Vale, ya sé que “versus” realmente significa “hacia”, pero lo utilizo aquí en la formulación que ha popularizado el inglés, sobre todo en los juicios (ese Kramer versus Kramer…). Porque esta estimulante Profesor Lazhar, que toca varios temas, y todos de interés, tiene como uno de sus asuntos más candentes el de la forma de educar a nuestros hijos; y digo bien educar, en contra de lo que el padre WASP aconseja, casi ordena, hacer al profesor del título; porque los profesores educan a los niños, como lo hacen (o intentan hacer…) los padres, como debería hacerlo la sociedad entera, si no se dedicara a otras cuestiones suicidas que tan caro nos costará, si no nos está costando ya.
Porque uno de esos temas de este notable filme canadiense es la contraposición de la enseñanza moderna a la clásica, la primacía de lo próximo (física, temporalmente) sobre cualquier conocimiento que vaya más allá de unos pocos años atrás o unos kilómetros más allá de la escuela, la alergia por la cultura del esfuerzo, la relación defensiva con el niño, no vaya a ser que el fantasma de la pederastia aceche ni siquiera como sombra.
Esta pequeña película, rodada con pocos medios pero con claridad de ideas, nos narra la historia de un emigrante argelino de pasado turbulento, huido hacia ese Eldorado blanco (y no sólo por la perenne nieve que acompaña toda la película, precipitándose o ya precipitada) que es Canadá, donde sus costumbres de hombre chapado a la antigua y de una sociedad abierta en canal chocará con las formas exquisitas, un punto esnobs, de esta panda de caucásicos nacidos al norte de Norteamérica.
La cercanía física y mental a los críos, la necesidad de amar lo amable e intentar hacer olvidable lo que no se puede olvidar, son otros de sus asuntos, tocados con sencillez y sin alharacas, con un tono casi siempre mesurado que, cuando se rompe, restalla como un aldabonazo: el descubrimiento por el pequeño protagonista de su maestra colgando por el cuello, la lectura de la redacción de la niña protagonista, toda una declaración de dolor, la catártica explosión final entre los chicos… Momentos de gran potencia emocional que el director, Philippe Falardeau, al que no tenemos el gusto de conocer por estos lares, maneja con tacto, sin forzar lo que tan fácilmente podría haberse convertido en un dramón lacrimógeno.
Cine de la sencillez, sin por ello ser simple; de los sentimientos sin caer en el sentimentalismo; de la denuncia soterrada de un sistema educativo ñoño y encerrado sobre sí mismo, Profesor Lazhar es una hermosa muestra de un cine necesario, el que busca llegar al corazón del espectador y no a su diafragma (¡esas películas que producen toneladas de adrenalina en el público!).
Profesor Lazhar -
by Enrique Colmena,
May 26, 2012
3 /
5 stars
Clasicismo versus modernidad
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