Serie: Narcos

La vida y la muerte (no parece apropiado hablar de “obra”...) de Pablo Emilio Escobar Gaviria, en el siglo Pablo Escobar, es ciertamente singular: de escasa cultura, fue un niño de campo de Colombia que, sin embargo, demostró enseguida una inteligencia natural para el crimen. Comenzó muy joven con el contrabando, y pronto se dio cuenta de que el tráfico de drogas, en especial la cocaína, era la gallina de los huevos de oro que habría hacerlo a él de ídem. Se convirtió en el más importante exportador de “perico” (uno de los muchos nombres que recibe la coca en los argots del narcotráfico) a Estados Unidos, uniendo su mentada inteligencia natural con una inusitada crueldad y falta de escrúpulos, que le hizo ser temido por los contrarios, pero también por los suyos. Una hábil y sistemática obra social le permitió tener de su parte a la gran mayoría de los desheredados de la fortuna del país. Estaba tan pagado de sí mismo y tan contento de haberse conocido que incluso tuvo la osadía de presentarse a diputado del Congreso de la Nación, y hasta salió elegido... Después llegaría a poner en jaque al estado (gran parte de cuya clase política, y de la Policía y el Ejército, tenía en nómina) con matanzas sin nombre, hasta llegar a entregarse para no ser extraditado a Estados Unidos, a condición de que los suyos construyeran (y se hicieran cargo de todo, vigilancia incluida) la cárcel en la que sería recluido, pomposamente conocida como La Catedral.

Una vida sugestivamente peculiar, ciertamente, que el cine y la televisión han revisitado con frecuencia, fascinados por el aura de maldad, pero también de inteligencia e intuición de este tipo que asoló un país y se convirtió en una especie de tótem para los desahuciados del sistema, pareciendo (solo pareciendo...) una forma de salir del arroyo, aunque era evidente que Escobar solo se quería a sí mismo y a su núcleo familiar más íntimo.

Como decimos, su vida ha inspirado series y películas. Entre las primeras, las colombianas Escobar, el patrón del mal (2012) y Sobreviviendo a Escobar, alias J.J. (2017) y entre las segundas, Escobar, paraíso perdido (2014) y la española Loving Pablo (2017), de Fernando Léon de Aranoa. Pero con toda seguridad el producto audiovisual por excelencia sobre la vida, felonías y muerte de Pablo Escobar sea esta serie, Narcos, que combinó admirablemente la biografía de este infame patrón del narcotráfico, líder indiscutible del cártel de Medellín, que exportaba la gran mayoría de la cocaína que se consumía en la Norteamerica de los años ochenta y primeros noventa, con notables dosis de tensión argumental y, como es lógico, también conflictos familiares tanto del capomafia y sus más allegados como de los agentes que buscaban capturarlo.

Así, la serie narra la historia de Escobar y sus persecutores desde principios de los años ochenta, cuando el que sería el hombre más poderoso de Colombia (presidentes incluidos) toma del narcotraficante chileno conocido como Cucaracha la idea de exportar a Estados Unidos cocaína clandestinamente y en forma masiva. A partir de ahí, forja un imperio de dinero y terror que le permitirá llegar a ser diputado y, posteriormente, el enemigo público número uno, el hombre más buscado del país. Dos agentes de la DEA (la agencia norteamericana contra el tráfico de drogas), Steve Murphy y el hispano-yanqui Javier Peña, son encargados durante años de la captura del líder del cártel de Medellín; a través de ellos y de Escobar conoceremos los hechos fundamentales de su biografía, incluidos hechos tan traumáticos como el asesinato en un mitin del candidato (y más que probable ganador) a presidente de la república, Luis Carlos Galán, que se esperaba como el hombre íntegro que debía limpiar el país de sus endémicas corruptelas.

Mientras que las dos primeras temporadas de 10 episodios cada una se centran en la vida, peripecias y muerte de Pablo Escobar, perseguido por Murphy, Peña y los policías y militares colombianos no comprados por el jefe del cártel de Medellín, la tercera temporada, también compuesta por 10 episodios, ya muerto el felón, se centra en Peña como protagonista prácticamente absoluto por parte de la ley, y los líderes del cártel de Cali, la organización criminal que se adueñó de la mayor parte del narcotráfico tras la muerte de Pablo. Mientras que los hechos y vicisitudes de las dos primeras temporadas se ajustan (siempre con las oportunas licencias artísticas) a lo realmente ocurrido, en la tercera, aunque efectivamente se mantiene esa cercanía con la realidad, con la pactada entrega de los miembros de Cali para reciclarse como personas y negocios legales, mantiene a Peña en el liderazgo de la persecución, a efectos de continuidad narrativa, aunque ya en ese momento el agente hispano-norteamericano había sido destinado por la DEA a otras misiones alejadas de Colombia.

Narcos es una feliz conjunción de talentos, desde los de Chris Brancato (autor de series como Expediente X, Ley y orden y Hannibal) y Carlo Bernard entre los creadores, hasta la excelente música del brasileño Pedro Bromfman, rica en matices de la tierra colombiana, pasando, por supuesto, por un entonadísimo elenco, con el brasileño Wagner Moura que resulta ser el mejor Escobar posible, quizá la cara con la que la posteridad recuerde a aquel bellaco, un tipo frío pero capaz de pasar de 0 a 100 en un segundo, vesánico, imprevisible, que infundía auténtico terror entre propios y extraños, un tío que fue capaz de poner en jaque a todo un estado, y al que la mayor potencia del mundo tardó más de una década en encontrar y matar. Moura confiere a su personaje del aura maléfica y (por qué no decirlo) carismática que, sin duda, debía hacer de Escobar un tipo temible en las cortas distancias, y hasta en las largas... Con él, Boyd Holbrook compone un muy atinado agente de la DEA, rama WASP (ya saben: blanco, anglosajón, protestante), aunque para nuestro gusto está mucho mejor Pedro Pascal, quien ya cuando hizo Narcos había saltado a la fama por su personaje de la Víbora Roja de Juego de Tronos; Pascal está espléndido, un agente de la DEA que habrá de luchar contra el sistema para conseguir lo evidente, capturar o matar a Escobar, primero, desbaratar los planes para blanquear los negocios de los tipos de Cali, después, a un coste altísimo. Del resto nos quedamos con Paulina Gaitán, que compone el poliédrico personaje de la esposa de Escobar, entre la búsqueda de un futuro para su familia y sus hijos y la permanente zozobra por el acoso del Estado. A señalar la presencia de un grupo de buenos actores españoles, como Javier Cámara (cuyo contable Pallomari es todo un hallazgo) hasta el hispano-argentino Alberto Ammam (cuyo Pacho Herrera es todo un descubrimiento), pasando por Miguel Ángel Silvestre y quizá el más peculiar de todos ellos, el hispano-sueco Matías Varela, cuyo papel del jefe de seguridad de Cali, Jorge Salcedo, es el “personaje por excelencia” de la tercera temporada, un hombre bueno atraído por los cantos de sirena de los villanos y cuya búsqueda desesperada pero inteligente de una salida para él y su familia será el detonante del fin del cártel de sus jefes.

Gran serie: resuelta con notable amenidad, mezcla intriga, tensión y en ocasiones auténtico desasosiego, elementos todos ellos dados con maestría por un grupo de profesionales de primera línea que pusieron de moda los personajes de la mafia hispana, y que tendría una continuación, a modo de “spin off”, en la serie Narcos: México; sería injusto no reconocer su evidente influencia en buena parte del audiovisual sobre esta temática que se ha hecho desde entonces, como las series españolas Fariña, Gigantes y Vivir sin permiso, entre otras; pero Narcos aporta también reflexión, introspección, con un excelente uso de la voz en off del personaje de Javier Peña, que será el hilo conductor, pero también el Pepito Grillo de la historia, la voz de la conciencia del ser humano en un proceloso mundo en el que la vida no vale nada, pero tampoco las decisiones políticas de los poderosos se puede decir que sean precisamente clementes y dirigidas hacia el bien común.


Narcos - by , Aug 22, 2020
4 / 5 stars
Admirable síntesis de intriga, acción y hechos históricos