Pelicula:

Es curioso, pero, además de algunos buenos films con actores y actrices, como las iraníes Kandahar o Buda explotó por vergüenza, el torturado Afganistán de los últimos treinta años ha sido llevado al cine en también muy interesantes películas de dibujos animados, como la irlandesa El pan de la guerra y la francesa Las golondrinas de Kabul. A esa veta de animación sobre el país afgano bajo la terrible férula de esos garrulos con turbante que responden a la denominación de talibanes, se une ahora esta hermosa, también tan dura My sunny Maad, de nuevo puesta en imágenes por un país europeo, en concreto la República Checa, de consuno con Eslovaquia y Francia.

My sunny Maad (traducción literal del checo Moje slunce Mad, que, si el traductor en línea que hemos usado no miente, significa “Mi sol Maad”) se inspira en la novela Frista, publicada en 2004, original de la periodista y escritora checa Petra Procházková, que cubrió los conflictos bélicos derivados de la implosión de la Unión Soviética, pero también los que tuvieron lugar en Afganistán (dominio comunista, posterior toma del poder por los talibanes, invasión USA tras el 11-S...). Aunque vive y trabaja actualmente en la República Checa, vivió en Afganistán durante dos años, estando casada con un trabajador humanitario afgano, teniendo ambos un hijo, por lo que Petra conoce de primera mano la realidad de la vida en aquel lacerado país, lo que plasmó en la mentada novela. Michaela Pavlátová se ha basado en ese relato en el que se adivinan no tanto rasgos autobiográficos de la novelista sino más bien una conocedora y compasiva mirada hacia el mundo femenino en la atrasada sociedad afgana.

La historia se inicia en la República Checa, en lo que parecen los primeros años del siglo XXI; allí conocemos a Herra, una joven universitaria que no termina de encontrar su sitio en su país: los hombres checos no le atraen en absoluto, pero cuando Nazir, un joven y apuesto estudiante afgano de Económicas, aparece en clase en la universidad, se enamora absolutamente de él. Desoyendo las voces de alarma de familiares y amigos, sabedores de la difícil vida para las mujeres en Afganistán, Herra marcha a Kabul y se casa con su amado, deseosa de tener una amplia familia, que colmaría sus expectativas vitales... Aunque su nueva parentela política es, en general, tolerante, con un abuelo cariñoso y una cuñada amigable, el marido de ésta, Kaiz, es una mala bestia, un tipo lleno de rencor hacia todo y hacia todos, que envenena el ambiente donde quiera que esté. En cuanto a Nazir, aunque es bueno con Herra, a veces le sale el macho obtuso que todo afgano, según parece, lleva dentro, y entonces no resulta tan agradable. Cuando se hace evidente, por el paso del tiempo, que Herra no podrá dar hijos a Nazir, una anciana, compadecida de la esterilidad de la mujer (por supuesto, nadie supone que el estéril pueda ser el marido...), le ofrece a un pequeño desamparado, de nombre Maad, que vive en las calles. El niño, de ojos tristérrimos y con apreciables problemas de salud, como la desnutrición, pronto se convertirá en el hijo que ambos no han llegado a tener, aunque todos creen que no vivirá mucho...

Michaela Pavlátová es una cineasta checa de ya largo recorrido. Se inició en cine a finales de los años ochenta, aunque su filmografía no es dilatada y consta, fundamentalmente, de cortometrajes, siempre dentro del mundo de la animación en 2 dimensiones, que fueron reiteradamente premiados en festivales de todo el mundo e incluso uno de ellos, Reci, reci, reci (1991), fue nominado al Oscar. También ha rodado tres largometrajes, dos de imagen real y este tercero en dibujos animados.

My sunny Maad tuvo un proceso de elaboración de 5 años, para lo que Pavlátová y su equipo dispusieron solo del equivalente en coronas checas a unos 900 mil euros. Su historia contrapone, por amor, Oriente y Occidente, pero un Oriente muy concreto, un Oriente, el Afganistán de nuestro tiempo, que incluso en la época en la que no estuvo regido por los talibanes, mantenía un rígido código de conducta para las mujeres que, en la práctica, las convertía en seres invisibles: una mujer de aquel país tiene que estar siempre velada en el exterior, al menos para que no se le vea el cabello, y no dirigirse nunca a un hombre; no puede estar en la misma habitación a solas con un varón que no sea de la familia; carece de autonomía para su vida personal, que está siempre al arbitrio del hombre del clan que toque: padre, hermano, esposo, hijo, sobrino... hasta un primo vale más que una mujer. Pero eso sí, cuando Herra llega a Afganistán, su suegra le dice que, aparte del cerdo y los pensamientos impuros, que están prohibidos, la mujer es libre... ¡pues vaya libertad!

La película juega con ese tipo de problemas de relación entre hombres y féminas, pero también con las rigideces de una sociedad en la que el concepto de honor es muy limitado, estando centrado exclusivamente en la mujer; ese conflicto se acentúa con una joven que procede de una sociedad europea, abierta y liberal, en la que tal concepto, literalmente, ya no existe. Así, la protagonista tendrá serios problemas en su relación con los extranjeros de las misiones humanitarias, por mor de la mirada miope de sus varones. Pero, al margen de ello, que supone buena parte del film, y de los conflictos internos de la familia, con una sobrina que desea ser libre cuando tiene un padre extremadamente estricto, la historia se centra en buena medida en el pequeño Maad, aquel que todos pensaban que duraría poco, y en el fuerte vínculo sentimental que desarrollará (y será mutuo) con sus padres adoptivos; ese “mi sol Maad” pronto se revelará como la alegría de la casa, él, el de los ojos tristes, un rabillo de lagartija listo como el hambre, un espíritu libre en una sociedad aherrojada, que intuye fisuras en la represión en un acto tan simple como pasear por Kabul camuflado bajo un burka, como si fuera una mujer, con lo que nadie repara en él, pero también revela una extraña facultad para tener una relación especial con los animales, como si estos lo reconocieran como uno de los suyos, como, en el fondo, el perrillo abandonado que era hasta ser acogido por Herra y Nazir.

Con un dibujo sencillo, antropomórfico pero sin buscar el realismo a ultranza; con una correcta animación, con movimientos armónicos y naturales, y con soluciones de dibujo simples pero efectivas, la película está bien contada, con un ritmo adecuado, resultando cercana y emocionante, sin cargar las tintas, ni siquiera en la escena más luctuosa y trágica, que obviamente no revelaremos, tras la que la familia se sumirá en la oscuridad más absoluta, en una escena dada por la directora, tan sensiblemente, como una noche ilustrada solo con las imágenes de los miembros de la familia sepultadas en su tristeza infinita dentro de unas burbujas en blanco y negro, para después darnos la paulatina vuelta a la vida de Herra con el efecto sobre su rostro del limpiaparabrisas del coche, en una hermosa alegoría sobre el tiempo que todo, poco a poco, lo va apaciguando: también la pena.

Con imágenes muy hermosas, como un plano general en la penumbra del crepúsculo sobre Kabul, en la película predomina el color ocre de la tierra, presente también en las humildes casas, donde la paleta cromática es necesaria y premeditadamente triste. Gusta mucho también la música de sones arabizantes, en una bella partitura original firmada por Evgueni y Sacha Galperine. My sunny Maad, en su conjunto, nos parece un film notable, una mirada lacerante pero a la vez sutil sobre una sociedad atrasada y airada, que considera a la mujer subalterna del hombre, y que actualmente, de nuevo bajo la babucha talibán, está llevando al extremo esa subordinación, ese progresivo borrado de la fémina como ser humano.

(18-03-2023)


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81'

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My sunny Maad - by , Mar 18, 2023
3 / 5 stars
Una checa en Kabul