After

Tras el éxito comercial y crítico de 7 vírgenes, el sevillano Alberto Rodríguez estrena nuevo largometraje. Se ha hecho esperar, tanto el rodaje como el estreno, pero lo cierto es que no parece que haya nada que celebrar. Su nuevo film es un confuso experimento sobre la búsqueda de la juventud perdida por parte de tres personajes en torno a los cuarenta años, que coinciden en una cálida noche del verano sevillano después de tiempo sin verse, e intentan reencontrarse en sus frustraciones, redimir sus decepciones y acabar con sus insatisfacciones, todo ello en un océano de alcohol, drogas, sexo y mal rollo.

Estructurado en tres segmentos, en cada uno de los cuales veremos la perspectiva de cada personaje sobre esa noche (y otros momentos de su vida que deberían aportar luz a sus comportamientos), lo cierto es que el resultado dista mucho de convencer: se aprecia un esfuerzo estilístico por crear una atmósfera alucinada, como se supone que sufren los tres personajes tras un baño narcótico de colosales dimensiones, pero casi nunca (quizá salvo en algunos momentos de Guillermo Toledo, extraordinariamente convincente como borracho puesto de coca hasta las cejas) el espectador tiene la sensación de que, efectivamente, se está asistiendo a un “descensos ad inferos”, el descenso al infierno de tres maduros hastiados de su vida rutinaria, donde supuestamente lo tienen todo, aunque al parecer no tienen nada: el amantísimo padre de familia, que sin embargo mantiene una relación de amor/odio con su hijo y tiene pulsiones violentas en sus relaciones sexuales; el experto en recursos humanos, sección despidos, cuya lamentable vida profesional corre pareja a la sexual, en la que sólo consigue llegar al orgasmo recurriendo al manoseado (nunca mejor dicho…) culto a Onán; la joven treintañera, que busca en el sexo joven y orgiástico las carencias afectivas que aquejan su vida.

Lástima que esta triple historia, y su intersección, no haya encontrado la forma adecuada de ser expuesta; la narrativa fragmentada no ayuda a mostrar esta espiral de degradación, sino más bien a enturbiarla. No quiero creer que se haya ensayado la vieja máxima: ya que no somos profundos, al menos seamos oscuros…

Alberto Rodríguez confirma su talento profesional, pero como contador de historias, esta vez, no ha estado afortunado. De 7 vírgenes a este After hay el camino entre una obra sólida, con un estilo definido y ajustado a su temática, que emociona y rompe en el espectador, a un fallido experimento que busca, sin conseguirlo plenamente, hablar sobre el miedo a crecer, sobre la necesidad de volver a la infancia, a la juventud, al caballo desbocado que corre por las venas cuando se tiene veinte años, como única forma de escape de una realidad que nos supera.

(25-10-2009)