Pelicula:

El cine de animación, por supuesto, no es un cine exclusivamente dirigido a niños, aunque es obvio que buena parte de los productos que se realizan anualmente tiene esos destinatarios. Pero hay un “cartoon” que está pensado mayormente para los adultos, siendo evidente desde hace ya bastante tiempo que es un formato que permite una gran libertad artística, lo que se suele utilizar también para hablar de temas graves, con frecuencia también socialmente comprometidos. Si tuviéramos que citar algunos títulos más o menos recientes de este tipo de animación, cabría recordar los de Dispararon al pianista, de Fernando Trueba y Javier Mariscal, Aurora’s Sunrise, de Inna Sahakyan, My sunny Maad, de Michaela Pavlátová, o Las golondrinas de Kabul, de Eléa Gobbé-Mévellec y Zabou Breitman, por citar solo algunos títulos a vuela pluma. Véase que las directoras prevalecen sobre los directores varones, y que casi siempre el formato es el de dibujos animados de dos dimensiones, el “cartoon” de toda la vida, siendo poco frecuente en este cine de animación para adultos el 3D, el formato digital.

Esta No se admiten perros ni italianos participaría también de esa libertad creativa y de esa preocupación social, en este caso en un relato autobiográfico de la familia del director, el francés (de obvias raíces italianas, como el film se encarga de confirmar) Alain Ughetto, un cineasta ya de edad avanzada (cuando se escriben estas líneas tiene 74 años), pero cuya carrera ha sido exigua, con solo cuatro productos desde que comenzó en la dirección a principios de los años ochenta. Entonces, su corto La boule (1984) consiguió el preciado César a la Mejor Película de Animación de aquel año, a pesar de lo cual pasarían casi 30 años hasta que pudo volver a dirigir, en este caso su primer largometraje, Jasmine (2013), combinando animación e imagen real, para presentarnos un drama entreverado de lirismo epistolar con dos ejes, Teherán y París.

Su segundo largo, este de tan peculiar título, No se admiten perros ni italianos, viene avalado por haber ganado dos premios en el Festival de Annecy, el certamen de animación más importante del mundo. Es una historia, como hemos dicho, autobiográfica de su familia, en la que Alain nos contará la difícil vida de sus abuelos y de sus padres, todos ellos italianos, a lo largo de dos generaciones, y cómo, ante la complicada tarea de sobrevivir en su tierra itálica, en el Piamonte, la familia decidió emigrar a otro país. Inicialmente se establecerán en Suiza, donde el abuelo trabajó en la megalómana construcción del túnel del Simplon, que atraviesa los Alpes, para volver a Italia y después emigrar de nuevo, esta vez a Francia. La vida de la familia Ughetto, iniciada por los patriarcas Luigi y Cesira, será realmente dura, teniendo que afrontar varias guerras (la invasión de Libia por Mussolini, pero también la Primera Guerra Mundial, e incluso, ya en Francia, se vieron involucrados en la Resistencia a la ocupación nazi), el ascenso del fascismo al gobierno de Italia y hasta una epidemia de gripe (española, que es como era conocida, aunque realmente no partiera de España), una tremenda epidemia que diezmó a la población europea, y también al clan familiar protagonista.

La película está narrada sobre la base de un diálogo entre la abuela Cesira y el narrador, que es el propio director, Alain Ughetto, su nieto, un diálogo en el que la “nonna” (ya que estamos con italianos...) le contará a su “nietino” la historia de sus ancestros, de cómo el que sería su marido, Luigi, la cortejó deliciosamente cuando eran mozos, su boda, la escasez de trabajo y comida, la necesidad de emigrar, las terribles tragedias (como la muerte de varios hijos) que les acontecieron, pero todo ello contado con una serena melancolía, con algunos toques de humor, en lo que podríamos considerar una lúcida y distinta visión sobre la Italia de la primera mitad del siglo XX desde la perspectiva de los desheredados de la fortuna.

Nos parece que la película es también, en el fondo, una sencilla historia de amor familiar, un amor entre los miembros del clan apenas verbalizado, un amor que se apoya sobre todo en gestos y miradas.

Rodada con la técnica del “stop motion” (o “truco de manivela”, como se le denomina en España), operando con figuritas que parecen hechas de una plastilina especial, muy tersa, la película presenta también unos paisajes hechos con materiales muy simples, premeditadamente naif, buscando una escenografía minimalista, con lo que entendemos que se quiere resaltar lo importante, los sentimientos y las tragedias familiares que acontecen, antes que los fondos, que son claramente secundarios. En ese sentido, resulta llamativa la curiosa utilización de brócoles como si fueran los árboles de los paisajes de la película, o de calabazas gigantes vacías simulando ser las casas de los personajes.

Ughetto se vale de un recurso cinematográfico que, aunque no es nuevo, sí que resulta agradable y desde luego no es demasiado utilizado, la interacción en el mismo plano del narrador y creador humano con los personajes de la película, de tal manera que no solo la abuela Cesira hablará con Alain, sino también el padre de este, en un juego de intertextualidad muy agradable y (dados los intervinientes en esas escenas) también muy entrañable: ahí es nada, gracias al film, el nieto tendrá la ocasión de hablar, aunque sea figuradamente, con su abuela, a la que no llegó a conocer.  

El peculiar título de la película se debe a una de esas canalladas que hacen que los humanos seamos, tantas veces, la hez de la Tierra: el cartel “No se admiten perros ni italianos” figuraba frecuentemente, en aquellos duros años de fuerte inmigración itálica a Francia, en la puerta de cafés y otros establecimientos hosteleros galos: ya lo dijo el clásico, “nihil novum sub solem”, “no hay nada nuevo bajo el sol”...

Hermosa película, triste pero a la vez serena y tenuemente esperanzada, nos parece un sentido y sensible homenaje a todos aquellos que, como la familia Ughetto, emigraron a otro país buscando un futuro mejor para sus hijos, pero a la vez contribuyeron, y de qué manera, al bienestar y la prosperidad de la tierra a la que marcharon.  

(15-05-2024)


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70'

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No se admiten perros ni italianos - by , May 15, 2024
3 / 5 stars
Un sensible homenaje a sus ancestros