La reina mora

Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero han sido profusamente adaptados al cine; es el caso de esta película, La reina mora, en la que los autores teatrales habían colaborado con el Maestro Serrano para escribir el libreto de una zarzuela (no fue la única, recuérdese, por ejemplo, La patria chica), de gran éxito en su tiempo. Ese mismo libreto conocería dos versiones más, una anterior, de 1922, todavía en la época del cine mudo, bajo la dirección de José Buchs, y otra posterior, en 1955, en pleno segundo decenio franquista, dirigida por Raúl Alfonso.

Una pareja de enamorados participa como padrinos en un bautizo. En la ceremonia, un hombre que está secretamente apasionado por la guapa se intenta propasar, con lo que el novio se le enfrenta, con sangrientas consecuencias.

Como era la tónica del cine de Eusebio Fernández Ardavín, estamos prácticamente ante teatro filmado, la negación del cine (aunque al respecto Lars Von Trier ha aportado nuevas perspectivas con Dogville…), y por ello el interés de esta La reina mora radica mucho más en su carácter de documento histórico (está rodada en el penúltimo año de la Segunda República Española) que en sus muy escasos méritos cinematográficos. El reparto, de viejas glorias hoy olvidadas, nos trae sin embargo la belleza y el palmito de Raquel Rodrigo, una mujer de rompe y rasga.