Indiana Jones y el Templo Maldito

Cuando Steven Spielberg se encontraba hundido tras el fracaso estrepitoso de 1941 (1979), su amigo George Lucas le produjo una cinta que bebía directamente de las aventuras épicas que ambos habían disfrutado en su niñez; así surgió En busca del arca perdida (1981) y una saga de (cuando se escriben estas líneas) un total de cuatro títulos, de la que esta Indiana Jones y el Templo Maldito (1984) sería la segunda entrega.

El ilustre arqueólogo e intrépido aventurero Indiana Jones escapa por los pelos, junto a una guapa joven y un chico oriental, de las garras de unos maleantes en un cabaret. En su huida llegan a un pueblecito en el Asia profunda, donde Indiana se entera de la existencia de una preciosa piedra, de poderes mágicos, robada a las gentes del poblado por una secta satánica...

Spielberg consiguió un gran espectáculo, prácticamente sin dar respiro al espectador, con una media hora final de vértigo, aunque es cierto que no llega a alcanzar el raro estado de gracia de la primera parte.

Protagoniza Harrison Ford, ya convertido en una estrella indiscutible, tras su éxito en la saga de las galaxias, Star Wars, junto a Kate Capshaw, una rubia platino de regulares facultades artísticas, pero en cuyo haber contaba la nada despreciable baza de ser la compañera sentimental, y después esposa, del propio Spielberg.