Las consecuencias

Esta vez estamos ante una producción dramática española realizada en colaboración con Bélgica y Holanda, algo que no es muy habitual, y dirigida por una hispanovenezolana.

Fabiola, una mujer viuda de cuarenta años, está atormentada y depresiva tras perder a su marido en un accidente. Decide tomarse unos días de descanso para reflexionar y se va a la isla volcánica de la que un día se marchó, donde aún vive su madre que se separó de su padre, y con ella está su hija Gabi, una adolescente de catorce años. Durante su estancia en la isla conoceremos cómo están las relaciones con otros miembros de la familia y hay ocasión de tener algunos recuerdos del pasado, y también salen a la luz secretos que hasta ahora estaban ocultos. Entre tanto Gabi tendrá sus primeros escarceos amorosos y la oportunidad de atar las buenas relaciones que mantiene con César, su abuelo, desde que vive con ellos, y menos buenas con su madre.

Estamos ante el segundo título de la filmografía de la directora hispanovenezolana Claudia Pinto Emperador, que debutó en el largometraje de ficción con La distancia más corta (2013), tras realizar dos series de televisión.

La realizadora tiene que luchar con un guion ambiguo, un tanto opresivo y claustrofóbico, que resulta poco clarificador, que no deja resuelta las relaciones familiares que terminan siendo algo confusas, a pesar de haber sido escrito por ella misma en colaboración con Eduardo Sánchez Rugeles. Aunque tiene el ritmo adecuado al drama que se desarrolla, un poquito de agilidad en la narración le hubiera beneficiado.

Es un drama psicológico, con una atmósfera adecuada, en el que se cuelan algunas escenas en clave de thriller, en el que se juega con los sentimientos y las emociones, más que con algún delito a juzgar, aunque cierta duda queda en el aire en este último sentido. De paso se tratan otros temas, como las relaciones familiares rotas, e incluso hay algún apunte de oscura pederastia ocurrida en el pasado.

La película fue rodada en La Gomera, que representa la isla de la trama que, con sus paisajes y playas de arenas negras, contribuyen bien a poner un fondo muy adecuado a este obscuro melodrama familiar.

En el apartado interpretativo carga con el mayor peso de esta dramática historia la colombiana Juana Acosta, que está bien en el papel de Fabiola, a la que presta réplica el buen actor chileno Alfredo Castro, a quien a veces se le pierde parte de sus diálogos, y en tercer lugar la joven promesa María Romanillos en el personaje de Gabi, la hija de Fabiola, que hace su debut en el cine, papel por el que ganó la Biznaga de Plata a la mejor actriz de reparto y Premio Especial del Jurado de la Crítica a la película en el Festival de Cine en español de Málaga.