Serie: El inmortal

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Un rótulo inicial en la primera temporada de esta serie advierte que “en los años ochenta el tráfico de cocaína y el control de las discotecas de Madrid estuvieron en manos de una banda que acaparó cientos de portadas y programas de televisión, Los Miami. El inmortal fue el jefe de todos ellos; esta es la historia inspirada en su reinado y en la ciudad que tantas veces lo vio morir. Todas las situaciones y personajes han sido ficcionados”.

Efectivamente, en los años ochenta y noventa fue un lugar común hablar, normalmente con humor (habría quien no lo hacía así, sino en tono amenazante...), sobre Los Miami, una panda de mafiosos españoles con tendencia a la violencia desaforada por un quítame allá esas pajas. Incluso hizo fortuna la expresión, que llegó a convertirse casi en un aforismo, que venía a decir algo así como “¿a que te mando a los Miami?”, en tono jocoso cuando había algún motivo de discrepancia entre conocidos, amigos o familiares.

Pues sobre aquel grupo real de facinerosos, José Manuel Lorenzo, bragado productor español de larga carrera como tal (y con frecuentes cameos en esas producciones, en algunos casos muy sabrosos...), ha montado esta serie de 2 temporadas, estando la primera de ella compuesta por 8 episodios, en la que se relatan, en los años ochenta, los inicios de José Antonio, el capo del clan, desde que era un pobre camello a sueldo del jefecillo de turno, hasta que, ambicioso como era, supo maniobrar y medrar para convertirse él mismo en jefe de todo aquello. En la segunda temporada, de 6 episodios, ya en los noventa, lo veremos en la cima del poder, pero enfrentado a muerte con el que fuera su más valioso lugarteniente, el mexicano Fausti. En ambas temporadas conoceremos también a su entorno: su hermano Sebas, un psicópata de libro, un tipo con menos cerebro que un mosquito, irascible y cabrón, cuya insensatez, por supuesto, le jugará malas pasadas, a él y, sobre todo, a su hermano; Rober, amigo íntimo de José Antonio (al que los suyos llaman simplemente Jose), dueño de una perrera, que se convertirá en lo más parecido a un “consigliere” (ya que estamos con mafias, y por seguir con la nomenclatura fijada como canon por El padrino), un asesor áulico, el organizador de la compleja trama de tráfico de estupefacientes y consiguiente lavado de dinero, que entraba a espuertas en la empresa criminal; Caballero (quizá inspirado vagamente en Ximo Rovira, el creador de las tertulias de la telebasura con su programa Tómbola) es un presentador televisivo que le pone en contacto con los personajes del famoseo para ser su camello; Isa, una chica de la alta sociedad, será la mujer deseada (y conseguida, y desposada) de Jose, su salto cualitativo para intentar formar parte de una clase a la que anhelaba pertenecer; Maui, la novia de sus tiempos de pobreza, seguirá siendo amada pero ahora ya tendrá que ser preterida...

La serie arranca con un plano secuencia, fechado en los años noventa. Jose conduce un todoterreno y en la parte de atrás viaja su hija Sheila, como de 8 años; la lleva al colegio. Una vez que llegan, se despiden afectuosamente y solo unos segundos más tarde desde una moto acribillan el coche y dejan malherido al narcotraficante. Ese atentado, uno de los varios que sufrió Jose, a todos los cuales sobrevivió, aunque alguna vez con una secuela tan importante como la pérdida de una extremidad, será un “leit motiv” durante toda la serie, en sus dos temporadas, y lo veremos desde distintas perspectivas, no solo desde esa en la que la contemplamos desde la visión del agredido, sino también desde la de sus atacantes.

El inmortal busca, o así nos lo parece, presentar el retrato de una España afortunadamente superada, en la que, tras la muerte de Franco, el país tuvo que encontrar su sitio, dejando lógicamente atrás los excesos de aquel régimen dictatorial, pero sabiendo que toda democracia tiene que, por supuesto, velar por la ley y que el delito no puede campar a sus anchas. En aquel clima aún por encontrar el punto correcto entre represión y tolerancia germinaron fenómenos como este Jose que, con mucha astucia, alguna inteligencia natural para el crimen y, sobre todo, una carencia absoluta de piedad, supo alzarse con el figurado cetro del rey del crimen organizado en la capital de España durante casi dos decenios.

La serie juega bien sus bazas, combinando las escenas de extrema brutalidad (en la que, sobre todo, se especializa la segunda temporada, donde veremos rebanar cabezas y aplastar –literal, no metafóricamente...- a policías venales y traidores, entre otras lindezas) con otras de corte más normal, incluso romántico, con nuestro prota escindido entre su amor de toda la vida, la Maui hispanoamericana que le encandiló cuando era un don Nadie, y el objeto del deseo (sexual, social) de Isa, que le permitía, además, el acceso a una clase a la que nunca hubiera sido llamado de otra forma. Además, por supuesto, de muchas secuencias y escenas en las que veremos cómo este clan de desalmados fue cobrando grosor en sus fechorías y fueron haciéndose, con audaces golpes de mano, con el control de narcotráfico en buena parte de España, trayendo la merca sucesivamente de Colombia y de México, y siendo puente entre América y Europa para el tráfico de ese polvo blanco que, esnifado, te alicata el cerebro (siendo lo de alicatar no precisamente un eufemismo...).

Los personajes están bien delineados: el propio Jose, una mala bestia pero que, sin embargo, tiene su corazoncito, sobre todo con su familia: la abnegada madre separada del padre ludópata y maltratador; el hermano tarambana que le da muchos dolores de cabeza; la hermana adolescente, la única chica de los hermanos, tan querida; el hermano con síndrome de Down, el más amado de todos; pero también su círculo más cercano: la novia de siempre, la mentada Maui, la esposa, la elegante y vistosa Isa, por supuesto su única hija, Sheila, pero también su amigo del alma, Rober, que se verá envuelto en la segunda temporada en una situación que casi acaba con su relación como de hermanos.

La serie, en la que figura como creador, como decimos, el veterano y bragado productor José Manuel Lorenzo, ha sido dirigida por dos competentes cineastas, Rafa Montesinos y David Ulloa (este último hermano del actor Tristán Ulloa), una serie en la que se busca reproducir el ambiente un poco casposo de la España de los años ochenta, por supuesto una serie hiperviolenta, como parece inevitable en los tiempos que corren, con el tono áspero que suele imperar en los productos de Netflix (aunque en este caso la plataforma sea Movistar+, que para el caso lo mismo da...), con mucha espectacularidad, mucha acción, mucha violencia, fuerte incidencia del lenguaje procaz y personajes al límite; hay, es verdad, una cierta fascinación por la brutalidad, por lo demás también una de las constantes del audiovisual del siglo XXI.

El inmortal refleja bien la degradación moral de los años ochenta con la entrada masiva de coca en Europa, al igual que en Estados Unidos, en un tiempo histórico simultáneo a lo que se cuenta en la célebre serie norteamericana Narcos; así, se habla de cómo la impiedad sin límites impuso sus normas en los países occidentales, y cómo los más crueles y desalmados aplastaron a los demás, a sus rivales y a cuantos se pusieran en su camino, pero también como todo ello pringó de forma abyecta a buena parte de los servidores de la ley.

En este sentido, es curioso ver cómo, en la primera temporada, los escasos miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (Policía y Guardia Civil) que aparecen son siempre miembros corruptos, policías y picoletos conchabados con los malos, a veces incluso peores que los delincuentes, como el execrable comisario Corvarán (un magnífico Francis Lorenzo); y en la segunda temporada, cuando aparecen ya algunos miembros de la Policía que son digamos normales (vale decir no vendidos a las mafias del narcotráfico), son unos auténticos papafritas, servidos por actores escasamente conocidos y (lo que es peor) con menos carisma que un berberecho.

La serie está inspirada en el artículo de Javier Negre titulado El inmortal, publicado en El mundo, sobre el personaje auténtico, llamado Juan Carlos Peña Enano. En torno a su biografía se ha elaborado esta historia que tiene mucho de ficción, pero también de verdad, aunque se hayan cambiado nombres y situaciones.

Estamos entonces ante lo que nos parece una intriga bien trenzada, con solventes escenas de acción, en un thriller de narcos y relaciones personales entre los personajes que funciona razonablemente bien, con unos roles principales bien delineados, en una historia fundamentalmente de traiciones, que proporcionan toda la munición dramática y de acción necesarias para su avance narrativo; por otro lado, es cierto que tiene cosas bastante más endebles, como las escenas de cama, que resultan en general bastante  artificiales, incluso mal coreografiadas, cosa sorprendente a estas alturas.

Con una buena y amplia ilustración musical con canciones de la época (Pedro Navaja, Extremoduro, entre otros), El inmortal nos parece una interesante radiografía de una época y un ambiente delincuencial que existió en España (en especial en Madrid, pero también en la llamada Ruta del Bacalao e Ibiza) a finales del pasado siglo XX, bien servida por un grupo de actores en general muy adecuados, como un Álex García que pone el punto exacto entre la parte brutal del personaje y su parte más humana, que veremos en su relación con su gente querida, o un Marcel Borràs al que en principio, por su físico, no veíamos demasiado en el papel de esa especie de “consigliere”, pero al que el avance de la historia nos lo mostrará como adecuado. Entre los secundarios, además del ya citado Francis Lorenzo, nos gusta mucho Juan Pablo Shuk, aquel colombiano que se hizo famoso en España por su odioso personaje de Don Fernandito de Pasión de gavilanes. Siendo un producto de personajes fundamentalmente masculinos, hay algunos femeninos de relieve, como la esposa de Jose, que interpreta María Hervás, que aporta, además de la belleza y la clase que se espera de ese rol, también un interesante voltaje dramático; y Teresa Riott, en una clave totalmente distinta, como La Rubia, un muy atractivo personaje que se mueve en la clandestinidad, una mujer más dura que muchos de los hombres con las que se las tiene que ver, pero también leal, a su manera, a su amigo y jefe.


El inmortal - by , Apr 13, 2024
3 / 5 stars
Brutal radiografía de una época