Voluntariosa y desigual, entretenida y a veces violenta, Kasbah es la cuarta película que realiza Mariano Barroso tras Mi hermano del alma, Éxtasis y Los lobos de Washington, lo que supone una carrera sólida, sin estridencias y que mantiene una regularidad que no siempre se logra en el cine español.
Ahora, tras el escaso éxito comercial de su anterior e interesante film, parece que Barroso busca derroteros más asequibles y construye su historia y su guión sobre un tema de mucha tradición novelística y cinematográfica: la desaparición inesperada y súbita de un personaje, aquí una chica –la hija del jefe-- que aparece en Marruecos justo el día antes de que el protagonista pensara regresar a España tras estar cinco años trabajando en una empresa minera.
Así, Kasbah se constituye en una road-movie sahariana, a la búsqueda de la muchacha por unas tierras y unas gentes inhóspitas, con una dura visión de la población marroquí, aunque los personajes más negativos siguen siendo dos españoles: el padre y el legionario, este último en excelente creación de José Sancho.
Es verdad que el guión tiene puntos débiles, que la línea central se desvía a veces sin motivos lógicos, que hay episodios claramente prescindibles y personajes que podrían resumirse en uno sin menoscabo de la línea argumental. Pero también es cierto que Barroso siempre vuelve a coger el mando, que el espectador sigue la trama con interés y que los aspectos formales –como la fotografía o la banda sonora-- brillan a buen nivel en esta cinta española perfectamente visionable.
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