente en África, en las que se usa armamento pesado, lo que evidencia que los recursos económicos de los que se ha dispuesto han sido generosos. Y lo cierto es que esos recursos se aprecian en la calidad del producto, bien hecho y ciertamente ameno.

El hecho de que, además de un proyecto eminentemente comercial, no desdeñe una cierta mirada social, incluso una mirada de clase, con este pobre infeliz enamorado de la rica podrida que se verá envuelto en una espiral de violencia y perdición, no deja de ser interesante y añade un matiz de cierto corte social: el ascensor social y la imposibilidad de que este tome atajos supersónicos, so pena de terminar estrellados en la azotea, o, más probablemente, en el sótano…

Interesa la pintura de una Marbella de los años ochenta que ya era un hervidero de especímenes que, como Jesús Gil y su familia, iban tomando posiciones estratégicas en el control de la bella ciudad malagueña. Para representar en pantalla al clan de los Farad, por supuesto, se tomarán elementos diversos de varios de los tipos de aquella fauna que enfangó la villa mediterránea durante decenios. Porque en los Farad todo es con clase, pero también con cinismo, con absoluto desprecio a la vida humana, siempre que no sea la de uno de los tuyos: tribalismo, al fin y al cabo, una de las esencias del ser humano desde que nos bajamos de los árboles.

Buen trabajo actoral, en especial del trío protagonista, Miguel Herrán, al que cada día vemos más seguro y dúctil; Susana Abaitua, que combina apreciablemente capacidad seductora y de gestión de su peculiar negocio; y Pedro Casablanc, un intérprete que con los años se ha convertido en un actor notabilísimo, y al que este tipo de personajes duros como el pedernal, aunque de cuello blanco, le vienen como anillo al dedo.



Los Farad - by , Apr 19, 2024
3 / 5 stars
Vale, equivócate...