Pelicula:

CINE EN PLATAFORMAS
[Esta película forma parte de la Sección Oficial del ATLÀNTIDA MALLORCA FILM FEST’2024. Disponible en Filmin por tiempo limitado]

Un rótulo inicial nos informa que estamos en 1996, y que la tensión política entre turcos religiosos y laicos estaba en su peor momento. Los internados religiosos (conocidos como “yurt”, “dormitory”, dormitorio en español, de ahí el título del film) son vistos por las autoridades seglares como un polo de difusión del extremismo islámico y son objeto de frecuentes redadas por parte de la Policía, mientras en las escuelas laicas se mantienen los valores tradicionales inculcados en el país por el padre de la Turquía moderna, Kemal Atatürk.

Efectivamente, el fin de siglo en Turquía fue un momento de gran efervescencia política, con un país claramente polarizado en dos grandes grupos, el islámico, partidario de una república en la que los valores del Corán sean los predominantes, pero sin eliminar la democracia, y el laico, que propugna (y en aquel tiempo detentaba el poder) un estado no confesional donde la religión sea una cuestión privada de cada individuo. En esa tensión nos encontramos al protagonista, un chico de 14 años, Ahmet, hijo único de una pareja de clase media-alta; el padre es un prominente miembro de la comunidad religiosa, habiéndose convertido al fervor del islam hace poco tiempo; ahora quiere que su hijo, además de en la escuela laica (lo que es obligatorio), se forme en la religiosa, en un “yurt”, aunque ello lo hace realmente más por sí mismo (como una forma de redención por sus antiguos pecados) que por el chico... Ahmet, deseoso de agradar a su padre, pronto se encuentra con que en el “dormitory” la vida no es nada fácil; menos mal que conoce a Hakan, un chico que tiene allí su vida, y que se ha hecho ya a la institución, convirtiéndose para el muchacho casi en un hermano mayor…

El cine turco no es pródigo en cineastas de fama internacional; a los casi prehistóricos Yilmaz Güney y Serif Gören, del siglo pasado, habría que unir en esta centuria nombres como los de Nuri Bilge Ceylan, quizá el más renombrado de todos (también el más intenso, y no es un elogio…), además de otros cineastas que han trascendido sus fronteras, como los varones Emin Alper y Tolga Karacelik y las directoras Azra Deniz Okyay y Deniz Gamze Ergüven, entre otros (no incluimos a Fatih Akin por ser turco-alemán y haber hecho la mayor parte de su obra en el país germano, ni a Ferzan Özpetek, por llevar tanto tiempo en Italia que ya es más italiano que la mozzarella…). Ahora habría que añadir quizá el nombre de este Nehir Tuna (Tekirdag, 1985), que ha tenido una excelente formación, graduándose en Escritura de Guion en la Universidad de Nueva York, y que viene haciendo cine desde 2004, hasta ahora solo con cortometrajes, alguno de los cuales, como su debut en la dirección, titulado muy explícitamente This is my masturbation, venía a decir que, desde luego, no era un cineasta (y menos turco…) al uso, o al menos pretendía no serlo…

Dormitory es su debut en el largo, y lo hace basándose en buena medida en su último corto, titulado Ayakkabi (literalmente, “zapatos”), que rodó en 2018, ambientado precisamente en un “yurt”, en el que unos zapatos que han desaparecido (y que los dirigentes del rígido establecimiento religioso quieren que aparezcan a todo trance) será el eje sobre el que pivote la trama. Aquí, en el largometraje que comentamos, también tendremos un “yurt”, al que va el adolescente Ahmet, y también habrá unos zapatos, suyos precisamente, que desaparecen, secuencia que consume un buen número de minutos, quizá demasiados.

La película está filmada en la asiática ciudad de Esmirna, mayoritariamente en blanco y negro, aunque un tramo final está rodado en color, para diferenciar esa parte de la historia, quizá la única en la que Ahmet vive realmente como quiere, con su amigo Hakan, fuera tanto del “yurt” como de la escuela laica, ambos lanzados a una escapada en pos de un fantasioso tesoro, pero disfrutando del viaje, casi más importante que ese supuesto destino. Porque el tema de este film nos parece que es la pinza que, inopinadamente, ejercen sobre este neófito adolescente las dos corrientes de pensamiento más importantes a finales del siglo pasado en Turquía (en realidad, continúa siendo así, aunque la mayoría haya basculado hacia la de corte religioso, que es la que gobierna el país desde principios de siglo, con el presidente Erdogan al mando), la islámica y la seglar o laica, las dos almas otomanas, la que tiene vocación teocrática y la que aboga por la democracia sin contaminación de la religión. Entre esos dos mundos se debatirá un jovencísimo chico que en principio lo único que quiere es agradar a su padre, un  fanático converso a la fe islámica que, como todos los nuevos creyentes, abraza la devoción con una fuerza digna de mejor causa, llegándole a decir a su hijo “tú eres mi redención, mi salvación”, para lo que desafía “sotto voce” al poder laico al inscribir a su hijo en ese internado religioso; incurre con ello en ese error tan típico de los padres, querer que los hijos sean como ellos quieren, no como desean ser los hijos, en un ejercicio de control teledirigido que el joven Ahmet tendrá serios problemas para asumir, siempre escindido entre los dos mundos, por un lado queriendo ser como su padre quiere que sea, pero por otro sintiendo los cantos de sirena de las hormonas revueltas cuando conoce a una nueva chica en el colegio laico.

Nos parece que esa doble vida queda cinematográficamente plasmada de forma bastante confusa: vemos al chico alternativamente en el colegio seglar y en el “yurt”, pero en este último, que es un internado, hace vida durante día y noche. ¿cuándo va entonces al colegio laico? ¿Tienen los días de este chico más horas de las 24 que habitualmente tenemos los demás? Por lo demás, como casi siempre en el cine actual, el film resulta un tanto alargado y hay escenas que se podrían haber abreviado o incluso eliminado sin que se resintiera el resultado final, en especial varias de las que tienen lugar dentro del internado religioso, donde pronto nos enteramos de que hay un tipo, un tal Yakup, una mala bestia, que se las hace pasar canutas al muchacho: la reiteración de ese tipo de maltrato no aporta nada a la progresión del film y más bien lo enlentece sin necesidad.

Película interesante entonces, pero (nos parece) manifiestamente mejorable; quizá Tuna, el director, debió contar con otro profesional como coguionista, para pulir y mejorar un libreto cinematográfico a ratos bastante elemental y con frecuencia confuso.

De lo más interesante del film nos ha parecido la relación casi de hermano menor y mayor que establece Ahmet con Hakan, aunque este, de clase pobre, le reproche al final (cuando el tesoro fantasioso se esfume, como era de prever) que ambos son muy distintos, y que Ahmet ya es rico pero él no tiene (literalmente) donde caerse muerto. La relación entre ambos, es cierto, tiene a veces ciertos ribetes ambiguos, como de un críptico homoerotismo muy sutil, quizá en ese terreno movedizo en el que amistad y amor se confunden. Algunas escenas, sin subrayados, también parecen indicar que la supuesta virtud en el internado es solo aparente (esa escena en la que Ahmet, en los servicios, ve salir de un excusado primero a un compañero, después a otro…), pero también que el propio protagonista tiene una considerable empanada mental (lógico, a esa edad…), como en la escena del sueño en la que se ve a sí mismo abrazando una estatua masculina desnuda de tamaño natural.

También como aportación interesante, el director tiene cierta tendencia a expresarse con símbolos, como el casete de Las cuatro estaciones que Ahmet iba a regalar a su amada -que no sabe que lo es-, quemado en el incendio del “yurt”, como forma de expresar gráficamente su renuencia a ella cuando descubre que a la chica le repugna los que son como él, internos en un instituto religioso, o bien esa rata (o ardilla, no queda demasiado claro) que Hakan le dice que el buen musulmán tiene que contener (metafóricamente) en la boca, como forma de expresar la permanente tentación que el mundo ejercerá durante toda su vida sobre él, con sus pecados, etcétera; una rata (o ardilla…) que aparecerá inesperadamente en la tensa escena en la que los dos muchachos, perdida la esperanza de hacerse ricos, se enfrentan incluso físicamente para dar rienda suelta a su enojo, quizá también, veladamente, a sus deseos.

No sé si como autohomenaje (recordemos que el primer corto de Tuna se titulaba This is my masturbation), el joven Ahmet, tras tener su primera polución nocturna, se desfogará en la soledad del a modo de mazmorra en la que lo han encerrado, no ahorrándonos el director ni la pegajosidad correspondiente, a pesar de lo cual podemos decir que su filmación es elegante, como el contrastado y hermoso blanco y negro de casi toda la película (mejor que el color del final, un tanto desvaído, cuando debería haber sido muy luminoso, para resaltar el tono de ese fugaz momento feliz de la vida de Ahmet y Hakan); sin embargo, la película es un tanto confusa en cuanto a lo que pretende y también de alguna manera en lo que cuenta y cómo lo cuenta, con demasiados elementos que a veces no casan bien entre ellos.

Quizá el tema es un chico entre dos fuerzas opuestas, antagónicas, cómo se verá obligado a convivir con ambas, sin poder, ni querer, decantarse por ninguna de ellas. En el fondo tal vez no sea sino un canto a la libertad mental, a no tener que encadenarse a una forma de pensar ni a su contraria, una reivindicación de que lo importante en la vida es uno mismo, no los pensamientos gregarios con los que tirios y troyanos intentan atraerte.

Estamos entonces ante un “coming age” (ya saben, un film sobre el crecimiento y la llegada a la edad adulta) complicado, bastante difícil, a ratos también un tanto desconcertante, y no porque así lo quiera el director, sino por la confusa forma en la que se nos da la historia.

Aunque el chico protagonista, Doga Karakas, ya con bastante experiencia actoral a pesar de su extremada juventud, ha sido elogiado por su trabajo, nos parece todavía un tanto verde, con poca capacidad para transmitir emociones: quizá con el tiempo se convierta en un actor solvente y seguro, pero por ahora nos tememos que no lo es; es muy joven, por supuesto, y tiene toda la vida para mejorar.

(17-07-2024)


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116'

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Dormitory - by , Jul 17, 2024
2 / 5 stars
"Tú eres mi redención, mi salvación"