Lady Halcón

CRITICALIA CLÁSICOS

Disponible en Filmin.

No deja de ser curioso que en esta película, los tres personajes principales que encarnan a los protagonistas, uno es Philippe Gaston, apodado el Ratón, otro (otra) se convierte en un halcón, y el tercero se transforma en lobo. En realidad son un chico pillastre y ladrón encarcelado por un malvado obispo, ella es la bella Isabeau d'Anjou y el caballero es Etienne de Navarra. Todos ellos (y algunos más) viven sus fantásticas aventuras y hechizos medievales en la región del Abruzzo, con su capital Aquila, en la zona central de la bota italiana.  

El principal responsable de  esta peli es el neoyorkino Richard Donner, que como productor ejecutivo ante la Twenty Century Fox puso en marcha el proyecto, incluso rodando buena parte del metraje en los escenarios de Italia donde se desarrolla el argumento. En ese momento de su carrera ya  había realizado varios largos -como Twinky, con Charles Bronson y Jack Hawkins en una comedia de intriga- pero se había hecho notar más con La profecía, una correcta historia demoníaca, con Gregory Peck y Lee Remick- y en 1978 entra de lleno en los grandes éxitos comerciales con Superman, la película (relanzando al antiguo héroe de los cómics ante nuevos públicos) y continuando con  Superman II, aunque fue completada y firmada por Richard Lester, y abriendo la carrera actoral de Christopher Reeve, y a las que le sigue Su juguete preferido, una endeble comedia con Richard Pryor.

Ya en 1985, afortunadamente, da un giro  con una historia original llena de elementos fantásticos  y mágicos, sin desdeñar el espectáculo, las luchas, torneos, oscuros bosques, caballeros y agrestes peñascales. Los personajes que presentábamos al comienzo montan un insólito triángulo donde soportan una tremenda situación como consecuencia de la maligna maldición del obispo de Aquila. El joven Phillipe (ya saben, el Ratón) escapa de la prisión y hace de intermediario con quienes llevan la peor parte: Isabeau y Etienne: ella de día es un halcón y él de noche es un lobo, sin coincidir nunca como seres humanos que se aman. Un feroz y cruel romanticismo que rezuman momentos de gran belleza, que contrastan con  la espectacularidad de otros, como las luchas a caballo dentro del propio templo de la abadía.

Quizás con una sobrecarga de situaciones -pero siempre bien llevadas por un hábil guión-  la cinta resulta espectacular sin recurrir  a la exagerada digitalización que luego ha dominado al cine en las décadas posteriores, y siguiendo más bien el rastro aventurero de los años cincuenta -como El halcón y la flecha, de Jacques Tourneur, y tantas otras populares cintas medievales-. Esta Lady Halcón nos lleva a un final lleno de inteligencia y de felicidad que encaja perfectamente con todo lo que hemos visto previamente, quizás también favorecido por la estupenda fotografía del gran Vittorio Storaro, que no necesita de trucos para inundarnos de belleza.

Los intérpretes ayudan al buen logro, con la joven, bella y rubia Michelle Pfeiffer en uno de sus mejores papeles, y el holandés Rutger Hauer (todavía reciente su inolvidable papel de replicante en Blade Runner, de Ridley Scott).  Ya hemos nombrado a Ratón, con el entonces muy joven Matthew Broderick (en un espléndido trabajo), y la presencia también del inglés John Wood haciendo de malvado como casi siempre, sin olvidar a Alfred Molina (el cazador de lobos) y en un estupendo papel del viejo fraile Imperius (clave en la trama argumental) al orondo Leo McKern, siempre presente en todas las películas de los Beatles. Entre todos ayudan a un film icónico del cine ochentero, combinando a las mil maravillas tradición y modernidad.

Volviendo a Richard Donner (1930-2021), ya ese mismo año (antes de la cinta que estamos comentando) había realizado otra película que simboliza igualmente el tono y los públicos que buscaba el cine comercial de la época. Se trataba de Los Goonies, la aventura de una pandilla de chavales en busca de un tesoro en una cueva, con galeón incluido, cinta que resultó todo un éxito de taquilla, confirmando a Donner como un autor comercial, ayudado en esta ocasión por otro cineasta de temas infantiles, como Chris Columbus en el guión, y -sobre todo- con la idea y el apoyo del mismísimo Steven Spielberg, muy poco tiempo después de su clamoroso impacto de E.T., el extraterrestre.
 
A partir de este momento nuestro director se embarca en una década que le lleva  -casi sin proponérselo- a una saga que alcanzó la máxima popularidad, y que se inicia en 1987 con Arma letal (Lethal Weapon) y se  completaría en 1998, con un total de cuatro entregas, con las andanzas de una dispar pareja de policías encarnados por Mel Gibson y Danny Glover, la típica "buddy cop", como dicen en USA. Entremedio y después tendría otros títulos como Maverick (también con Gibson) o Asesinos (con Antonio Banderas y Sylvester Stallone) o como Timeline ya en 2003.

Pero siendo realistas, y ya terminamos, lo mejor de Donner fue sin duda el dueto de 1985, estos chicos de Los Goonies, ya nombrados, y sobre todo esta mágica y original cinta que hemos glosado, llena de audacia, fantasía y belleza. Lo más sorprendente resulta comprobar que el film fue un fracaso de taquilla en los EE.UU., sin tan siquiera recuperar sus veinte millones de producción... Eso sí, con estupendos resultados en Europa y el (entonces naciente) mercado asiático. Será por aquello (que tantas veces se cumple) de que "nadie es profeta en su tierra"...