Serie: Los Favoritos de Midas

DISPONIBLE EN NETFLIX

Creo que Mateo Gil nunca ha conseguido desembarazarse de la etiqueta de “guionista de Alejandro Amenábar”; estuvo en el guion, junto al cineasta hispano-chileno, de su debut, Tesis, que lo descubrió para el cine español, pero también en otros films posteriores amenabarianos, como Abre los ojos, Mar adentro y Ágora, así que la etiqueta la tiene bien ganada. Porque, además, en sus intentos por hacer cine por sí mismo, como director de sus propias películas, nunca ha tenido demasiado eco, a veces incluso ninguno: Nadie conoce a nadie (1999), aparte de ser un poco marciana en su visión de la Semana Santa sevillana, no terminaba de funcionar como extraño thriller; Blackthorn. Sin destino (2011), que partía de una premisa sugestiva (recuperar a los protagonistas de Dos hombres y un destino, rodando la película en buena parte en el árido desierto de sal de Uyuni, en Bolivia), no terminaba de redondear la faena y se quedaba más en la originalidad de la propuesta que en un resultado atractivo; Proyecto Lázaro (2016) no la vio nadie, y su peculiar comedia Las leyes de la termodinámica (2018) confirmaba que Dios no lo había llamado por los caminos de la comedia, ni la inteligente ni la tonta...

En esta miniserie de 6 capítulos, Los favoritos de Midas, Mateo Gil confirma lo que ya sabíamos de él: es buen guionista (más o menos...), pero también director impersonal y no precisamente inspirado. La miniserie se basa muy libremente en un relato corto, The minions of Midas, que publicó el escritor británico Jack London en 1901. En esta versión seriada, Los favoritos de Midas, conocemos en el Madrid de nuestros días a Víctor Genovés, alto ejecutivo de un importante grupo mediático español, el Grupo Malvar, quien recientemente ha recibido en herencia un importante paquete de acciones del creador de ese grupo, antes de que este falleciera; con ello el viejo magnate lo señalaba como su delfín al frente del conglomerado de comunicación, haciendo honor a su imagen de ejecutivo brillante y con fama de honrado y liberal. Dentro del grupo tiene una resistencia sorda (o no tan sorda...) en el sobrino del finado, que se sentía llamado a ser el legatario de su tío. Genovés recibe en su despacho un sobre, pulcramente lacrado, en el que unos denominados “Favoritos de Midas”, con un lenguaje sumamente cortés, le informan de que en un plazo determinado (aunque puede hacerlo a través de cómodos plazos: en esto parece Cofidís...), ha de abonarles la bonita cantidad de 50 millones de euros. De no ser así, cada cierto tiempo irá muriendo una persona anónima. El ejecutivo, como era de esperar, no echa cuenta a ese (a su parecer) burdo intento de extorsión, pero cuando, llegada la fecha marcada, en el lugar que le indicaron, muere efectivamente una persona, empieza a preocuparse...

No deja de ser curioso que los autodenominados Favoritos de Midas, en el cuento de Jack London, se llamen a sí mismo proletarios, mientras que en la miniserie de Gil se llamen hombres de negocios, sutil cambio de perspectiva que seguramente tiene que ver con la mirada izquierdista de Mateo. A esa misma mirada zurda debe pertenecer la presentación como telón de fondo de la serie de la llamada Revuelta Española, que vendría a ser como si el 15-M, en vez de ser un movimiento revolucionario pero pacífico, hubiera sido tan radical que se hubiera enfrentado brutalmente contra la policía y hasta con el ejército, que sale aquí a las calles, como no ha hecho nunca (afortunadamente...) desde el 23-F. Hay, es cierto, una mirada de izquierda, incluso de ultraizquierda, en la que todos los empresarios, pero también los gobernantes (se supone que de derechas, que eran los que gobernaban cuando existió el 15-M, tiempo histórico en el que podría encuadrarse, al menos filosóficamente, esta historia) son inescrupulosos, felones, cuando no canallescos, mirando por sus intereses como clase dirigente, sin importarles si por el camino caen los pobres diablos que se les crucen.

Es curioso también que, igual que Revuelta Española sería 15-M + violencia exacerbada, el Grupo Malvar nos parece que no es otro que, adecuadamente disfrazado...... el Grupo Prisa, y el periódico de referencia, de tendencia centro izquierda, El Observador Nacional, sería, lógicamente, El país; todo cuadra: grupo mediático de primera línea, a cuya muerte del magnate que lo poseía desde hacía décadas, Jesús de Polanco, la entidad se ve envuelta en problemas sucesorios, mientras el periódico se ve enredado en controversias y cambia de director cada dos por tres, cuando en su buena época Juan Luis Cebrián lo fue durante muchos años.

Pero, volviendo al meollo de la miniserie, nos tememos que Gil y su coguionista Miguel Barros (habitual colibretista en los proyectos de Mateo) no han sabido acertar en esta historia que juega con el ingenioso artefacto de intriga imaginado por Jack London, en ese tipo de relatos audiovisuales que presentan una o varias mentes privilegiadas que van por delante de todos los demás, policía incluida, de las que todos recordamos títulos como Seven, en cine, o La casa de papel o El juego del calamar en series. Pero la trama de Los favoritos de Midas resulta en exceso embrollada, y, sobre todo, no está suficientemente explicado el giro que experimenta el protagonista hacia el final de la serie, en un cambio tan radical que, ciertamente, debería estar mejor fundamentado. Aparte de que la propia correspondencia epistolar (por correo físico o electrónico) de los llamados Favoritos de Midas resulta incongruente con la confusa pirueta final, insuficientemente explicada.

El dilema moral que se le plantea al protagonista, pagar o que mueran inocentes cada cierto plazo, termina por prolongarse en exceso, entre los dimes y diretes con la policía, y una historia romántica que suena un poco a postiza, a impostada, como si cubriera el flanco del público que gusta de que no haya un producto audiovisual que no contenga necesariamente una historia de amor.

Hay, claro, algunos temas colaterales interesantes, como la denuncia de la venta de armas que realizan las democracias europeas a países en conflicto bélico, con el apoyo de entidades financieras que no tienen muchos escrúpulos en ello. O el dilema de la periodista, entre decir la verdad, y lo que ello podría comportar, incluso en términos de su propia vida o de la de sus seres queridos, o aceptar mirar para otro lado. Todo ello con una cierta apología de ese periodismo que se suele llamar “de raza (será que habrá otro que es “mestizo”...), ese periodismo que cree que siempre hay que hacer lo correcto, a toda costa.

Es cierto que la intriga, aunque alambicada, se sigue, en general, bien, con buena factura y escenas de masas (los disturbios de la llamada Revuelta Española) correctamente filmadas, pero también que presenta cierta tendencia al discursivismo, a las frases más o menos grandilocuentes, en especial entre los empresarios de altos vuelos, aunque lo cierto es que suena bastante impostado, como falso.

La miniserie adolece, como queda dicho, de la falta de personalidad de Mateo Gil, de esa patente falta de alma en los audiovisuales que ha dirigido, confirmando que no todo buen guionista tiene que ser buen director, como aquí se comprueba. La conclusión o moraleja de la serie, que lógicamente no destriparemos, parece tender hacia una teoría conspiranoica que, dicho sea de paso, es mucho más de (ultra)derecha que de izquierdas: y es que la supuestas teorías conspirativas de la extrema derecha sobre los manejos de George Soros o del Foro de Davos (que no están muy lejos de estos “Favoritos de Midas”) no son precisamente la mejor premisa para llegar al espectador; y es que, queridos, la Tierra es redonda, siento decepcionaros...

Luis Tosar, como siempre, creíble y fundido con su papel, a pesar de que la evolución que le proporciona el arco dramático del guion no le ayuda demasiado. En cuanto a Marta Belmonte, que interpreta a la periodista de la que se enamora, no nos la creemos en ningún momento, en especial en su personaje de reportera pura, con altos valores y sempiterna buscadora de la verdad; incluso en sus declaraciones televisivas que deberían ser un dechado idealista, no nos la creemos, probablemente porque ella misma tampoco cree en lo que está diciendo, y así es difícil...


Los Favoritos de Midas - by , Mar 10, 2024
2 / 5 stars
Original intriga, confuso final